Memoria Coahuila
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El Centro de Investigación Institucional y el Departamento de Humanidades de la Universidad Iberoamericana de Torreón recién han publicado los resultados de una investigación que identifica, documenta y rastrea zonas e instituciones afectadas por la violencia en la entidad. Se llama “Memoria Coahuila”.
Pido se imagine un mapa del Estado. Ahí, usando íconos o marcadores, el lector o lectora puede conocer (recordar) el número de víctimas y la ubicación del lugar donde se registraron. Algo similar para el lamentable caso de los desaparecidos. La violencia en la entidad puede encontrarse también en una línea de tiempo que inicia en febrero de 2005 (los “inicios remotos”, un reporte de un periódico de La Laguna donde se da cuenta de 500 impactos de bala que presentó un domicilio en la colonia San Joaquín y su relación con las disputas por el control y distribución de droga entre bandas). De ahí, detenciones de capos, ataques a empresarios, plagios a expertos y jefes antisecuestros y un largo etcétera.
Lo descrito (y más) se encuentra en el sitio de la investigación (www.memoriacoahuila.org). Se presentó la semana pasada en Torreón. Y es, apenas, la cara pública de un trabajo de mucha mayor profundidad.
Tener los datos y lograr sistematizarlos de manera clara debió significar largas horas de trabajo: esto, ya de suyo, debe reconocerse. Los datos que reúne y expone la investigación provienen de fuentes públicas; si se quiere ver de manera simple, los números ahí han estado. Pero el proyecto no sólo reunió información. En una breve exploración del propio sitio pueden encontrarse interpretaciones, análisis, ligas a documentos, noticias y videos. Hay, pues, una gran labor.
Ponerlo a disposición en una plataforma electrónica para futuros trabajos, duplica el valor.
Y aun así, lo más importante no está en las horas invertidas, sino en el sentido de la investigación.
Lo sucedido en Coahuila después del 2006 no puede olvidarse.
Fuera o no consecuencia de un reacomodo en el orden nacional, la consecuencia de una decisión presidencial o los arreglos turbios de autoridades estatales y municipales, el infierno detonado y que ya no pudo esconderse cambió la vida en muchos sentidos: los hábitos sociales, las relaciones familiares, la confianza en los medios de comunicación y el Gobierno, el significado para la población de las llamadas fuerzas del orden.
No se trata de mantener el dolor vivo sólo porque sí. Por el contrario, preservar la memoria sobre hechos dolorosos tiene toda la intención de abonar en la construcción de una conciencia colectiva alrededor de lo perdido y lo encontrado, los significados de esto, la fragilidad y las fortalezas de una comunidad.
En muchos lugares se construyen monumentos, memoriales, les llaman. En Coahuila, hace un par de Legislaturas, el Congreso aprobó uno para los policías caídos: pero el asunto pronto se olvidó.
Donde otros olvidaron, estos académicos recordaron.
Destaco también el epicentro de la investigación, la Universidad Iberoamericana en la Laguna a través de un Centro de Investigación y el Departamento de Humanidades. Fue, desde la vocación de esta universidad privada, que ahora se cuenta con esta pieza para el autoconocimiento comunitario.
No fue el Gobierno al que podrá interesar anunciar metas cumplidas y vueltas de páginas; no fue alguna otra universidad, donde estarán ocupados devorándose a sí mismos. Enhorabuena a las mentes y voluntades detrás de este proyecto, reconocimientos a la universidad que supo dar cabida a esta loable inquietud.
Larga vida a este ejercicio que aporta a la manera en la que nos comprendemos a nosotros mismos.
@victorspena