El turismo comunitario, una experiencia genuina
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No hay candado que la clase política mexicana pueda ponerle a las expresiones populares del catolicismo. Desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección visité algunos pueblos originarios percatándome de que, aunque los partidos políticos lo intenten, no pueden aproximarse a tener ni siquiera una presencia velada en estas celebraciones en las que participa un número grande de infantes.
Es el caso de los pobladores de San Miguel Tenango, situado en el municipio de Zacatlán de las Manzanas, Puebla, a media hora de la cabecera municipal en la parte alta de la sierra, en donde la neblina se enseñorea del paisaje por la mañana. Cuenta con una población que rebasa apenas los mil 300 habitantes, en su totalidad de origen nahua. Acudí el pasado domingo 31 de marzo de 2024 a este lugar de calles que bordean cerros.
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Inicialmente en este pueblo se acuñaban monedas de cobre por ser este metal muy abundante. Se celebró el “Primer Domingo Cultural” con danzas étnicas, poemas en náhuatl y reseñas históricas. Entre otros atractivos, en San Miguel Tenango existe una peña que se distingue por parecer la cabeza de un águila (Tzahtzitipetl), además de pinturas rupestres (Ixcuicuiltitl), una rica gastronomía y la presencia polícroma de sus mujeres ataviadas por su bello ropaje tradicional; lo que hace a San Miguel Tenango un lugar especial para las prácticas turísticas y su gente lo sabe, por ello están organizándose desde la sociedad civil para desarrollar productos atractivos para los visitantes.
Conocí a los integrantes de la asociación Cuidemac (Comunidades Indígenas Unidas en Defensa del Maíz y Nuestra Cultura), conformado por gente nahua y presidido por Marcelina González Hernández. Apoya logísticamente a este grupo, casi conformado por mujeres, la doctora en medicina Yolanda Luna Pérez.
Yolanda me dijo, ataviada bellamente con el traje tradicional de sus raíces étnicas: “estamos dispuestos a realizar nuestros sueños”. Ella es un ejemplo vivo de que es posible para una mujer nahua tener estudios profesionales y ejercer con los suyos la inteligencia por el bien común, en un contexto en el que el máximo grado de estudios es la secundaria. El grupo formado por ocho mujeres y tres hombres creó el proyecto de turismo comunitario Matsepan Ninimican (caminemos juntos) y ya son parte de la Asociación Nacional de Ciudadanos por el Bien Común que, para efectos operativos, tiene la Fundación Tequio.
Ese domingo, después de una ceremonia para honrar al maíz, hubo fiesta popular exponiéndose danzas como la de los negritos que expresan el vínculo de antaño con la negritud; danzas de xochipitzahua (de flores) y de “charritos”. Aunque ese día iniciaban campañas políticas en la capital de Puebla, y de pronto estaba “colado” en la ceremonia algún representante del candidato a gobernador por parte de Morena, los ciudadanos ya saben lo que quieren. Exigen el respeto a sus tradiciones y a su patrimonio natural. Para fortuna saben de las promesas incumplidas de anteriores campañas y no están dispuestos a regalar su voto.
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Las celebraciones religiosas en pueblos originarios son memorables, los sentimientos de la gente que conserva lo propio se traducen en miradas diáfanas, no hay cansancio físico que merme su pasión.
El turismo comunitario, llamado también turismo rural, es una respuesta orgánica a los turistas que buscan experiencias genuinas, como las que se pueden experimentar en San Miguel Tenango, municipio de Zacatlán de las Manzanas, Puebla.