La niñez no acompañada
COMPARTIR
TEMAS
María tiene 11 años, es originaria de Zoyapango, El Salvador, y desde hace 4 años no ve a su madre, que vive en Miami. María salió sola de su país con la ilusión de llegar a Estados Unidos; la madre de la niña pagó a un guía (“pollero”), pero fue sorprendida cuando viajaba en un autobús y enviada a un refugio en Monterrey. María es parte de los 114 migrantes centroamericanos que viajaban hacinados a bordo del tráiler detectado por Migración en la Comunidad de San Roberto, en Galeana, el pasado 13 de octubre. La tristeza de María es evidente, habla con frases cortas interrumpidas por el llanto.
La historia de María comprende los acontecimientos vividos por miles de infantes que experimentan la muerte de su futuro. Es una vida sin destino, cautivos de trata y esclavitud sexual. En Tapachula, Chiapas, niñas y niños trabajando en el basurero ganaban 30 pesos diarios, pero en la noche, si se prostituyen, pueden cobrar más de 50 pesos.
La migración es una forma de escapar de la tristeza, del abandono y de la violencia. Llegan a Belén, Casa del Migrante, son adolescentes, casi niños y nunca se bajan definitivamente de los trenes. ¿Para qué volver? ¿Por qué llegar? Es arriesgar la vida en el viaje de ida y vuelta, migración rodante, itinerante. Es hablar una vez más de una migración sin futuro, es la niñez mutilada en su felicidad, el síndrome de la tristeza permanente.
Muchas madres centroamericanas, no por maldad, sino por tristeza, llorando les dijeron a sus niños: “Hijo, ¡vete!... Que Dios te bendiga… Ojalá que tú puedas hacer algo por nosotros… tu papá no volvió… cruza la frontera… allá en el norte podrás encontrar un familiar o alguien que te ayude…”. Y más de 40 mil niños y niñas lo que encontraron en Estados Unidos y México fue detención y expulsión. (Padre Pedro Pantoja).
Es obvio que las niñas, niños y adolescentes migrantes indocumentados enfrentan innumerables riesgos desde la salida de sus lugares de origen. Ellos pueden ser involucrados en la comisión de delitos, ser enganchados en redes de explotación sexual o laboral, pueden sufrir accidentes e incluso morir.
Estados Unidos ha presionado al Gobierno mexicano para frenar la migración indocumentada, en especial la de menores no acompañados, por ello México puso en marcha el Plan Frontera Sur (Julio 2014) en el que una de las principales medidas fue inhibir el uso de tren conocido como “La Bestia” mediante su modernización, que ha comprendido una inversión de más de mil millones de pesos para cambiar durmientes, sustituir vías e incrementar la velocidad de 10 hasta 60 o 70 kilómetros por hora.
El hombre de la seña obscena, Humberto Roque Villanueva, subsecretario de Población y Migración de la Secretaría de Gobernación, niega que el Plan Frontera Sur y sus operativos impliquen una cacería humana y que su implementación induzca a los migrantes a buscar rutas más peligrosas como lo denuncian las organizaciones civiles.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) recientemente denunció que Estados Unidos, en complicidad con autoridades de México, violan los derechos de los menores mexicanos que viajan solos al territorio estadounidense al devolverlos de forma prácticamente inmediata, ya que aproximadamente el 96 por ciento de los menores mexicanos no acompañados fueron rechazados en la frontera con los Estados Unidos, o poco después de llegar a ella, y repatriados a México sin que tengan acceso al proceso de presentación de reclamaciones de riesgo, señaló la CIDH.
Lo que se observa en la práctica es que los funcionarios y policías de ambas fronteras, no respetan el derecho internacional de personas migrantes, simplemente reprimen, castigan y deportan, el endurecimiento es evidente y la indefensión ostensible.