El sexenio de Manolo...
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No es azar. Es destino. No azar, sino destino. ¿Es o fue azar? Entonces todo ha conspirado. Los hados de los libros, la vida y la política han conspirado para juntar los tres elementos. Sí, como un triángulo perfecto. Y un triángulo, usted lo sabe, evoca o es la divina trinidad. Y la medida, la geometría, las matemáticas, la cosa pura y demostrable es la medida, la cual usó, para sus disertaciones y demostraciones sobre Dios, ese pensador sobre el cual está construida parte de nuestra modernidad: Baruch Spinoza (1632-1677). Nada más ni nada menos que el gran Spinoza.
De familia sefardí y huyendo de la intolerancia e inquisición, él mismo fue perseguido como su familia y expulsado de la sinagoga por sus ideas incendiarias. Hoy en día, materia inflamable. A casi cuatrocientos años de su vida y escritura sobre la tierra. De hecho, el gran Baruch Spinoza escribía en español, pero también en alemán y, claro, sabía hebreo al dedillo, por eso escudriñaba las Escrituras y por eso pensaba lo que pensaba: un ser privilegiado por eso: por pensar, leer, prepararse, estudiar, trabajar; un hombre de acción, pues.
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Y un hombre de acción en el Estado y en el país tiene nombre y apellido: Manolo Jiménez Salinas. En su momento, tuve el atrevimiento de motejarlo como el “Cowboy Urbano”. El mote se le ha quedado al día de hoy, creo para bien. Creo haber descubierto parte de su esencia. Y Manolo Jiménez tiene esencia, sustancia y contenido.
Y contrasta naturalmente con los políticos “opositores” que se lanzaron a la aventura de la gubernatura de Coahuila. En su momento y tras la victoria del “sol de un día”, el inefable Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco” en Monterrey, un catorcenario local (antes panista, ahora sumado a las huestes del felino sin garra, RSMB. Igual en uno de sus aniversarios, públicamente su editor se dijo practicante de un “periodismo cristiano”. Vaya usted a saber qué diantres es), trató “N” veces de vender la imagen y motejar a Armando Guadiana Tijerina como “El Bronco de Coahuila”. Pésima copia, pues.
Para eso se necesita genio y talento. Luego se recurrió al diccionario, buscar sinónimos: el indómito, el rudo, el hosco, el bravo, el... bla bla bla. “El Bronco” viene a comer a un restaurante del sur de Saltillo de alto prestigio internacional, al menos una vez por semana. Llega, come y se va. En Monterrey nadie lo quiere. ¿Y su independencia? ¿Y DJ. Bigotes? Si yo tuviese tal cantidad de marmaja en la bolsa, estuviese en Francia disfrutando la vida y la literatura... en fin.
¿Y ese autollamado “El tigre”, Sóstenes Mejía Berdeja? A él le conocí y platiqué algunas veces cuando formaba parte del círculo rojo de Raúl Sifuentes Guerrero. Era alto, inteligente y bien plantado. Nada de eso reconozco hoy. ¿Cuándo dejó de sostenerse a sí mismo, cuándo dejó de ser Sóstenes y se convirtió en un “Tigre” y trató de engañar a todos? No lo sé. Sigo pensado lo mismo y lo mantengo: el mejor candidato era y es Reyes Flores Hurtado, el “Jefe Reyes”. Para desgracia de todos, lo dejaron a un lado.
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ESQUINA-BAJAN
La gente, lectores como usted, me pregunta una y otra vez de por qué y con mucho tiempo tiro mi mazo de naipes y anuncio al ganador de las contiendas electorales. Pues es que no tiene nada de ciencia ni de magia: no tengo interés alguno con ninguno de ellos. Los analizo, los observo diario, cuadro un puzle y listo. Aquí, en este privilegiado espacio de VANGUARDIA lo publiqué una y otra vez: la gubernatura era y es para un joven echado para adelante (uno de los textos tal cual fue de enero de 2019), como somos los norteños. Ese joven político de actividad huracanada era y es Manolo Jiménez Salinas. Sí, el “Cowboy Urbano”.
El problema, lo dije aquí varias veces, no es si Manolo gana, no; su problema va a ser escoger a los mejores hombres y mujeres que van a conformar su gabinete. Y claro, escoger a los mejores elementos humanos que son la imagen ante la sociedad: sí, esos burócratas que dan la cara, su mejor cara de servicio y atención ante la inminente irrupción de un nuevo sexenio. El sexenio de Manolo Jiménez Salinas.
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¿Y el sabio, el pensador perseguido, el gran Baruch Spinoza, muerto prematuramente de una enfermedad a los 45 años, qué tiene qué ver con esto? Todo. Al leer “Tratado sobre la reforma del pensamiento” (obra inconclusa del gran filósofo), este habla de tres grandes males que son la ruina de los hombres: entregarse a la riqueza, al placer sensual y al honor. Anota el filósofo, “cada una distrae el espíritu de cualquier pensamiento relativo a otro bien...”. Y no conozco ni reconozco en Manolo tales afanes. Las pocas o muchas veces que he platicado con él, es frugal en su comida y en su bebida, viste como todos nosotros: norteño, pues. Habla como nosotros, bebe como nosotros. Es decir, no finge estar con el pueblo, sus gobernados: él es uno más de nosotros, de eso llamado pueblo.
En su célebre Proposición XXX, Spinoza lanza un obús: “Acerca de la duración de nuestro cuerpo no podemos tener, sino un conocimiento muy inadecuado”. El “Cowboy Urbano” lo sabe: somos efímeros, pero su buen gobierno puede ser recordado por siempre...
LETRAS MINÚSCULAS
La elección es de trámite. Le tengo muchas palabras de lo que viene...
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