La Cuenca de Burgos es un área donde se ubica uno de los principales yacimientos de gas shale en el norte de México. Se trata, sin embargo, de un yacimiento transnacional que no solamente puede ser explotado en nuestro país sino también en los Estados Unidos.
Puntualizar la característica anterior es relevante por la posición dicotómica adoptada a ambos lados de la frontera respecto de tal hidrocarburo: mientras en el vecino país se explota ampliamente, en México se ha impuesto una prohibición absoluta a dicha posibilidad.
La política restrictiva, impulsada por el gobierno del presidente López Obrador ha implicado incluso que paguemos un “doble costo” por dicha decisión, pues nos privamos del ingreso que podría generar su explotación y además debemos adquirir casi la totalidad del gas que utilizamos, en la industria y los hogares, desde los Estados Unidos.
Ante tal realidad, el Clúster de Energía de Coahuila ha planteado la necesidad de “revivir” el proyecto de aprovechamiento del yacimiento de la Cuenca de Burgos donde se ubica casi una tercera parte de las reservas de gas del país.
“México, contra lo que mucha gente cree, tiene más gas que petróleo. De sus reservas de hidrocarburos, poco más de la mitad, como 53 por ciento, son de gas, y el 47 por ciento es de petróleo”, ha dicho al respecto Víctor Manuel Maldonado, director Ejecutivo del Clúster.
Más aún, del total de las reservas de gas, aproximadamente dos terceras partes son de gas shale o gas de lutitas, y alrededor del 30 por ciento de ese volumen se encuentra en Coahuila, lo cual constituye -pero sólo en teoría- una ventaja competitiva para la entidad.
“Es probable que exista un cambio en la política energética con una nueva administración (federal). Más que nada porque es una necesidad que no se puede interrumpir, por la vulnerabilidad del gas y la tendencia mundial que es a favor de las energías limpias”, ha dicho Maldonado.
Es verdad que la extracción del gas shale implica riesgos ambientales y estos deben ser tomados en cuenta a la hora de autorizar su aprovechamiento. También lo es que en múltiples ocasiones se han actualizado las peores realidades que plantea la explotación de los recursos del subsuelo y eso invita a considerar que es preferible no autorizarla.
Sin embargo, resulta indispensable considerar la fría realidad: en el subsuelo de Coahuila existe un recurso que está siendo aprovechado por una nación vecina lo cual les permite incrementar la ventaja que tienen sobre nosotros pues implica asumir un costo muy alto que no podemos darnos el lujo de pagar.
Cabría esperar por ello que las voces que invitan a reconsiderar la posición actual sean escuchadas y que eso se traduzca en la mejor de las realidades posibles: el diseño e implementación de una política energética que garantice la explotación sustentable de los recursos naturales.
Se trata de una ruta compleja, pero posible. Tan posible que está siendo implementada en otras partes del mundo.