Los derechos humanos de las y los estudiantes de medicina
¿Quién, en algún momento de su vida, no quiso dedicarse a la medicina? En lo personal, lo intenté y fallé. Pero para mi fortuna me encuentro rodeado de personas muy importantes para mí que están cumpliendo el sueño de ser profesionales de la salud. La carrera de medicina es una de las más difíciles de cursar en México; me explico: cinco años dentro de las aulas universitarias en las que existen prácticas clínicas hospitalarias de más de doce horas de duración, además de un sinfín de materias curriculares. Al concluir, las y los estudiantes deben realizar un año de internado médico de pregrado en alguna institución de salud. Esta es considerada una de las etapas más difíciles de la carrera, ya que incluye realizar guardias de hasta treinta y seis horas seguidas, sin oportunidad para dormir o comer, y en la que en algunos casos se sufren los malos tratos del personal médico bajo la idea de que las y los médicos “deben forjar su carácter para cumplir con las expectativas de una carrera tan demandante como medicina”.
En el séptimo año se realiza el servicio social. Este, en muchas ocasiones, se lleva a cabo lejos del lugar de residencia de las y los estudiantes, en comunidades de difícil acceso, con pocos recursos y nulas condiciones de seguridad. Cuando la o el estudiante logra concluir esta etapa de siete años obtiene el grado de médico general o médico cirujano. Sigue la etapa más complicada de todas: la residencia; esta puede durar desde dos hasta ocho años dependiendo de la especialidad elegida, es importante señalar que no todas las personas que aspiran a una residencia lo logran, ya que existe un número reducido de plazas disponibles.
Lamentablemente, gran parte de la comunidad estudiantil de la carrera de medicina, en todo el País, ha sido víctima de violaciones a sus derechos humanos; ejemplo de esto es el asesinato de Eric Andrade, el pasado 15 de julio; el asesinato de Luis Montes de Oca, en 2021; y el asesinato de María de la Torre, en 2014; todos y todas se encontraban cumpliendo con su servicio social cuando perdieron la vida.
Sumado a lo anterior, una gran cantidad de estudiantes a lo largo de toda la carrera sufren vejaciones a sus derechos humanos. Mauricio Sarmiento, médico y abogado especialista experto en temas de salud y derecho médico, sostiene que las y los estudiantes de residencia pasan hasta ochenta horas a la semana en el hospital, sin espacios idóneos para descansar o consumir alimentos; algunos de estos residentes han visto retrasos en los pagos de su salario de hasta seis meses, esto sin tomar en cuenta que el pago a las y los residentes, así como las becas a las y los médicos internos de pregrado y a las y los pasantes son muy bajas; aunado a ello, la explotación del estudiantado de medicina se justifica bajo el argumento de que contratar a más médicos costaría demasiado dinero al Estado.
La salud mental de las y los estudiantes de medicina es un tema de gran importancia que requiere atención inmediata. La ideación suicida es un fenómeno de frecuente ocurrencia en este grupo; en los últimos dos meses se registró el suicidio de dos alumnos, uno se encontraba realizando su servicio social y el otro cursaba el segundo año de la carrera. Lo anterior deja claro que no importa en qué etapa se encuentre la persona estudiante, la presión, el desgaste físico y mental, así como las extensas e intensas jornadas estudiantiles y laborales se presentan durante todo el transcurso de la carrera.
En concreto, la sociedad estudiantil de esta rama de la salud sufre constantes violaciones al derecho a la educación, al descanso, a la salud, a la integridad personal, a la vida; derecho a un pago justo, al disfrute del tiempo libre, la limitación razonable de las horas de trabajo; derecho al ocio; derecho al esparcimiento; entre otros.
Lo expuesto en estas líneas deja ver que existen problemas que requieren ser atendidos con una perspectiva de derechos humanos. Parece necesario recordar que el artículo primero de nuestra Constitución establece que todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de respetar, promover, proteger y garantizar los derechos humanos de todas las personas; esto claramente incluye a las y los estudiantes de medicina. En otras palabras, es menester que todas las autoridades en conjunto con las instituciones universitarias implementen normas oficiales, políticas públicas y programas educativos que brinden condiciones idóneas y seguras para que el alumnado curse la carrera de medicina de manera digna.
No podemos aspirar a una sociedad justa y desarrollada en la que se respeten los derechos humanos mientras las y los estudiantes de medicina sigan sufriendo este tipo de violaciones a sus derechos. Considero que las autoridades deben, tal como marca el texto constitucional, prevenir que los actos descritos en este texto se repitan y sancionar a quienes los cometan. Es momento de escuchar los reclamos y las solicitudes del estudiantado médico para lograr la más amplia protección de sus derechos humanos durante toda la carrera, es decir, dentro de las aulas universitarias, en las clínicas y hospitales, así como en las comunidades rurales en las que se lleva a cabo el servicio social.
El autor es auxiliar de investigación en el Centro de Estudios Constitucionales Comparados de la Academia Interamericana de Derechos Humanos
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH.