Insidious Cap. 5: La desmemoria administrativa en Coahuila
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Acabo de ver la quinta entrega y supuesta conclusión de la saga “Insidious” (La Noche del Demonio), “Capítulo 5: La Puerta Roja”.
Creo que fui al cine más por escapar un rato del calor que otra cosa, aunque honestamente sí quería ver el supuesto cierre de esta franquicia iniciada hace 11 años por James Wan, creador también de “El Conjuro” y todo su “Conjuroverso” (La Monja, Anabelle, La Llorona, etcétera).
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Y es que, no sé si ya le había comentado, desde niño me chiflan las películas de horror, pese a que los años me han hecho perfectamente consciente de que hay que ver un promedio de 12 cintas mediocres de este género para ver una o dos medio decentes.
Hace unos meses se publicó una estadística que decía que México es el país que más consume cine de horror y, de acuerdo con algunas opiniones, esto sería propio de sociedades muy castigadas por la violencia y otras desgracias cotidianas y que, a través de las cintas de sustos y espantos, buscan hacer catarsis y reconfortarse mediante el contraste de la ficción con la realidad.
Yo no sé si tal cosa sea cierta, pero quiere decir que en algún nivel nuestra mente se dice: “Pues sí, el crimen está de la chingada, no veo futuro con esta crisis inflacionaria, el sistema de salud está cada día más precario y viendo a ‘las corcholatas’ dudo que la cosa se vaya a componer pronto, pero al menos no acabé descuartizado como el cuate ese de la peli al que agarró la muchacha poseída”.
-¡Ah, no, bueno, tan siquiera!
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Mire, yo no sé. A mí me gustan desde niño, ya le digo, y no es como que tuviera en mi infancia algún miedo que soterrar debajo de las fantasías fílmicas, como no fuese, claro, el miedo a la separación de mis padres... y el miedo a la guerra nuclear... y el miedo al bully de la escuela... y el miedo al rechazo... y el miedo a las niñas... y el miedo a la perdición de mi alma (cortesía de la iglesia)... Pues fíjese que a lo mejor, después de todo, sí andaba enmascarando el horror de la realidad con mi afición a los churros de lo sobrenatural.
Tampoco hay que ser creyente o supersticioso para disfrutar de estas joyitas incomprendidas. Soy ateo y no creo en otro plano existencial más que en este, pero cuando una producción hace considerar lo contrario, aunque sea por un par de horas, podemos decir que el cine ha triunfado.
“Insidious 5. La Puerta Roja” y todas sus predecesoras pertenecen desde luego a las cintas menores del género. El divertimento barato que consiste en entretenernos con sustos y sobresaltos (jumpscares). Su planteamiento no puede ser tomado muy en serio, no obstante sus personajes y todo su “lore” han resultado lo bastante entrañables como para perdurar por una década y, en medio de la peor crisis de la industria cinematográfica (o quizás precisamente por eso), ser uno de los pocos estrenos con una recaudación decente por estos días (eso, o todo el mundo quiso quitarse el calor igual que yo).
Resulta que en esta nueva entrega, nuestros protagonistas (la familia Lambert) están distanciados. Pero el padre, Josh (Patrick Wilson, quien también dirige) y su hijo Dalton (el niño en coma y poseído de la primera cinta) han bloqueado todos sus recuerdos de las pelis anteriores. Y es que dado que fueron padre e hijo quienes tuvieron que lidiar con la peor parte, la madre contribuyó a sepultar sus traumas que, luego de caer en la desmemoria, prefirió no remover, pensando que así los ayudaría a rehacer mejor su vida. Error: aquella vieja colección de demonios que los atormentaba está de regreso haciéndoles la existencia miserable. Y ese es el punto de partida: la aparente amnesia de los Lambert quienes no saben cómo lidiar con esta situación pese a que ya una vez la superaron.
Nuestros héroes tendrán que destrabar su memoria para afrontar una vez más (esperemos que ya de manera definitiva) a los condenados chamucos que los martirizan, o de lo contrario sufrirán un infierno hasta su muerte y nunca sanarán su dañada relación familiar.
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“Insidious 5. La Puerta Roja” es un producto sólo para los amantes del género y fanáticos de la saga (5/10 estrellitas mi calificación: ¡Meh!).
-o-
Se publicó hace unos días un reportaje especial del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte: “En Coahuila ‘desaparecen’ expedientes de casos de corrupción” (7 julio 2023), mismo que no tuvo la resonancia que ameritaba.
De acuerdo con la investigación de Esmeralda Sánchez, la Secretaría de Fiscalización y Rendición de Cuentas de Coahuila no lleva ningún control sobre los casos de corrupción que involucran a funcionarios de esta Entidad durante los periodos de gobierno de los hermanos Moreira.
Así como lo lee: de los dos sexenios más corruptos en la historia del Estado no se guarda ninguna documentación relativa a los implicados. Y nadie sabe dónde están estos expedientes, ni siquiera la dependencia cuyo propósito sería precisamente la conservación de dicho material, la tal Secretaría de Fiscalización, encabezada por una tal Teresa Guajardo quien en todo momento se negó a encarar a la periodista, primero con excusas y luego con el más cobarde mutismo.
Si la tal dependencia está ocultando dicha información, si la destruyó, si no la tiene o si nunca hizo un levantamiento de la misma, está incurriendo en diversas faltas y delitos (sobre todo está faltando a su propia razón de ser) y la deja en evidencia como parte del mismo entramado de corrupción que desde hace dos (casi tres) sexenios ha venido encubriendo el rastro del monumental desfalco al erario y del que jamás se podrá recuperar Coahuila.
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Hay mucho material para seguir comentando, hoy sólo quería hacerlo superficialmente para señalar la gravedad de esta laguna en nuestros expedientes públicos que alguien deliberadamente creó.
Nuestro Estado carga con una maldición heredada por una sarta de demonios populistas y ladrones que aún andan libres por allí, gozando incluso de las simpatías del mandatario federal, quien juraba ser enemigo de la corrupción (¿Sí, tú...? ¡“Ándale”!).
Y lo más terrible es que desde el mismo Gobierno nos quieren lobotomizar administrativamente, nos quieren hacer perdedizos todos los documentos concernientes al moreirazo/megadeuda, nos quieren borrar los recuerdos para garantizarse impunidad ad vitam.
De manera que los coahuilenses, como en la referida película, jamás podremos deshacer el embrujo, conjurar a los demonios, romper con la maldición, si no traemos de vuelta intacta toda nuestra memoria, por dolorosa que resulte y sin importar quién caiga o a quién involucre.
Deberíamos estar clamando y exigiendo la recuperación de estos expedientes, sin los cuales, aquellos demonios de ingrato nombre y memoria seguirán reinando y haciendo de nuestra existencia una película de horror.
Encuesta Vanguardia
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