Acoso escolar, ¿es imposible contenerlo?

Politicón
/ 19 septiembre 2016

El acoso escolar constituye uno de los más serios problemas que deben enfrentar actualmente las autoridades escolares y los padres de familia pero, sobre todo, los niños y adolescentes que asisten cotidianamente a instituciones dentro de las cuales deberían sentirse seguros: sus propias escuelas.

El problema se registra por igual en instituciones públicas y privadas, y las víctimas son, en esencia, las mismas en todas partes: aquéllos cuya personalidad les ubica en el papel –al menos aparente– de individuos “débiles”, o cuya apariencia física resulta blanco fácil para los ataques.

No faltan las voces que aseguran que hoy se “exagera” en torno al bullying, pues éste siempre ha existido “y nadie se ha muerto por eso”.

La respuesta a tal planteamiento es muy simple: nadie está obligado a soportar el abuso por parte de sus compañeros de clases (o de sus maestros) y quienes son víctimas de tales ataques realmente lo pasan mal durante esa etapa de su vida y la experiencia puede dejarles marcados de forma permanente.

Por otro lado, quien abusa de sus compañeros en la escuela manifiesta una conducta que, de no atenderse, pudiera llevarlo a incurrir en conductas indeseables en la etapa adulta.
Por ello, el acoso escolar debe ser contenido y quienes lo protagonizan, de uno y otro lado, deben recibir la atención requerida para corregir las secuelas que el hecho puede implicarles.

Pero la eficacia de las estrategias que las autoridades diseñen y pongan en práctica debe medirse, pues de lo que se trata no es solamente que se informe de la puesta en práctica de una estrategia y, meses después, nos enteremos que el fenómeno simple y sencillamente no ha sufrido modificación alguna o, peor aún, que ha crecido.

Este último parece ser el caso en nuestra entidad donde, según las estadísticas que contiene el reporte que publicamos en esta edición, en los últimos dos ciclos escolares el número de denuncias por acoso escolar ha crecido 70 por ciento al pasar de 105 a 174 reportes.

Valdrá la pena que las autoridades escolares expliquen si el incremento en el número de denuncias implica un crecimiento en el de víctimas y, en todo caso, por qué ha ocurrido tal.

Más importante será que se explique la forma en la cual las estrategias diseñadas para combatir el fenómeno serán ajustadas pues resultaría inaceptable que existiendo un proyecto específico para atender el problema éste no modifique su tendencia en el sentido esperado.

La autoridad no puede –no debe–, ni dejar de realizar los esfuerzos necesarios para contener el fenómeno, ni darse por vencida. No es dable para quien tiene a su cargo la formación académica de los niños y adolescentes afirmar que no puede hacer más. Deberá, por supuesto, solicitar el apoyo necesario de los padres de familia y de la comunidad en general, pero su meta no puede ser otra que contener el acoso y erradicarlo de las escuelas.

TEMAS

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM