Manolo debe alzar la voz y pedir que no reestructuren la deuda
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La actual administración estatal debería detener cualquier intento por reestructurar la “megadeuda” de Coahuila y dejar que sea la próxima gestión la que tome la mejor decisión.
A menos de cinco meses de que concluya la administración del gobernador Miguel Riquelme, reestructurar la deuda bancaria a largo plazo no tiene ningún sentido. Se han hecho otras reestructuras sin que haya habido un marcado impacto en la deuda. ¿Por qué? Pues fácil, porque se sigue debiendo exactamente lo mismo.
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Es cierto que el Congreso estatal autorizó la posibilidad de que el gobierno negocie con los bancos la “megadeuda” de 36 mil millones de pesos, pero hacerlo en estos meses no tiene ningún sentido que no sea el de un negocio particular, pues a partir del 1 de diciembre quien tomará las riendas de la administración será Manolo Jiménez.
Hace unos días, en Torreón, el gobernador Riquelme dijo que no tenía prisa en sentarse con los bancos y refinanciar la deuda. No sólo no debe de tener prisa. No tendría ninguna razón para hacerlo cuando ya cuenta los días por terminar su gestión.
Reestructurar la deuda, que ya de por sí es un asunto de oprobio, pues lo único que se hace es patear el balón para adelante sin ningún impacto, representaría darles la razón a todas esas voces que −con razón− refieren que las reestructuras han sido negocio de unos cuantos.
Resulta ocioso que la actual administración quiera hacer esa movida financiera a semanas de dejar el cargo. Es preferible que sean los nuevos funcionarios quienes decidan.
Es el gobernador electo, Manolo Jiménez, quien debería alzar la voz para pedir que no se haga nada, y que sea ya su administración la que resuelva, pues cualquier decisión impactará a las finanzas de su gestión.
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Hay que recordar que Jiménez propuso y prometió en campaña crear un “Consejo de viabilidad financiera”, el cual decidirá cuál es la mejor opción en el tema de la “megadeuda”. Es por eso que el candidato electo debería “sugerir políticamente” que una decisión de tal tamaño no sea tomada sin el consenso de su equipo y, mejor aún, pedir que no se mueva nada de cara a su toma de posesión.
Si bien creo que la creación de esos consejos únicamente sirve para legitimar las acciones que toman los políticos, al menos sería bueno que en un inicio la administración entrante llegara sin sorpresas ni cambios de último minuto.
El gobernador Riquelme reconoció que la “megadeuda” del estado quedará igual al término de su sexenio, aunque se haya realizado un pago a capital conforme al servicio de la deuda.
Entonces, si va a quedar igual, ¿cuál es el caso de moverle a semanas de terminar la chamba?
Creo que en esta aplica aquel dicho: piensa mal y acertarás.
AL TIRO
En 12 años de “megedeuda”, el Gobierno estatal ha pagado más de 57 mil millones de pesos por lo que se conoce como el “servicio de la deuda”, de acuerdo con las mismas cuentas públicas de la administración estatal. Eso representa prácticamente haber pagado una vez y media la deuda.
Y a pesar de ese pago, con el que se pudo hacer muchísimas cosas en materia de obra, servicios, educación o salud, la deuda sigue intacta: se deben 36 mil millones de pesos.
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La actual administración ha pagado más de 28 mil millones de pesos y el gobernador ha admitido lo poco que se la abonó a capital. Además, ha dicho que será el nuevo mandatario a quien le tocará amortizar.
Si es así, dejen al nuevo gobernador y a su Consejo de viabilidad financiera decidir qué es lo mejor en este rubro.
Reestructurar una deuda a semanas de dejar la chamba, huele muy mal.