Los cuatro círculos de la felicidad
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El doctor Daniel Amen, psiquiatra americano y experto en mapeos cerebrales, define en su libro “You, Happier: The 7 Neuroscience Secrets of Feeling Good Based on Your Brain Type” (Ser Más Feliz: Los 7 Secretos de la Neurociencia para Sentirte Bien Según tu Tipo de Cerebro) que existen cuatro círculos de la felicidad que debemos tomar en cuenta para lograr ser felices:
1.- Círculo biológico: Cómo desarrollar tu cuerpo y función cerebral en forma óptima.
2.- Círculo psicológico: Cómo desarrollar nuestros pensamientos y emociones en armonía.
3.- Círculo social: Cómo las relaciones sociales y vida afectiva tiene una gran influencia en nuestro bienestar mental.
4.- Círculo espiritual: La conexión con Dios y un sentido de vida profundo proporcionarán nuestra paz y sentido de logro.
Según el doctor Amen, nuestra vida debe estar en equilibrio con cada uno de los círculos anteriores y no existe uno más importante que otro. ¿Queremos ser felices? Pongamos cada uno de los pequeños momentos que vivimos en cada uno de los círculos. La felicidad no se encuentra en grandes experiencias, sino en cada minuto de nuestra existencia.
Muchos padres deseamos que nuestros hijos sean felices y pensamos que con darles el mejor celular o las mejores vacaciones lo serán. La vida, desde que nos despertamos, está llena de grandes oportunidades y basta con poner atención a los pequeños momentos de nuestra existencia. El cerebro aprecia más los micromomentos y saborea cada uno de los instantes de nuestra vida.
No requerimos de grandes cambios en nuestra vida para lograr ser muy felices. Si disfrutamos de las cosas pequeñas acumularemos más emociones positivas y lograremos alcanzar la felicidad. Quisiera darles algunos ejemplos de momentos probablemente insignificantes que producen felicidad de cada uno de los círculos:
Micromomento biológico: Probar una deliciosa taza de café, darle la primera mordida a una naranja jugosa y dulce, ponernos unos tenis y salir a caminar o trotar, tomar la mano y abrazar a mi pareja, ver un amanecer o atardecer, o escuchar mi música o canción favorita.
Micromomento psicológico: Resolver un crucigrama o un sudoku, reírme de algún chiste o programa de televisión, jugar una partida de ajedrez, leer alguna novela romántica o de ciencia ficción o resolver un problema matemático.
Micromomento social: Hablar por teléfono y escuchar la voz de mi pareja o de mi madre, recordar momentos de interacción con los hijos o nietos, enviar un texto divertido por WhatsApp a un amigo, dar un favor a otra persona o recibir un “gracias”.
Micromomento espiritual: Hacer una oración de agradecimiento cada noche antes de dormir, leer un pasaje bíblico y tener un momento de reflexión y meditación, realizar actividades que vayan dirigidas a mi sentido significativo de vida.
La felicidad no se logra con grandes experiencias, sino con la suma de esas pequeñeces que parecen experiencias insignificantes pero tienen un impacto muy profundo en nuestro cerebro para activar la serotonina, endorfina y dopamina que son las sustancias que impulsan a ser feliz.