No acepto que me culpen por situaciones de mi vida que yo no puedo cambiar...no es cierto que todo depende de mí

Opinión
/ 12 junio 2025

“Quedarte con quien te trata mal es tu responsabilidad. Tener una figura corporal con la que no estás conforme es tu responsabilidad. Tener un trabajo que no amas es tu responsabilidad. Es duro entenderlo, pero al final, cambiar lo que no te gusta en tu vida es tu responsabilidad”.

¡Ay! Les pido una sincera disculpa a todas las personas que tienen papás violentos, que tienen alguna desfiguración, que viven en una sociedad donde conseguir empleo adecuado es un gran reto. No siempre podemos cambiar lo que no nos gusta de la vida y repruebo por completo este tipo de publicación que surge de la literatura de autoayuda de la central avionera, como dice Paco Ramos. Me da pena con todas las personas que leen este tipo de basura y se sumergen en la culpa de vivir con situaciones que no son lo que realmente quisieran. Contrario a la fantasía que presentan las corrientes de autoayuda, querer no siempre es poder. Nuestras opciones no se sirven en bandeja de plata.

Conozco a un hombre que perdió un brazo en su niñez o juventud. Supongo que él preferiría tener dos brazos y me encantaría escuchar lo que quien escribió lo que incluí arriba le diría en cuanto a su responsabilidad. Enfermedades que implican situaciones físicas y que no solo son permanentes como resultados y síntomas de la condición, sino que son incurables...¿qué les dirán? ¿Dirán que hablan en sentido generalizado y que lo que han escrito no aplica a todos?

Ojalá aprendiéramos, que yo aprendiera, a pensar antes de hablar...especialmente antes de juzgar y hacer declaraciones que no admiten divergencias.

Vivimos en un tiempo de polaridades. Mientras hay un exceso de procedimientos para lograr cuerpos más perfectos, según modas, también estamos en un tiempo de aceptación y de trabajar activamente en sanar nuestra imagen corporal. Buscamos la felicidad, la satisfacción y lo que merecemos, mientras predicamos el reconocimiento de que la perfección no existe. Tú y yo decidimos en qué tenemos que trabajar, pero por favor, suplico que no nos atoremos en el camino.

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