Hablemos de Dios 207

Opinión
/ 4 enero 2025

Dios y la divinidad, Dios y los hombres, Dios y nosotros en general. Dios y los poetas. Dios, siempre Dios por delante. En un buen autor, uno encuentra todo. En su palabra se condensan mundos enteros para analizar y disfrutar. No es un elogio gratuito, sino voluntad y destino. Lo he dicho varias ocasiones anteriores: os poetas traen la verdad en su palabra. Abordan todos los tópicos, temas y aristas posibles y mojan su pluma en todos los ríos y lagunas afines al ser humano.

Es el caso del ibérico Luis Alberto de Cuenca. Tengo en la mano una antología de sus textos, “Jardín de la memoria”. De su vasta producción, esta recopilación de sus textos poéticos, tiene la virtud de que es una antología personal. El propio poeta la seleccionó, pues. Y sus registros y temas son variados. Lo señalé líneas arriba. Van para usted algunos ejemplos azar, al parecer y si no recuerdo mal, ya le di dos al respecto, pero vale la pena repasarlos.

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Dos flashazos al azar. Aquí usted encontrará humores/olores: “¿Y a qué olían tus ojos?” luego, “Olí una mezcla de perfume y sangre.” Fetichistas somos todos, al abrir el vestido de la musa amada, éste olía a “flor mojada”. ¿Sudor, aroma de mujer, perfume, o de plano como Josefina la de Napoleón que le espera sin bañarse por semanas? No poca cosa, señor lector. Regresemos al “Fetish”...

“Tu última visión antes del sueño
son unos zapatitos de cristal
pateándote los riñones”

¿Referencias a la buena música, aquella que no necesita de partituras, sino de libertad y solvencia de creación como el jazz? El bueno y eterno y triste y melancólico jazz. Sin duda, como buen autor que lo invade todo y lo quiere abarcar todo, Luis Alberto de Cueca, lo escribe así:

“Oyendo a Dinah Washington –son las diez de la noche/ De un veintitrés de octubre–, se me ocurre decirle/ Al presunto lector de mi “literatura”/ Que procure evitarla como se evita a un huésped/ Molesto...”

Al final del texto el cual se cumple cabalmente, deja caer lo siguiente: “que entienda que lo lee/ como lo que es: un grito (o un susurro) de angustia/ y soledad.” Caray, y qué si no es lo anterior es el jazz: un grito en silencio pidiendo ayuda para morir en soledad.

Pero lo bien cierto y para seguir con nuestra tirada de naipes de esta tertulia sabatina hablando y explorando a Dios, ¿qué piensa o que sabe o que idealiza o que poetiza Luis Alberto de Cuenca sobre Dios o sobre la Biblia? Hay un texto suyo titulado “Religión y poesía”, sí señor. Donde habla en pocos versos, pero milimétricos y pesados, de tres conceptos fundamentales que el catolicísimo ha aportado al mundo cristiano y no cristiano: la alabanza, el júbilo de ser y el drama.

En otro buen poema, Luis Alberto de Cuenca escribe lo siguiente: “A golpe de dolor, Gólgota arriba,/ con la cruz de la angustia a las espaldas/ y el pecho devorado por el buitre/ de una lenta y cruel melancolía, seguimos avanzando”. Caray, qué manera magistral de condensar hoy la vida de creyentes por igual: agobiados por la “nada” (es decir, Internet y sus redes que todo lo pudren), hoy el moderno “Dios” es un “celular inteligente” atado a la mano. Los celulares son “inteligentes”...

ESQUINA-BAJAN

Pero un gran porcentaje de seres humanos dejaron de ser inteligentes. Es decir, dejaron de ser personas y usted lo sabe, al etimología de la palabra es eso, “personae”, suena pro sí misma, sonar por sí mismo, hablar y ser inteligente uno mismo y nadie más.

Regresemos a los versos poderosos del poeta ibérico. Hay un poema donde da una lección de quién es “Dios” y de qué lado está. Es decir, el hombre es escritor, poeta y periodista y nosotros los escritores, poetas y periodistas debemos tomar partido (eso de ser “objetivos” es basura, no existe). Sí señores, debemos tomar partido y siempre por los desposeídos, por los humildes, por los migrantes, por los jodidos de alma, cuerpo y corazón. Y claro, los jodidos de lana y hambrientos. Así de sencillo y complicado. Lea usted unos versos de su poema “Álzate, corazón”:

“Álzate, viejo amigo, que el dios de los humildes
ha vuelto de su viaje al país de las sombras
y alumbra con su ojo la prisión en que yaces,
limando los barrotes de tu melancolía”

Caray y caramba con este poeta garboso. Qué manera de hablar de Jesucristo sin nombrarlo. Y pone en el tapete de la discusión el mal del siglo XX y XXI del cual he hablado harto y siempre: la melancolía, la tristeza, la ictericia; lo que hoy le dicen es depresión.

Ya me acabé el espacio y como siempre, pero en la próxima tertulia le hablaré y glosaremos los versos de un texto que el poeta ha bautizado como “Sobre el Cantar de los Cantares”. ¿El amor siempre salva? Según la apuesta del poeta Cuenca, no. texto bueno y perturbador. Parte tiene razón, en el mundo real, no siempre hay una “Margarita”, la cual salve al “Fausto”, al Doctor Faustus que todos llevamos en nuestra alma.

LETRAS MINÚSCULAS

“... y la muerte/ va dibujando abismos en mi espalda,/ y Dios no me hace caso...” Ja, lo de siempre. Buen texto.

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