El niño y el adulto; soltura y estructura, impulso y prohibición. ¿Cómo sería trabajar en equipo?

Opinión
/ 9 junio 2024

Los ejercicios para contactar al niño interior se incluyen en muchos talleres y procesos terapéuticos. Nos vamos hacia atrás en el tiempo, mediante una fotografía o un recuerdo, para observar al niño o la niña que fuimos y para darnos cuenta de lo que le pudo haber faltado (o sobrado). Después nos quedan tareas para terapia y la vida diaria, tal vez para subsanar frustraciones que son parte de un pasado, pero que aún se reflejan en la vida hoy.

Al hacer contacto con el niño interior, también hacemos contacto con nuestra parte emocional de hoy. Los niños son conocidos por berrinches y antojos y ocurrencias. Nuestra parte instintiva y emocional también participa en berrinches, antojos y ocurrencias. Son reacciones naturales ante la vida y deben ser atendidos. ¿Cómo? Observando la situación en que se presentan y tomando decisiones, como lo hicieron nuestros padres o como lo hacemos con nuestros hijos, de cuándo y cómo satisfacer esas necesidades y de cuándo y cómo reconocer y negociar necedades. Si distinguimos tiempos y maneras, no reproduciremos frustraciones de la infancia. Ya no somos niños y nuestros papás no están prohibiéndonos las cosas que deseamos, sin embargo, hemos introyectado las prohibiciones con frases como, “No, eso no se hace,” fieles repeticiones de mamá y papá que nos hemos tragado enteras. Parte de nuestro trabajo de desarrollo es mirar y determinar como lidiar con nosotros mismos. Al observar nos damos cuenta de que una parte de nosotros (niño o adulto) domina. Si el niño domina, posiblemente seamos caprichosos y poco estructurados. Si el adulto domina, tal vez seamos estructurados en exceso y nos consentimos. Ninguno de los dos es el correcto o el bueno. Se trata más de equilibrio y de momentos. Hay momentos para el niño y momentos para el adulto.

Hace poco fui co-facilitadora en un taller. Un compañero facilitador trabajaba con el concepto del niño interno. Cerré los ojos y escuché. Mi niña interior me dijo que soy feliz y que me entretengo con cosas muy sencillas. También me pidió que no me dejara abandonar. Sonreí.

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM