Sabia virtud de conocer el tiempo

Opinión
/ 25 febrero 2024

Como estudiante de economía, los profesores nos enseñaron que los bienes son escasos y por esa razón deben economizarse, siendo este el fundamento de la “dismal science”. Durante muchos años esta idea ha estado presente en mi vida diaria, lo mismo cuando ejercí el magisterio como en el desempeño de mis actividades profesionales y empresariales.

Ahora comprendo que el factor más escaso, y que no es renovable es el tiempo, que el día tiene 24 horas y que como personas estamos limitados por el padre Cronos; si decido realizar una tarea o actividad específica debo dejar de hacer otra. Esto implica el tener que tomar decisiones constantemente para definir en qué empleamos nuestro tiempo, lo que conduce al concepto del costo de oportunidad; el costo más importante en economía.

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Para hacerlo comprensible a mis alumnos, solía explicarlo mediante el siguiente ejemplo: un médico el miércoles por la tarde decide tomarse un descanso a mitad de la semana, cierra su consultorio y se va al cine, donde paga 100 pesos por el boleto. En condiciones normales, el doctor atiende a cuatro pacientes por las tardes, siendo sus honorarios de mil pesos por consulta, lo que da un total de 4 mil pesos. Ese dinero que dejó de percibir es su costo de oportunidad, y representa una gran diferencia con lo que pagó por disfrutar de su película favorita.

Vemos que el doctor no puede estar en dos lugares al mismo tiempo, de modo que tiene que escoger entre una u otra actividad y así pasa con todos nosotros. Entonces el costo de oportunidad es la alternativa que sacrificamos para poder realizar otra. Otro ejemplo, sería lo que se pudiera hacer si se dejaran de pagar este año, los más de 6 mil 700 millones de pesos por la deuda que debemos los coahuilenses. ¿Cuántas medicinas se podrían comprar?, ¿cuántas escuelas se rehabilitarían? Hasta se pudiera adquirir el equipo del que carecemos para monitorear la calidad del aire que respiramos.

¿Cuál sería el costo de oportunidad de AMLO cuando deja de hacer otras cosas para practicar el beisbol? Pienso que es mejor que siga macaneando, así tiene menos tiempo para tomar las pésimas decisiones a las que nos tiene acostumbrados y que es un dineral tirado a la calle.

La primera vez que viajé a Japón iba prevenido sobre la puntualidad de los habitantes de esa nación, influido por la experiencia de los “Beatles”, cuando en su gira debieron padecer un fuerte estrés porque sus anfitriones les medían hasta los segundos para ir al baño. Al llegar al aeropuerto de Narita de inmediato abordé el autobús que me conduciría a Tokio, y tomé mi lugar minutos antes de la salida, que estaba marcada para las siete de la tarde. Exactamente a esa hora, el chofer arrancó sin esperar a la persona que salía corriendo de la terminal aérea.

Sin saberlo en ese momento, apliqué la famosa regla Vince Lombardi, nombrada así en honor al legendario entrenador de los Empacadores de Green Bay, quien exigía a sus jugadores llegar minutos antes de la hora fijada para los entrenamientos. En México, el poeta del pueblo, Renato Leduc, alcanzó fama por su poema-canción sobre el tiempo.

Corría el mes de enero de 1972, yo me encontraba trabajando en la Ciudad de México, y un domingo comiendo con mi padre y un amigo de él, en el hotel “Beverly” vimos llegar una vagoneta último modelo donde venía Manolo Martínez y su equipo; él se cambiaba en ese hotel que se localizaba muy cerca de la plaza “México” donde el diestro de Monterrey sostendría un mano a mano con el español Sebastián Palomo Linares.

Fuimos a la corrida, y al terminar regresamos al hotel a tomar un café, en cuyo restaurante se había organizado un brindis para el matador, y entre los asistentes pude ver a Leduc, con un cigarrillo en una mano y una cuba en la otra, luciendo a su estilo, un saco sport sin corbata. Renato fue un fan de Manolo, a quien consideró el mejor torero mexicano de su época entre otras cosas, por el gran conocimiento del diestro regiomontano sobre el toro mexicano.

Se dice que Renato fue el único en rechazar a María Félix, cuando la diva le propuso matrimonio, argumentando el poeta, que ello no funcionaría debido a que la doña era una gran estrella, y había una brecha entre los ingresos y formas de vida de ambos. En cambio, años antes, se casó con la pintora Leonora Carrington para que ella pudiera salir de Europa huyendo de los nazis. Estimado lector, ¿cuál es tu costo de oportunidad para leer este artículo? En síntesis: el tiempo es oro.

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