Marcelo, ‘El Tibio’, salió ‘con domingo siete’
COMPARTIR
“Salir con domingo siete”. Esa expresión coloquial significa salir con un disparate, despropósito o dislate; con algo dicho o hecho sin ton ni son. Tiene su origen en un cuento. Había en un pueblo dos jorobados. Uno de ellos atravesó un bosque en sábado, de noche, y fue a dar a donde estaban las brujas de la comarca celebrando su aquelarre. Subió a un árbol para, escondido, observar sus secretas ceremonias. Vio que formaban un círculo y daban vueltas en torno de una fogata al tiempo que cantaban una monótona melopea: “Lunes y martes y miércoles tres... Lunes y martes y miércoles tres...”. Y así repetidamente, una vez tras otra, sin variar. Se le ocurrió entonces al jorobado completar la aburrida cantaleta, y cuando las brujas entonaron por enésima vez aquello de: “Lunes y martes y miércoles tres...”, él cantó desde su escondite: “Jueves y viernes y sábado seis”. Tanto gustó a las hechiceras aquella añadidura consonante que aplaudieron al corcovado, entusiasmadas, y con su magia le quitaron la joroba, con lo cual el hombre quedó derecho como un whisky sin agua mineral. El otro jorobeta lo vio al día siguiente y le preguntó lleno de admiración –y envidia, hay que decirlo– cómo se había librado de su giba. El afortunado rimador le contó la historia de las brujas, y el otro se propuso ir al aquelarre a ver si corría con igual fortuna. Llegada la noche del sábado trepó al árbol. Llegaron las brujas, y en torno de la hoguera empezaron a cantar rítmicamente: “Lunes y martes y miércoles tres; jueves y viernes y sábado seis”. “Y domingo siete” –completó el jorobado–. Furiosas por aquel inarmónico estrambote que les descomponía la rima y métrica de su canción, las brujas lo apalearon, y a la joroba que tenía le añadieron la que le habían quitado al otro. De ese antiguo relato procede aquella locución coloquial: “salir con domingo siete”. Con eso salió Marcelo Ebrard tras convocar a sus partidarios y a los medios de comunicación para hacer un anuncio que, se esperaba, sacudiría al país, y que resultó agua de borrajas, té de carrizo, ni chicha ni limonada, ni fu ni fa. A más de rendir pleitesía al autor intelectual de todas sus angustias y todos sus quebrantos, Ebrard dio a conocer que iniciará un movimiento que, desde ahora se sabe, no moverá nada. Colgado de la brocha está, y con oscuros horizontes frente a sí. O canta la palinodia y vuelve a Morena, el rabo entre las piernas, contrito y apenado como el perrito que se comió el jabón, o se lanza –al abismo– por el MC, con lo cual dañará a México y beneficiará a quien lo defenestró, a más de dar la impresión de haberse prestado a servir de testaferro en un acuerdo oscuro entre Delgado y AMLO. Lo mejor que podría hacer sería sumarse a la causa democrática de Xóchitl Gálvez, y hacer de esa manera una valiosa aportación a la tarea de salvar al país del desastre continuista que lo amenaza. Si regresa al redil será como apestado, y lo más que podrá esperar de la dueña del bastón será una embajada en Fiji o un consulado en Timbuctú. Se dijo alguna vez de un tipo cuyo padre nació en Aguascalientes y su madre en Río Frío. Por tal motivo le decían “El tibio”. Así, tibio, se ha visto a Marcelo Ebrard: lleno de ambigüedades, de medias palabras, de indecisiones, de medias tintas, de vacilaciones. Alguna vez escribí un poema para decir que se debe tomar posición ante la vida y sus circunstancias, pues quien no lo haga quedará a merced de un destino que quién sabe a dónde lo conducirá. Breve es el tal poema, tan breve que consta solamente de cinco palabras. Debería leerlo el excanciller, al fin que su lectura no toma mucho tiempo. Dice: “Sí. No. Si no, sino”... FIN.
TE PUEDE INTERESAR: Recuerdos que parecen sueños y sueños que parecen recuerdos
Encuesta Vanguardia
https://vanguardia.com.mx/binrepository/1024x1024/0c0/1200d801/none/11604/RYUY/01_1-6958504_20230913004625.png
$urlImage