Mirador 02/01/2024

Opinión
/ 2 enero 2024

Este nuevo año empieza entre las sombras, pero a lo lejos se ve brillar la luz.

El año que llega carga la desesperación del que se fue, pero en su fondo aletea, siquiera sea vacilantemente, la esperanza.

Temo lo que este año me hará, pero me inquieta lo que no haré yo en el año. Más pecados de omisión que de acción suelo cometer.

Me angustiaría el futuro de México si no conociera su pasado. A sus caídas ha seguido siempre un resurgimiento. A sus sinrazones ha sucedido siempre la razón. A las perversidades de sus malos hijos ha respondido siempre la nobleza y el amor a la patria de los buenos mexicanos, que son inmensa mayoría y, cuando el caso lo requiere, mayoría aplastante.

Tengo a orgullo saber que, según todo lo indica, la próxima Presidenta de México –así: Presidenta– será una mujer. Espero que, sea quien sea, no se deje manipular por ningún hombre, por poderoso que sea. Eso sería no sólo hacer traición a las ideas e ideales de la mujer mexicana de hoy: sería también dañar gravemente a este país urgido de un cambio de rumbo, pues el que le fue impuesto por el actual régimen conduce a la dictadura, a la pérdida de la libertad y de la democracia, a la falsificación de la justicia.

Feliz año nuevo, entonces.

Y, esperemos de todo corazón, feliz México nuevo.

¡Hasta mañana!...

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