Mirador 23/11/2023

Opinión
/ 23 noviembre 2023

El rey le pidió a San Virila que hiciera un milagro, pues estaba aburrido y necesitaba que alguien lo divirtiera.

San Virila lo convirtió en mosca. Dijo:

-Viven tan poco que no tienen tiempo de aburrirse.

Aquella noche el santo no podía conciliar el sueño. Lo atormentaba el remordimiento de haberle hecho al rey lo que le hizo. Fue a la capilla a meditar. Ahí recordó los trastornos que habían causado otros milagros. Cuando Yahvé hizo que el Sol se detuviera provocó un desorden cósmico que alteró la armonía del universo. La vez que Jesús llevó a cabo el prodigio de la pesca milagrosa hubo tal abundancia de pescados que el precio del producto se desplomó en el mercado, y los pescadores que no participaron del milagro sufrieron graves daños en su economía.

Pensó San Virila:

-Tendré que hacer el milagro de ya no hacer milagros.

¡Hasta mañana!...

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