Elecciones 2024: ¿delincuencia pone en riesgo la democracia?
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La situación de otras entidades del país, donde la delincuencia impone sus reglas y eso pone en riesgo el desarrollo del proceso electoral, debe preocuparnos a todos
El diario Milenio difundió ayer un análisis elaborado mediante el cruce de información sobre presencia de grupos criminales, sistematizada por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), y los mapas de los distritos electorales del país, que conduce a conclusiones sumamente preocupantes.
De acuerdo con el medio, en al menos 40 distritos electorales del país, distribuidos en 10 entidades federativas del país, la realización del proceso electoral en marcha está en riesgo. Con distintos grados de complejidad, los 40 distritos analizados registran la presencia de grupos criminales cuyas operaciones implican desplazar a las autoridades gubernamentales como los responsables de conducir la vida pública.
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Ninguna de estas demarcaciones, sobre los cuales estarían encendidos los “focos rojos”, se encuentran en Coahuila y esa es una buena noticia. Sin embargo, el que la realidad retratada por este análisis no se encuentre geográficamente cercana a nosotros no puede traducirse en que no nos importe.
La primera y más significativa razón para que nos importe lo que ocurre en Guerrero, Michoacán o Guanajuato es que ignorar la realidad de esas entidades solamente nos condena a que todos, tarde o temprano, seamos envueltos por ella.
En otras palabras: o nos ocupamos todos juntos de visibilizar −con la intención de resolverla− la problemática que implica el avance de la delincuencia en las regiones del país donde han logrado controlar la vida pública, o terminaremos padeciéndola.
No podemos −no debemos− normalizar el que los delincuentes sustituyan a las instituciones públicas. No podemos −ni debemos− decir, sin escandalizarnos, que las mafias delincuenciales “cuentan con base social”, como lo ha señalado el Presidente de la República.
Y no podemos normalizar ninguna de estas circunstancias porque la realidad a la cual conducen es exactamente la contraria a la aspiración democrática que ha animado la vida de la república desde que decidimos luchar para obtener nuestra libertad.
No podemos normalizar estas conductas porque implican renunciar a todos los bienes intangibles que promete la democracia y que son más valiosos que los bienes materiales. Porque no se trata solamente de no poder votar en libertad: se trata del riesgo de no poder vivir en libertad.
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El diagnóstico realizado por Milenio puede ser mejorado o corregido. Algunos de sus aspectos puntuales pueden no ser suficientemente certeros o tener fallas de valoración de algún detalle específico, en una región concreta. Pero lo que no puede negarse es que se trata de una llamada de alerta que resulta oportuna y debe ser atendida.
Hay que decirlo con todas sus letras: la democracia mexicana está bajo amenaza debido a la presencia de grupos delincuenciales, cuyos objetivos no tienen nada que ver con los propósitos de la sociedad mexicana, pero que pueden terminar siéndonos impuestos. Que la alerta nos alarme y nos provoque a la acción.