Mirador 14/05/2022
Los años tienen dos oficios principales: pasar y aliviar penas.
Hace dos décadas y media acompañé a una generación de Ingenieros Químicos y Químicos Administradores del Tecnológico de Monterrey en la celebración del vigésimo quinto aniversario de su graduación, y peroré ante ellos. Al parecer no escarmentaron, pues me volvieron a invitar a sus 35 años de egresados.
Ahora el ingeniero José Eduardo Viera tuvo la gentileza de llamarme por los 50 años de la generación. Estarán con ellos, en espíritu, dos de sus maestros más apreciados: Ramón de la Peña Manrique, paisano mío saltillense, inolvidable, y el ingeniero Santiago Chuck Cárdenas, igualmente querido y recordado.
No podré estar en su celebración. Mis andanzas de juglar viajero me llevan hoy a Tampico. A la hora en que ellos estarán reunidos yo me hallaré quizá en “El Porvenir”, donde se está mejor que enfrente –enfrente está el panteón municipal-, degustando un coctel de pulpo y camarón y unas jaibas rellenas, si el tiempo no lo impide y previo permiso de la Autoridad.
Deseo muchos años más de celebraciones a estos ingenieros. Estoy seguro de que dan ahora el mismo buen ejemplo que de sus maestros recibieron.
¡Hasta mañana!...