La casa morada. Un patrimonio generacional (1)
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La próxima semana se inaugurará el edificio “Derechos Humanos Siglo XXI” que será, por ley, la sede principal de la Academia IDH para llevar su función académica: promover, a partir de la educación e investigación científica de la dignidad humana, una nueva cultura de los derechos humanos que asegure agentes de cambio social que luchen por una sociedad libre, igualitaria y solidaria.
La casa morada será el hogar de los juristas del siglo 21. En ese lugar se impartirán desde los programas de educación jurídica superior (licenciatura, especialidades, maestría y doctorado) hasta las jornadas de investigación (talleres, laboratorios y seminarios). Es un recinto universitario que −para los que creemos en la idea del Buen Derecho− simboliza el cambio en la educación legal que hoy necesitamos para asegurar el funcionamiento adecuado de las instituciones del Derecho.
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En Coahuila, gracias a una política de Estado que se ha impulsado en la última década, hoy tenemos el mejor modelo de educación jurídica para cumplir la obligación constitucional prevista en el artículo primero: asegurar la promoción y defensa de los derechos humanos. La Academia IDH es una garantía institucional.
Después de casi 30 años de ejercicio profesional, tengo más que claro que los cambios que la sociedad reclama para asegurar una mejor aplicación de la ley dependen, en gran medida, de una buena educación jurídica.
Si no invertimos en forma correcta en la educación profesional de nuestro futuro generacional de los juristas del mañana, los costos son más caros para la sociedad: malas leyes, malas políticas públicas, malos operadores de la justicia.
Es evidente. Nos cuesta mucho más (recursos, tiempos, instituciones y procesos) querer enderezar las malas prácticas del Derecho que invertir en la formación adecuada de los que se encargarán de generar las buenas prácticas del Derecho. Es mucho más barato para la sociedad invertir en su educación, que corregir su ignorancia.
Es simple. Cuando te preguntas por qué hay violencia de género en contra de las mujeres (abuso sexual, feminicidios, etcétera), una respuesta radica en que podríamos tener una realidad distinta si la educación de nuestra comunidad hubiera sido mejor para erradicar los malos hábitos que producen la corrupción, la violencia, la arbitrariedad. Hubiera salido más barato para la comunidad educarnos en una cultura de igualdad, no discriminación y libre de violencia, que haber creado centros de justicia para las mujeres que, cada vez más, serán insuficientes si se reproduce más violencia por la falta de educación.
No sólo nos hubiéramos ahorrado en todos los juicios que necesitamos implementar en contra de feminicidas, violadores o golpeadores. Hubiéramos invertido mejor esos recursos en otras prioridades para la comunidad si la violencia de género no fuera una de las principales demandas de justicia en la realidad.
De igual manera, cuando nos damos cuenta que nuestra justicia no funciona, la respuesta es simple: la mala formación de los operadores de la ley. Sea porque desconocen el rigor de interpretar el Derecho en forma correcta, sea porque no están formados con valores adecuados para guiar su profesión en forma ética, sea porque no somos conscientes de la ignorancia que nos hace incompetentes. Si la sociedad hubiera invertido bien en su formación, los márgenes de una mala práctica profesional de la justicia serían mucho menores.
La importancia entonces de tener una buena casa para preparar a los profesionales del Derecho es una visión integral que, a mi juicio, pretende resolver de fondo los malos efectos del mal gobierno que reproducimos en nuestras instituciones que deben brindar protección legal.
En la última década, principalmente, he tenido la oportunidad de constatar un cambio generacional en mi comunidad. En forma gradual, el Estado ha invertido en forma adecuada en una nueva escuela de derechos humanos que hoy cuenta con mejores profesionales que aseguran una verdadera transformación social para las instituciones de la justicia.
Pocos lo ven. Pocos lo pueden entender. Pocos, incluso, lo valoran. Es parte de su ignorancia. Pero muchos −al final− se beneficiarán: cuando enfrenten un problema legal, si están en manos de profesionales serios y comprometidos con la dignidad humana, la rueda de la justicia seguramente será una mejor protección de sus derechos. De lo contrario, seguiremos sujetos a la arbitrariedad del ignorante, del mediocre o del simulador de la ley.
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#CasaMorada
El 17 de noviembre de 2018, mi generación universitaria colocó la primera piedra de la que hoy es la casa morada.
Muy pocos creyeron en que esa piedra se convertiría en un hogar sólido para la próxima generación. Muchos apostaron por destruirla. Muchos hicieron de todo para obstaculizar su construcción. Todavía lo hacen, con envidias, difamaciones y calumnias.
Cinco años después está lista su primera etapa. Es un edificio funcional, estético, moderno, accesible, incluyente y con alta tecnología digital educativa para ofrecer las mejores condiciones de formación profesional que aseguran la educación jurídica con perspectiva de derechos humanos.
Cuídenla. Defiéndanla. Pero sobre todo habítenla con mejores ideas, personas y proyectos transformadores que sean útiles para nuestra comunidad.
¡Vamos a inaugurarla la próxima semana!
Encuesta Vanguardia
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