¡Una cena con ‘sabor’ a Catón! Vive Tu Centro: Homenaje, arte y maridaje en el corazón de Saltillo

La noche del jueves, ‘Vive tu Centro’ celebró su cuarta cena maridaje de la temporada, sorprendiendo a los asistentes con una velada que incluyó platillos originales con un toque mexicano, vino coahuilense y, sobre todo, un emotivo homenaje al escritor Armando Fuentes Aguirre, mejor conocido como Catón.

En otras ediciones, dijimos que las cenas habían tenido sabor a Saltillo o sabor a leyenda, pero esta vez, y sin temor a equivocarme, puedo decir que la noche tuvo “sabor a Catón”.

La cita fue en el Hotel Colonial San Miguel como anfitrión de la velada, donde también se llevó a cabo un reconocimiento especial al célebre columnista por su trayectoria de vida.

UNA FIESTA PARA EL HISTORIADOR

Difícil imaginar a alguien en Saltillo que no haya oído hablar de él. Su nombre es sinónimo de ingenio, su firma aparece en numerosos periódicos locales y nacionales, y su sentido del humor es inconfundible.

Las mesas rectangulares y redondas del salón principal estaban dispuestas con manteles blancos, copas de cristal y platos de porcelana blanca sobre bases plateadas, para los invitados y aunque el espacio fue más reducido que en ediciones anteriores, el ambiente conservó la elegancia de siempre, con muros de arquitectura colonial, techos decorados con una réplica de la Capilla Sixtina, y estatuas que realzan el estilo del lugar.

Antes de comenzar la cena, los asistentes fueron invitados a “cruzar la calle” para visitar la casa del vecino: Catón. Con una sonrisa, el escritor recibió a cada uno de los comensales en su hogar, ahora convertido en espacio cultural y sede de Radio Concierto. El recorrido fue acompañado por la Tuna Universitaria de la UAdeC, que animó el trayecto a la casa con su música.

En la casa, Luz María Fuentes, hija de Catón y directora del lugar, ofreció una visita guiada por la casa comenzando por el auditorio, donde explicó los elementos que conforman el mural del escenario: personajes históricos, símbolos de la ciudad como la Catedral de Saltillo, el Santo Cristo de la Capilla y Rubén Aguirre, familiar del homenajeado (una familia con mucho talento, puedo decir), recordado por muchos tras el reciente estreno de la serie de Chespirito (o al menos en mi caso). También mostró las habitaciones antiguas de la casona, donde vivieron los bisabuelos de Catón, y que aún conservan muebles, esculturas y objetos familiares.

RECORRIDO FAMILIAR

Los asistentes también tuvieron acceso exclusivo a una galería con piezas creadas por Luz María, que incluyen réplicas de obras icónicas como El grito, La muchacha en la ventana y La madre del artista, aún no inauguradas oficialmente. De regreso al hotel, guiados nuevamente por la tuna, la entrada fue anunciada por un espectáculo de fuegos artificiales, señal del inicio de una gran cena.

Ya en el interior, los comensales fueron recibidos con una paloma de sotol creada por Fernanda Arrillaga de Casa Sotol. A diferencia de la tradicional con tequila, esta versión incluía toronja natural y limón amarillo, y fue preparada con sotol producido en la Hacienda El Mimbre, en Saltillo. Refrescante, equilibrada y con un toque más hogareño, fue una excelente bienvenida. Cabe destacar que Fernanda es la única mujer en el estado que produce sotol, un dato que hizo aún más significativa su participación.

Acto seguido, se entregó a Catón un reconocimiento por su trayectoria, colocándose una placa con su nombre en el muro de personalidades distinguidas del hotel. En su discurso, entre risas y anécdotas, desplegó ese humor tan suyo que ayudó a romper el hielo y encender el ambiente (junto con el alcohol del coctel que todos degustábamos).

UNA FIESTA ENTRE VINOS Y PLATILLOS

La música de la noche fue tango en vivo, a cargo de Circuito Tango, acompañado por una pareja de bailarines que dio vida al salón con sus pasos elegantes. El primer platillo fue el Carpaccio Rosibel, compuesto por finas láminas de betabel con arúgula, queso feta y papitas glaseadas con balsámico. Fue maridado con un Pinot Noir de la vinícola D’Guadiana, ubicada en Arteaga.

Lupita Mandujano, viuda de Armando Guadiana, compartió que el sueño de producir vino nació hace más de 20 años, cuando su esposo, reconocido empresario y político, decidió iniciar la plantación de uvas en las tierras de Arteaga. Aunque comenzaron con 18 variedades, con el tiempo refinaron el proyecto hasta lograr una línea más homogénea y especializada.

Según la sommelier Daniela Peña, esta variedad, considerada la “princesa de las uvas” por su delicadeza, se cultiva en condiciones extremas de la Sierra de Arteaga, con temperaturas que pueden variar hasta 20 grados entre el día y la noche. El vino, de notas dulces y frutales, realzaba perfectamente el sabor de la entrada.

PLATILLOS INOLVIDABLES

El segundo tiempo fue el Chile Relleno Don Algón, un chile poblano relleno de un dulce de carne con manzana, almendra, pasas y piña, bañado en una salsa de queso de cabra con nuez. La receta es familiar, compartida por la chef Claudia Hernández, y fue maridada con un ensamble de Cabernet Franc y Merlot, también de D’Guadiana. Más seco que el anterior, este vino contrastaba con el dulzor y el picante del platillo, logrando un equilibrio interesante entre sabores.

El postre de la noche fue bautizado como El Tango de Babalucas Y Fue preparado por Miguel Méndez, de Love Cake, quien compartió conmigo que desde los 13 años se ha dedicado a perfeccionar su pasión por la repostería.

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El platillo consistía en una trufa de mezcla de chocolates, coronada con cereza negra del Huerto de Manzanares, de la familia Guadiana, y decorada con hoja de oro comestible. Según la sommelier, el vino tinto que lo acompañaba equilibraba el dulzor del chocolate y resaltaba las notas frutales de la uva. Un postre que con alta demanda en el evento, hubo quienes no alcanzamos a degustar.

Y por si no lo notaron, al inicio de este texto les mencioné que la cena tuvo sabor Catón, no solo por el homenaje, sino porque cada platillo fue bautizado con el nombre de uno de sus personajes, haciendo de esta velada una experiencia no solo culinaria, sino también profundamente saltillense.