Mejor infraestructura: vital para el futuro inmediato
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La competitividad de las regiones se mide a partir de indicadores puntuales que son observados y evaluados por los inversionistas antes de decidir dónde colocarán sus recursos, sobre todo cuando se trata de proyectos a largo plazo. Y uno de esos indicadores es la infraestructura para el transporte y la movilidad de las personas.
Una infraestructura insuficiente -o deficiente- puede ser el factor decisivo para que las inversiones terminen aterrizando en otros lugares porque estos ofrezcan mejores condiciones para el traslado de materias primas o productos terminados, así como de quienes los producen.
En el caso de nuestra región, entendida esta como la conformada por el sureste de Coahuila y la zona metropolitana de Monterrey, el fenómeno de la relocalización (conocido como nearshoring) ha puesto de manifiesto la necesidad de acelerar el paso en lo que a creación de infraestructura de comunicaciones se refiere.
Proyectos como la ampliación del tramo carretero que une a Saltillo y Derramadero, o el tren suburbano “Coahuilteca”, que han consumido ya varios años de discusiones y de análisis sobre su viabilidad y pertinencia, tendrían que formar parte de las decisiones urgentes a tomar para sacarle provecho al fenómeno de la relocalización de inversiones.
Y es que aún cuando al promocionar la región se pondere la estabilidad laboral, la alta calidad en materia de recursos humanos o la seguridad, resulta complicado convencer a los inversionistas de que traigan sus proyectos a Derramadero, por ejemplo, si la vía de comunicación se encuentra más que saturada y el recorrido, aún siendo de unos pocos kilómetros, puede tomar incluso más de una hora.
Por otro lado también es indispensable considerar la calidad de vida que se ofrece a quienes laboran en las industrias asentadas en la Región y que hoy, debido a la ausencia de un sistema de transporte público eficiente y digno, deben desperdiciar varias horas al día en los traslados de su casa al trabajo y viceversa.
Por ello es necesaria la diversificación de los mecanismos de movilidad, en particular los que implican la posibilidad de trasladar a un gran número de personas de forma simultánea, como sería el tren suburbano.
La gran pregunta es, ¿por qué tardan tanto las decisiones que se requieren para consolidar tales proyectos si los beneficios de realizarlos son tan evidentes? En otras palabras, ¿qué hace falta para expedir las autorizaciones correspondientes, liberar el presupuesto y comenzar las obras?
Cabría esperar que, como lo han señalado recientemente fuentes de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) del Gobierno de la República, estemos viviendo las últimas semanas de espera en relación con ambos proyectos, aunque la experiencia de los últimos años no permite documentar el optimismo.
Mención aparte merece, desde luego, la necesidad de vías para conectar mejor las zonas metropolitanas de Saltillo y Monterrey, pues las existentes se encuentran igualmente saturadas.