En Coahuila, ¿la calidad del aire sólo se mide para tener datos?

Opinión
/ 24 enero 2024
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Medir con el único propósito de tener datos es un despropósito. Lo que importa en realidad es lo que se hace con los datos, es decir, las decisiones que se toman para cambiar la realidad

Se ha dicho en todos los tonos posibles: medir sistemáticamente alguna variable, relativa a cualquier fenómeno natural o humano, es algo que tiene sentido solamente si los datos provenientes de la medición se utilizan para tomar decisiones. En otras palabras, no se mide sólo para tener datos, sino para actuar en la realidad.

Este sencillo principio, sin embargo, parece ajeno a cualquier lógica de trabajo gubernamental, por lo menos en México. Y es que, como demuestra tercamente la realidad, nuestras autoridades parecen decididas a ignorar de forma consistente lo que muestran los datos.

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Uno de los aspectos en los cuales esta conducta resulta más perniciosa es el relativo a la contaminación ambiental. En especial, la relacionada con el aire que respiramos quienes habitamos las zonas urbanas y que se encuentra, de acuerdo con cualquier medición seria, contaminado más allá de los límites tolerables.

Lo hemos señalado en forma reiterada a partir de los datos que proporcionan las mediciones internacionales: el aire que respiramos constituye, hoy por hoy, uno de los mayores riesgos para la salud de los seres humanos y, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la contaminación atmosférica es responsable de la muerte prematura de siete millones de personas cada año.

Pese a la gravedad de la situación, tal como lo consignamos en esta edición, las autoridades responsables de cuidar el medio ambiente en Coahuila no han sido capaces ni siquiera de construir un sistema completo y eficaz de monitoreo de la calidad del aire. La lógica detrás de tal actitud pareciera ser que, si no se mide, entonces la contaminación no existen.

Y el problema no radica en la ausencia o escasez de diagnósticos. Desde hace siete años, cuando se estableció el Programa de Gestión para Mejorar la Calidad el Aire del Estado de Coahuila de Zaragoza (ProAire), un diagnóstico inicial indicaba claramente el camino a seguir: era necesario contar con al menos 10 estaciones de monitoreo del aire en la entidad.

La meta, de acuerdo con el documento que cualquiera puede consultar en línea, debe cumplirse a más tardar el año 2026. Pero en todo este tiempo, de las seis estaciones de monitoreo que debían entrar en operación solamente se adquirió una.

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La excusa para intentar justificar tal realidad es la que cualquiera puede adivinar con apenas un poco de esfuerzo: no hay presupuesto para financiar el proyecto. La realidad detrás de la decisión es de lo más grave: en realidad no nos importa que la contaminación atmosférica se convierta en un problema de salud pública dada día más grave.

Nadie intenta generar una sensación de alarma injustificada. El problema es real, está aquí y provoca diversas enfermedades a millones de personas alrededor del mundo. También le cuesta la vida a muchas más. Resulta realmente absurda nuestra incapacidad para reaccionar frente a tal situación o, al menos, para asumir la existencia de un problema.

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