Mes patrio 2020, entre lo heroico y lo estoico
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La mexicanidad, como representación colectiva de una identidad nacionalista de un nosotros, la palabra “mexicano/a puede ser gentilicio o patronímico
Arranca ya el mes de septiembre, y para nosotros los mexicanos que vivimos en esta tierra y los que viven en el extranjero este mes es el momento, o el pretexto para celebrar nuestra mexicanidad bajo la premisa de que este es el “mes patrio”. En estos tiempos pandémicos marcados por las transformaciones, resiliencia y conflictos derivados de las diversas crisis que nos siguen impactando, este mes patrio puede resultar un buen momento para repensar la mexicanidad, su simbología y rituales, y ese mensaje heroico y a la vez estoico, que brota cuando “retiembla en sus centros la tierra” y “el piensa ¡oh patria querida!, que un soldado en cada hijo te dio”.
Lo cierto es que la mexicanidad, como representación colectiva de una identidad nacionalista de un nosotros, es tan difícil de explicar y con tantos gradientes, que para comenzar, la palabra “mexicano/a puede ser gentilicio o patronímico y se puede referir que somos los hijos de “Mextli”, el nombre secreto de Huitzilopochtli; o los nacidos en la tierra de “Meztli”, el lago que refleja el “ombligo de la luna”; pero también los fieles seguidores de “Mectli” la diosa del maguey.
Pero si bien el significado e interpretación de la palabra “mexicano” es etérea y poliédrica, la identidad del todos y el nosotros los mexicanos nos brota en automático desde el fondo de nuestro espíritu la noche del 15 de septiembre al sonar de la campana, ante un humeante plato de pozole tricolor, pero también cuando la fatalidad nos impacta y retiembla con 8 grados de intensidad, y es entonces que todos somos nosotros, mano con mano, los hijos de la misma patria.
Este año, la fatalidad nos reta nuevamente en septiembre y ahora las calles y plazas de nuestro México ya no se visten de banderas tricolores, cadenas de papel, guirnaldas metálicas y escudos plásticos con el águila y la serpiente. Los automóviles ya no se disfrazarán con grandes sombreros y bigotes postizos. Algunos piensan que no hay nada que celebrar y mucho que lamentar. Y lo heroico muta en estoico, los mariachis callan y tal parece que la mexicanidad deja de tener sentido si no nos convoca a recordar que somos un ente masivo y nos gustan los festejos tribales.
El concepto de mexicanidad es un entramado difícil de desentrañar, fácil de invocar y que se entiende mejor cuando se pone en perspectiva, y les platico a manera de anécdota como me sucedió a mí. Hace tres décadas, precisamente un mes de septiembre, por instrucciones de Don Emilio Azcárraga Milmo, nuestra producción fue la encargada de desarrollar el proyecto del Pabellón de México en la Exposición Universal Sevilla 92, y durante 12 meses tuvimos el honor de trabajar y aprender al lado del prestigiado arquitecto Pedro Ramírez Vázquez y un grupo de destacados especialistas en arte, cultura, tecnología y diseño.
La idea era llevar a España, y al mundo, un concepto que mostrara nuestra mexicanidad en un ámbito de modernidad tecnológica y una museografía muy puntual y representativa de nuestra historia, cultura y prospectiva; por decirlo de una forma más clara, competir con los otros países participantes en este encuentro universal de culturas y mostrar un México espectacular en donde tradición y modernidad se fusionaran y complementaran. Lo primero, fue decidir el concepto que definiera la presencia de México en la Exposición, que tuvo como sede la Isla de la Cartuja, y después de muchas cavilaciones, se decidió que la presencia nacional tendría como eje conductor la idea de que México es geográfica e históricamente hablando un cruce de caminos en el encuentro de dos mundos y la suma de dos culturas. La X de México fue elegida como representación gráfica, pero también arquitectónica y el resultado fue un proyecto muy ambicioso, pero también de una alta responsabilidad; y quizá lo más difícil no sería elegir sino descartar la gran cantidad de objetos, elementos, momentos históricos, iconografía, espacios, aportaciones y construcciones culturales son las que mejor representan la mexicanidad.
En ese debate por privilegiar lo característico y más representativo, en el contexto de universalidad de lo mexicano, fue cuando reafirmé la idea que de alguna manera es común entre nosotros, los mexicanos somos herederos y depositarios de una riqueza cultural incalculable; pero además de lo tangible e intangible histórico para entender el concepto de mexicanidad existen muchos elementos no formales, pero sí inherentes a nuestra identidad colectiva, que de alguna manera determinan la percepción de la mexicanidad; como por ejemplo, el hecho de reírnos sin el menor pudor o culpa de nuestras propias tragedias, e incluso de la muerte; los giros idiomáticos con doble sentido que demuestran un ingenio a flor de piel; o la asombrosa capacidad y talento por “mexicanizar” cualquier influencia cultural, moda o tendencia que tenga la osadía de llegar importada a territorio azteca.
El Pabellón de México en la Expo Universal Sevilla 92 fue todo un éxito y representó un reto superado. Durante los 12 meses de la Expo nuestro Pabellón fue el más visitado y con un poco de celo por parte de los organizadores, más de 4 millones de personas hicieron largas filas para disfrutar y conocer nuestra interpretación de la mexicanidad.
Como complemento a este éxito, nos dimos a la tarea de llevar al espacio de conciertos de la Exposición a los más importantes grupos, solistas, ballets y estrellas del espectáculo y era impresionante ver la respuesta de un público multinacional ante el talento artístico mexicano, y como siempre la música fue el lenguaje universal que fue aplaudido y reconocido como una más de nuestras orgullosas contribuciones culturales a nivel planetario. Pero uno de los momentos que más marcaron nuestra experiencia llevando lo mexicano ante el mundo, fueron los momentos en que se interpretaba nuestro himno nacional con la bandera tricolor ondeando entre decenas de lábaros de todo el mundo. Esa emoción que te eriza la piel cuando escuchas el “Mexicanos al grito de guerra” en otro país, efectivamente hace que brote de ti y de tus connacionales el sentimiento de la mexicanidad que nos une y vivir esa experiencia explica el por qué a los atletas que compiten y logran un sitio en el peldaño de los ganadores les humedecen los ojos.
Pero aquí es donde entra otra curiosa característica de la mexicanidad, lo cual me hace preguntarme ¿Por qué y cómo dice la canción, cuando estamos “cual hoja al viento” en un país lejano “inmensa nostalgia invade nuestro pensamiento”, pero estando en nuestra propia tierra muchas veces renegamos abiertamente de lo mexicano y de nuestros paisanos? ¿Por qué se dice de manera dura, crítica y peyorativa que “el peor enemigo de un mexicano, es otro mexicano?
Quizá la filosofía tenga la respuesta a esta contradicción que para muchos es la característica que determina nuestra idiosincrasia. El hecho es que la búsqueda de una explicación filosófica de la mexicanidad ha sido objeto de grandes polémicas y sesudas disertaciones. Para tratar de entender y desentrañar lo que es la mexicanidad, algunos pensadores se basan en la Historia Patria como eje conductor, y por ejemplo, Octavio Paz nos explica que somos producto de la orfandad en que nos dejó Coatlicue, la madre diosa de nuestros ancestros, cuando permitió que los españoles nos conquistaran, por otra parte la culpa feminizada a través de la figura de la Malinche es otra orfandad recurrente; pero como rasgo de sincretismo y necesidad de tener cobijo en una madre común nuestra adoración y devoción por la “morenita” nuestra Virgen de Guadalupe viene a dar consuelo a nuestro pueblo oprimido. En la representación de una patria existe otro aspecto contradictorio, pues la palabra patria tiene su origen etimológico en la expresión latina “pater”, o padre, pero contra lo que se podría identificar como el resultado de una cultura dominada por lo masculino, a nosotros, los mexicanos no duele más una mentada de madre, que de padre, pues nos recuerda que somos “hijos de la chingada”, y eso cala en el alma, ya que como expresara José Vasconcelos “por nuestra raza hablará el espíritu”.
Sin embargo, en estos tiempos de grandes conflictos, polaridades y crisis, no cabe duda que nuestra gran disyuntiva esta entre ser heroicos, o ser estoicos. Entre afrontar con ese espíritu de coraje que subyace en nuestro inconsciente colectivo como águila devorando la serpiente aunque sea arriba del nopal, o sufrir, quejarnos, echarle la culpa al pasado y aceptar con una “visión de vencidos” el hecho de que la fatalidad es nuestro destino, así como la percepción negativa muy arraigada en nuestra cultura de que no ganamos por “tantito”, el “ya merito” lo logramos, y que el que no transa no avanza, la cultura de hacerlo todo a la viva México o que la corrupción somos todos.
¿Qué tenemos que celebrar este mes, pero sobre todo esta noche de 15 de septiembre? La respuesta no la tiene nadie más que nosotros mismos, pues ya llegó el momento de dejar de pensar que somos “huérfanos” de madre. Tenemos mucha patria y mucha matria, y como dijera Chavela Vargas, quien decidió ser mexicana por propia voluntad y dejó estas sabias palabras: “Un mexicano nace donde se le da la rechingada gana”. Llegó el momento de renacer compatriotas al grito de GUERRA, pues hoy más que nunca: