La propagación de fake news: el otro contagio que debemos detener
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que tenemos que tomar en cuenta que, así como es importante cortar la red de contagio del COVID-19, hay que combatir una importante amenaza que acompaña a esta pandemia: la desinformación y las fake news.
“Toma cosas calientes, compra un filtro para limpiar el aire, el calor mata el virus, come ajo, toma antibióticos” y muchas “recomendaciones” extraoficiales más, hemos escuchado dentro de este ambiente actual en el cual todos tenemos un objetivo en común: protegernos del coronavirus.
Si bien algunos consejos puede que tengan algo de cierto en cuanto a protección y apoyo a nuestro sistema inmune, también es cierto que no hay sustento ni pruebas que comprueben que cualquiera de los mencionados puede combatir este virus. Al contrario: las noticias falsas, alarmantes y fatalistas son más atractivas.
Lamentablemente el ser humano tiende a prestar más atención a las malas noticias. En comparación con las noticias reales, las fake news tienden a incluir información que es más “sorprendente”. El porqué de esta atracción ha sido explicado recientemente en un texto por Jeff Hancock, profesor de comunicación en la Facultad de Humanidades y Ciencias y director fundador del Laboratorio de Medios Sociales de la Universidad de Stanford.
“Cuando las personas tienen miedo, buscan información para reducir la incertidumbre. Esto puede hacer que las personas crean información que puede ser incorrecta o engañosa porque les ayuda a sentirse mejor o les permite culpar a los demás por lo que está sucediendo”, señala Hancock. Tristemente, detrás de toda esta ola de noticias falsas y alarmantes, se presume hay principalmente tres intereses que a simple vista no percibimos: el dinero, la política y simple maldad.
Para Hancock, “debido a que los modelos de negocio de los medios se basan en la economía de la atención”, los malos medios de comunicación propagan información errónea sobre el virus para que las personas se atraigan con su contenido, y así generan dinero a través de ventas aprovechando el pánico social.
Por su parte, la ideología política también parece cumplir un papel en esta cuestión. Algunos partidos, cada uno desde su trinchera, intentan aprovecharse de la situación para culpar a los opositores de la situación actual o para mejorar su posición política a través de actuaciones de ayuda. Por último, la tercera motivación principal explicada por Hancock es el tratar de perturbar y confundir a la sociedad por simple hobbie.
Existen formas, sin embargo, para poder discernir la información falsa, las fake news, de las noticias verdaderas. Por un lado, es importante verificar la información con la publicada en fuentes oficiales. Y por el otro, es útil dudar de noticias que veamos en fuentes de procedencia desconocida, números inusuales de “me gusta” y memes centrados en temas partidistas.
Sin embargo, vale la pena señalar que por lo que hace a la información sobre el COVID-19, hasta para los expertos es aún confusa y puede cambiar constantemente. Por tanto, es importante no dar nada por seguro hasta que contemos con confirmaciones de organismos oficiales.
La propagación de fake news, además, impide que la sociedad se mantenga en calma. De igual forma, provoca otros problemas sociales y con ello la violación de otros derechos humanos, tales como la discriminación que sufren quienes resultan estar contagiados y las violaciones a su integridad física que los servidores del sector salud están sufriendo al recibir ataques a la hora de ejecutar su profesión.
Todo lo anterior como consecuencia de acciones que toman los miembros de la sociedad civil, justificando que sus agresiones son porque “están infectados”, “los van a contagiar” y demás expresiones fundamentadas en información incompleta a la que han tenido acceso y que sólo les ha provocado un pánico ignorante.
Desafortunadamente, en casa estamos más propensos y expuestos a la propagación de noticias falsas que al propio virus. Sin embargo, aplicar la sana distancia a las redes sociales y los bombardeos de información en estos días de cuarentena podría aligerar el pánico hacia la pandemia. Así que #quédateencasa y elige bien tus fuentes de información.
La autora es secretaria técnica de la Academia IDH
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDHDerechos Humanos S. XXI