Músicos atrás del sol

Opinión
/ 7 agosto 2024

Para Sofía Isabel Figueroa con admiración

El miércoles 24 de julio pasado el violinista William Harvey y la fagotista Sofía Figueroa interpretaron el Dúo concertante para violín y fagot, en fa mayor, de Josef Fiala (1748-1816). El autor, contemporáneo de Mozart, lo que podría explicar que sea desconocido, compuso esta obra conformada por tres cortos movimientos. Un rápido allegro assai, lleno de alegre energía, en el que los instrumentos dialogan con frases cortas y cantarinas. Le sigue un adagio contrastante, lírico y expresivo en el que ahora el diálogo es sustituido por un acompañamiento armónico que realza con exquisita brillantez la belleza melódica. Cierra un nuevo allegro que retoma el tema del primer movimiento, propone variaciones y lo lleva a la explosión final con una bellísima elegancia formal.

Dado que el timbre del violín está en la escala de los agudos, y el del fagot en los graves, es poco frecuente encontrarlos unidos en el repertorio clásico. Al vuelo de la memoria viene el italiano divino Nicoló Paganini (1782-1840) con sus Tres Duetti Concertanti for violin and bassoon; el italiano Giuseppe Antonio Brescianello (ca 1690-1758) quien escribió, no precisamente un dúo (no nos vamos a poner exquisitos), pero sí un muy hermoso Concierto para violín, fagot, cuerdas y continuo en si bemol mayor. También se recuerda el Dueto para violín y fagot del austriaco contemporáneo de Beethoven Ignace Joseph Pleyel (1757-1831), a quien se le atribuye la música de La Marsellesa. El lituano Žilvinas Smalys (1980) escribió un mini concierto llamado Baroque Sketch para violín y fagot.

Y ya que hablamos de Josef Fiala, y de su mal tino histórico de nacer en tiempos del sol Mozart, recordemos a otro talento extraordinario también con mala pata cronológica: Antonin Rejcha (1770-1836). Amigo de Beethoven, flautista en la orquesta de la capilla del elector Maximilian Frederich, donde Beethoven era organista, y posteriormente maestro de teoría musical de Franz Lizt, Héctor Berlioz, y César Franck. Aunque los amigos se separaron cuando Beethoven marchó a Viena y Rejcha a París, la amistad se mantuvo y ocasionalmente intercambiaban comentarios sobre sus mutuas obras. Rejcha es autor de una popular obra sobre teoría musical, y fue reconocido por su énfasis en los quintetos de viento. Una obra singular de Rejcha es el Concierto para clarinete y orquesta en sol menor (ca 1815). Se trata de una obra en tres movimientos clásicos: allegro, adagio, rondó allegro. El primero abre con una larga introducción que da paso a un virtuoso tema principal, enérgico y ágil cuyo efecto es simplemente embrujador. El segundo movimiento es quizá el más interesante. Por tratarse de un adagio se esperaría un suave lirismo, quizá un poco de emotiva reflexión. Sin embargo, es tan enérgico como el primero, y exige tal prestidigitación que uno está tentado a comprobar que se trata de un adagio. El tercer movimiento es un rondo, allegro y hace honor a su tempo. Es vivaz, lleno de episodios contrastantes y circulares, bellos cual ninguno, que lo lleva hasta el finale brioso y feliz. En este concierto están presentes las que sin duda fueron sus figuras tutelares: la brillantez de Haydn, lo melodioso de Mozart, y la habilidad de Beethoven para tejer acompañamientos elocuentes.

El opuesto de la medalla es Hans Rott, joven vienés (1858-1884) alumno de Anton Bruckner (1824-1896), y condiscípulo, amigo y roommate de Gustav Mahler (1860-1911). En el conservatorio de Viena escribió algunas oberturas y una sinfonía, la única, que presentó a Johannes Brahms (1833-1897), por ser el figurón de la época. Éste lo descalificó acusándolo de plagio, burlándose sin cesar de él hasta causarle una depresión clínica que lo llevó al psiquiátrico donde falleció a los 25 años de edad. El gran sol que opacó a Rott fue Mahler. Aunque éste insistía en reconocer el talento de Rott, el joven quedó borrado literalmente de la historia de la música, y no fue sino hasta finales del siglo pasado en el que se recuperó su sinfonía y otras obras breves, e inició el reconocimiento póstumo. Invito a la escucha de sus obras orquestales completas, en dos volúmenes, editadas por Naxos en 2020. Si se escucha con atención se advertirá suavidad en la superficie y una tempestad en el fondo. La tempestad que Brahms asfixió.

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