Implacable voz
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Ernesto Sábato comenta sobre la responsabilidad: “Tú no tienes la culpa, pero sí la responsabilidad”, y es cierto, tal vez individualmente no tengamos la culpa de muchas realidades que cotidianamente se presentan, de esas situaciones que nos ponen a prueba, inclusive al borde de la desesperación, pero somos responsables de las acciones que, ante estas circunstancias, es necesario emprender.
TESTIMONIO
En este contexto, el teólogo brasileño Leonardo Boff se refiere a la idea de la conciencia como una voz interna que a menudo nos guía hacia lo que consideramos correcto o ético. La idea de que la conciencia está por encima del orden establecido y de las leyes vigentes se relaciona con la noción de que, en ocasiones, lo que es legal o permitido por la sociedad puede entrar en conflicto con lo que uno siente como moralmente correcto.
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Así lo manifiesta: “Hay una voz dentro de nosotros que nunca conseguimos acallar. Es la voz de la conciencia. Ella está por encima del orden establecido y de las leyes vigentes (...) nadie se puede librar de la voz interior, la naturaleza primera, que inapelablemente lo acusa y pide castigo. Puede huir como Caín, pero ella continúa, como un tímpano, vibrando dentro de él. El corrupto huye, aunque la justicia no lo persiga. ¿Quién ve dentro del corazón, para quien no existen secretos ni cámaras secretas? De nuevo la conciencia: ella juzga, amonesta, corroe por dentro, aplaude y condena.
Las personas de espíritu de ayer y de hoy dan este testimonio: la conciencia es Dios dentro de nosotros. Poco importa el nombre que le demos según las diferentes culturas. Se trata de una instancia que es más alta que nosotros, cuya voz no consigue ser sofocada por el vocerío humano por fuerte que sea. Con acierto escribió Séneca: «La conciencia es Dios dentro de ti, junto a ti y contigo».
Abundan los ejemplos históricos. Voy a referir uno antiguo y otro moderno. En el año 310 el emperador romano Maximiliano mandó diezmar a una unidad de soldados cristianos porque se negaron a matar inocentes. Antes de ser degollados escribieron al emperador: «Somos tus soldados, emperador, pero antes somos siervos de Dios. A ti te hicimos el juramento imperial, pero a Dios prometimos no practicar ningún mal. Preferimos morir a matar. Elegimos ser muertos como inocentes a vivir con la conciencia acusándonos siempre».
Mil quinientos años después, el 3 de febrero de 1944, un soldado alemán y cristiano escribió a sus padres: «Queridos, he sido condenado a muerte porque me he negado a fusilar a presos rusos indefensos. Prefiero morir a llevar toda mi vida sobre mi conciencia la sangre de inocentes. Fue usted, querida madre, quien me enseñó a seguir siempre la conciencia y sólo después las órdenes de los hombres. Ahora ha llegado la hora de vivir esta verdad». Y acabó fusilado”.
SOMOS...
En un ámbito más amplio tal vez, individualmente, no seremos culpables de la inaceptable pobreza que millones de hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, padecen en nuestro país, de la creciente corrupción, impunidad, injusticia, dolor y desolación en la que la mayoría de los mexicanos intenta sobrevivir.
Pudiésemos no ser los culpables de lo mencionado, pero, como dice Sábato, somos responsables de la respuesta que damos a estas realidades; lo somos frente a la familia, al medio ambiente y, evidentemente, ante los demás, ante la sociedad.
ABORRECIBLE
Somos responsables de todo lo que la vida nos ha otorgado: nuestros talentos, el don de la vida, la tierra, los animales, nuestro cuerpo y nuestras relaciones. También somos responsables de nuestra contribución a la comunidad, de ese pequeño aporte que puede hacer que las cosas sean mejores. Pero también somos responsables de cómo respondemos al dolor, la enfermedad y las situaciones difíciles e incomprensibles que inevitablemente surgen en nuestro efímero viaje.
Existen personas que optan por vivir sin destacar, ni fríos ni calientes, evitando comprometerse con una posición clara. Estas personas usan gafas oscuras para evitar ver, para ignorar lo que está sucediendo a su alrededor. Eligen desvincularse de los acontecimientos en el país o su comunidad, optando por una vida privada, o se refugian en la indiferencia de la multitud, tratando de lavarse las manos frente a la injusticia, la pobreza o el sufrimiento de los demás. Sin embargo, la realidad es que, con esta actitud, solo se convierten en cómplices y corresponsables de la injusticia que intentan en vano evitar mirar.
Lo que estas personas desconocen es que esta indiferencia de conciencia, tan despreciada, algún día quedará al descubierto, y entonces perderán su paz y su fugaz sensación de seguridad.
NO DECIDIR...
Y somos responsables porque, insisto, somos inevitablemente libres: no decidir es haber tomado una decisión. Siempre elegimos, aunque en ocasiones preferiríamos no tener que hacerlo. Sabemos que no somos libres de elegir lo que nos sucede y lo que acontece, pero sí de la manera en que respondemos a lo que ha sucedido.
En palabras de Aristóteles: “Siempre que está en nuestro poder el hacer, también está en nuestro poder el no hacer, y siempre que está en nuestro poder el no hacer, también está en nuestro poder el hacer, de modo que si está en nuestro poder actuar cuando es lo correcto, también lo está para abstenernos de actuar cuando es incorrecto hacerlo”... Una vez más, se trata de la voz de la conciencia.
DEBERES
Ante tanta diversidad, existen numerosas formas de vivir, pero creo que hay modos que restringen la posibilidad de una vida plena y satisfactoria, y estos modos son, evidentemente, aquellos que ignoran la voz de la conciencia.
Existen maneras de existir que, alejadas de esa voz interna, desprecian y excluyen cualquier oportunidad de aprender a responder de manera activa y positiva ante la vida. Hay estilos de vida que impiden liberarse de la coacción social, material o instintiva, y renunciar a ser marionetas; modos que no permiten tomar las riendas de la vida y adaptarse con alegría a su significado, desafíos, éxitos y fracasos.
Afortunadamente, también existen personas que están de acuerdo con la afirmación de Camus: “La libertad no se trata de privilegios, sino que se compone principalmente de deberes”.
SEGUIR
Siguiendo con Sábato: “El mundo del que somos responsables es este, y aquí es donde nos hiere con el dolor y la desdicha, pero también donde nos brinda la plenitud de la existencia, esta sangre, este fuego, este amor, esta anticipación de la muerte. Es el único que nos ofrece un jardín en el crepúsculo, el roce de la mano de aquellos a quienes amamos”.
“Cuando asumimos la responsabilidad por el dolor de los demás, nuestro compromiso nos proporciona un sentido que nos eleva por encima de la fatalidad de la historia. Como guardianes, los seres humanos deben permanecer en alerta, porque cualquier cambio requiere creatividad y novedad en relación a lo que estamos viviendo. La creatividad solo florece en la libertad, y esto está estrechamente ligado al sentido de la responsabilidad”.
Elegir seguir la voz de la conciencia, la responsabilidad y el compromiso ante la libertad y la propia existencia puede que no nos llene las manos, pero sí las mantendrá limpias. Estas manos limpias son precisamente las que Dios no solo observa, sino que acoge, bendice y abraza. Cuando decidimos seguir la guía de nuestra conciencia, asumimos la responsabilidad y el compromiso frente a la libertad y la existencia.
INTOCABLE
Insiste Boff: “¿Qué fuerza es ésta que en estos dos pequeños relatos llenó de valor a los soldados romanos y al soldado alemán para poder actuar así?, ¿qué voz es la que los aconsejó antes morir que matar?, ¿qué poder posee esa voz interior hasta el punto de vencer el miedo natural a morir? Es la voz imperiosa de la conciencia. Nosotros no la creamos, por eso no podemos destruirla. Podemos desobedecerla. Negarla. Reprimir los remordimientos. Pero silenciarla, no podemos”.
Es la conciencia la que inevitablemente acompaña nuestra existencia, siendo también la piedra angular de la responsabilidad e integridad personal. Por eso, los corruptos y malvados no tienen salida alguna. La voz de la conciencia es intocable y suprema, y cada persona es el guardián último de su propia integridad moral. No hay forma de escapar. Esta voz siempre prevalece.
Escuchar y seguir esta voz es lo que, en mucho, nos permite vivir sin arrepentimientos y sin lamentaciones.
cgutierrez@tec.mx
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