(im)Productividad legislativa: nada nuevo en el Congreso de Coahuila

Enterarnos de que quienes integran el Poder Legislativo -a nivel estatal o federal- resulten poco productivos, no es ninguna novedad. Pero el que se trate de una situación común no es condición para dejar de señalar el hecho porque se trata de personas cuyos “servicios” nos cuestan mucho.

Tampoco habría demasiado problema si la “productividad” -medida a partir del número de iniciativas presentadas en tribuna- se compensara con actividades dignas de reconocimiento como la defensa real de los intereses de la ciudadanía. Por desgracia, tampoco es así.

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El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición, relativo al magro resultado que arrojan las estadísticas de la actual Legislatura del Congreso de Coahuila, respecto del número de iniciativas presentadas por la mayoría de quienes integran dicho poder.

De acuerdo con dichas estadísticas, más de la mitad de las 25 personas que ocupan una curul en el Congreso -y cobran puntualmente su salario- han presentado menos de una decena de propuestas de elaboración propia lo cual, 25 meses después de haber asumido el cargo, bien puede calificarse de un muy pobre resultado.

Lo anterior resulta más cierto cuando se compara la “productividad” de nuestros representantes con menos iniciativas con la de aquellos que han decidido dedicar más tiempo a dicho propósito: hay quienes, como el diputado Mario Cepeda, no ha presentado una sola; o sus compañeros Hugo Dávila, Olivia Martínez y Jorge Abdalá, que solo han presentado una.

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En contraste, la legisladora Mayra Valdés ha presentado 53 iniciativas, mientras que Francisco Cortez, Laura Aguilar, Lizbeth Ogazón y Teresa Meraz, quienes tienen 34, 44, 46 y 49 respectivamente.

Más aún: hay quienes desde la trinchera ciudadana -y sin cobrar un centavo- han presentado más iniciativas que nuestros “representantes”, pues de acuerdo con la estadística legislativa en los últimos 27 meses la ciudadanía ha remitido 34 propuestas de modificaciones legales al Congreso.

El número de propuestas para crear o reformar leyes no es el único -y probablemente tampoco el mejor- parámetro para determinar quién sí -y quién no- cumple de forma adecuada con la tarea de representarnos. Sin embargo, sí es una buena medida para evaluar el grado de responsabilidad que se asume en el cumplimiento del encargo.

Se trata, además, de un buen parámetro para calificar a quienes, formando parte de la actual Legislatura estatal, buscan que el electorado les ratifique en el cargo mediante la figura de la reelección.

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Por lo demás, la estadística -fría e impersonal- retrata con precisión el tiempo que se dedica a la tarea sustantiva de un legislador: trabajar en el perfeccionamiento de nuestro sistema normativo. Si no se presentan iniciativas, difícilmente puede decirse que se realice un trabajo de carácter legislativo.

Ahí están los datos. Lo que sigue ahora es que, como reza la protesta que todo servidor público rinde al asumir el cargo, la sociedad les demande a nuestros actuales representantes el cumplimiento del juramento.