Aquella vez tuvo don Luterito (Eleuterio se llamaba, pero todos le decían don Luterito) que venir al Saltillo. Se sometió a la tortura de vestirse y calzarse
En su más reciente número –el cuatro– hizo una crítica del alcalde del lugar. El señor prometió en su campaña que al llegar al fin de su mandato no habría en el pueblo un sólo poste sin su respectiva farola. No puso farolas, pero quitó postes
El recién casado llegó con su dulcinea a la puerta de la habitación del hotel donde pasarían su noche de bodas. El muchacho, nervioso, no atinaba a meter la llave en la cerradura
Bonaparte, emperador de los franceses, conquistador de reinos, vencedor de ejércitos, dueño y señor que fue de Europa, se molestó al oír que San Pedro mencionaba a Juan Pérez antes que a él
Dos horas después regresó al bar y le pidió al cantinero: ‘Deme tres copas de licor dulce’. Le indicó el hombre: ‘Ya le dije que eso reduce los ímpetus amorosos y apaga el deseo sensual’
La mula parece no escuchar. Toma un pasillo lerdo. A ese paso llegarán a su destino al otro día. Para colmo llovió mucho el anterior, y el camino es un fangal
A los pocos meses de casado el señor faltó una noche al domicilio conyugal. Lo esperó en vano su mujer. Preocupada salió luego a buscarlo, y lo halló en la cantina
El señor hizo a sus criaturas. Hizo al colibrí, y con el barro que le sobró hizo al elefante... Hizo al perro, y le iba a poner el ronroneo, pero en eso llegó el gato y se lo llevó