Biden y Trump dejan a un lado su enemistad para alcanzar el alto al fuego en Gaza

Internacional
/ 17 enero 2025

Los dos presidentes ordenaron a sus asesores que trabajaran juntos para empujar a Israel y Hamás a llegar a la meta de un acuerdo

Por Peter Baker

La extraordinaria colaboración entre el presidente saliente y el entrante no impidió que ambas partes se atribuyeran el mérito.

El acuerdo de alto al fuego en Gaza, largamente buscado y tortuosamente negociado, que se anunció el miércoles, se produjo en parte gracias a una notable colaboración entre el presidente Biden y el presidente electo Donald Trump, quienes dejaron a un lado temporalmente la animosidad mutua para alcanzar un objetivo común.

TE PUEDE INTERESAR: Esperan que Trump dispare el dólar hasta en 23 pesos

Los dos presidentes ordenaron a sus asesores que trabajaran juntos para empujar a Israel y Hamás a llegar a la meta de un acuerdo para detener los combates que han asolado Gaza y liberar a los rehenes que permanecen retenidos allí desde hace 15 meses. El acuerdo tiene previsto comenzar el domingo, un día antes de que Biden entregue la Casa Blanca a Trump.

Cada presidente tenía su propio interés en resolver el asunto antes de la toma de posesión. Para Biden, el acuerdo, si se mantiene, representa una reivindicación final de su mandato, lo que él espera sea el final de la guerra más mortífera de la historia del conflicto palestino-israelí, al tiempo que libera del cautiverio tanto a estadounidenses como a israelíes. Para Trump, el acuerdo, por ahora, retira un asunto importante de la mesa en el comienzo de su segundo mandato, liberándolo para dedicarse a otras prioridades.

El dramático acontecimiento, a solo cinco días del traspaso de poderes en Estados Unidos, fue contra la corriente de lo habitual en Washington, donde los presidentes de partidos opuestos rara vez trabajan en tándem durante una transición, ni siquiera ante una crisis grave. Sin embargo, los planetas políticos volvieron rápidamente a sus órbitas normales, mientras ambas partes discutían sobre quién merecía el mérito de haber resuelto el enfrentamiento.

Mientras Biden esperaba a que llegaran noticias oficiales de la región, Trump se le adelantó revelando personalmente el acuerdo en un mensaje en las redes sociales escrito todo en mayúsculas. “Este acuerdo de alto al fuego ÉPICO solo podía haberse producido como resultado de nuestra histórica victoria de noviembre”, añadió poco después.

Cuando Biden compareció ante las cámaras en la Casa Blanca a última hora de la tarde, se mostró más amable y señaló que ambos equipos hablaron con una sola voz. Pero se indignó cuando le preguntaron quién merecía el reconocimiento, si él o Trump. “¿Es una broma?”, preguntó.

Aun así, la asociación, por incómoda y espinosa que fuera, destacó en una época de profunda polarización. “Es realmente extraordinario”, dijo Mara Rudman, quien fue enviada especial adjunta para la paz en Medio Oriente durante la presidencia de Barack Obama. “Todo el mundo habla de quién se lleva el mérito, pero el hecho es que es compartido y parte de la razón por la que funcionó es que es compartido”.

Eso no quiere decir que vaya a conducir a una sinergia duradera en este u otros asuntos. “Este fue un caso en el que lo correcto coincidía con los intereses políticos de la gente”, dijo Rudman, que ahora trabaja en el Centro Miller de la Universidad de Virginia.

Independientemente de cómo se reparta finalmente el mérito, diplomáticos, funcionarios y analistas dijeron que parecía claro que ambos presidentes habían desempeñado papeles importantes. El acuerdo que se alcanzó era esencialmente el mismo que Biden había puesto sobre la mesa el pasado mayo y que sus enviados, encabezados por Brett McGurk, su coordinador para Medio Oriente, habían trabajado concienzudamente para que fuera aceptable para ambas partes.

Al mismo tiempo, el inminente regreso de Trump al poder y su amenaza rimbombante de que “estallará un infierno” si no se libera a los rehenes antes de su toma de posesión, cambiaron claramente los cálculos de las partes en conflicto. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, beneficiario de mucho apoyo de Trump durante su primer mandato, no podía dar por sentado que el nuevo presidente lo respaldaría si prolongaba la guerra durante su segundo mandato.

De hecho, fue revelador que Netanyahu, a quien se conoce por el sobrenombre de Bibi, llamara primero a Trump para darle las gracias tras el anuncio del acuerdo y después llamara a Biden. En una declaración, Netanyahu subrayó su gratitud a Trump “por sus comentarios de que Estados Unidos trabajará con Israel para garantizar que Gaza nunca será un refugio terrorista”. No mencionó a Biden hasta el cuarto párrafo y solo en una frase en la que le agradecía “también” su ayuda.

El deseo de Trump de forzar un acuerdo fue más allá de sus características amenazas públicas y se extendió a la ayuda constructiva sobre el terreno. Autorizó a Steve Witkoff, su viejo amigo al que eligió como enviado especial para Medio Oriente, a trabajar con McGurk para presionar a los negociadores a finalizar el acuerdo. McGurk y su equipo se alegraron de contar con esa ayuda y de utilizar el apoyo de Witkoff a favor.

“Este era el trato de Biden”, escribió en las redes sociales el exrepresentante Tom Malinowski, demócrata por Nueva Jersey, “pero por mucho que odie decirlo, no podría haberlo hecho sin Trump; no tanto por sus teatrales amenazas a Hamás, sino por su voluntad de decirle sin rodeos a Bibi que la guerra tenía que terminar antes del 20 de enero”.

Hubo algunos republicanos dispuestos a elogiar a Biden por sus esfuerzos para forjar el acuerdo junto con Trump. “Es bueno ver que el gobierno de Biden y la transición de Trump trabajan juntos para conseguir este acuerdo”, escribió en las redes sociales el senador Thom Tillis, por Carolina del Norte.

Pocas transiciones han presenciado un momento de tanta intersección de intereses. En la agonía de la Gran Depresión, el presidente derrotado Herbert Hoover intentó convencer al presidente electo Franklin D. Roosevelt para que se unieran para abordar una crisis bancaria, pero fue rechazado por un líder entrante que no quería estar vinculado a su predecesor.

Un ejemplo más inquietante se produjo hace 44 años, cuando el presidente Jimmy Carter trabajó hasta las últimas horas de su presidencia para liberar a 52 rehenes estadounidenses retenidos en Irán sin la ayuda de su sucesor, el presidente electo Ronald Reagan. De hecho, han surgido algunas pruebas que sugieren que personas del entorno de Reagan intentaron disuadir a Irán de liberar a los rehenes antes de las elecciones por temor a que eso ayudara a Carter, aunque las investigaciones oficiales nunca lo verificaron.

Carter llegó finalmente a un acuerdo para liberar a los rehenes, pero en un insulto final Irán retuvo los aviones con los estadounidenses a bordo hasta momentos después de que Reagan jurara su cargo el 20 de enero de 1981. Ese recuerdo no se perdió en el equipo de Biden en las últimas semanas, especialmente tras la muerte de Carter el mes pasado. Los funcionarios del gobierno y sus aliados reflexionaron morbosamente en los últimos días sobre la posibilidad de que la historia se repitiera.

El próximo cambio de liderazgo político en Estados Unidos no fue el único factor que impulsó las negociaciones sobre la guerra en Gaza. La situación sobre el terreno ha cambiado drásticamente desde que Biden ofreció por primera vez su propuesta de alto al fuego en mayo.

Entre tanto, Israel ha decapitado al liderazgo de Hamás, prácticamente ha demolido a su milicia aliada Hizbulá en el Líbano y destruido instalaciones militares clave en Irán. Un alto al fuego en el Líbano, negociado por Biden, dejó a Hamás sin un segundo frente contra Israel, aislándolo aún más. Además, la caída del presidente Bashar al Asad en Siria solo reforzó la debilidad de Irán y sus aliados y representantes.

Pero la inminente toma de posesión en Washington creó un nuevo plazo de acción forzosa difícil de ignorar. Trump dijo poco durante la campaña sobre la guerra, pero cuando lo hizo dejó claro que no estaba contento con ella e instó a Israel a terminarla cuanto antes porque las desgarradoras imágenes de muerte y destrucción en Gaza estaban dañando la reputación de Israel en el escenario internacional.

Además, la relación de Trump con Netanyahu ha evolucionado desde su primer mandato, cuando se presentaba como el más firme aliado del dirigente israelí. Trump recortó la ayuda a los palestinos, trasladó la embajada estadounidense a Jerusalén, reconoció la autoridad israelí sobre los Altos del Golán y presidió aperturas diplomáticas entre Israel y varios de sus vecinos árabes.

Pero sus vínculos se deterioraron en el último año de mandato de Trump, cuando percibió que Netanyahu se aprovechaba, y se estropearon aún más cuando el primer ministro felicitó a Biden por su victoria en las elecciones de 2020 que Trump sigue negando. Netanyahu ha trabajado asiduamente en los últimos meses para reconciliarse con Trump.

En cuanto a Biden, su propia relación con Netanyahu ha sido tensa desde los días posteriores al atentado terrorista dirigido por Hamás del 7 de octubre de 2023, cuando voló a Israel y abrazó al dirigente israelí en la pista. Los asesores y aliados de Biden han sospechado que Netanyahu estaba retrasando deliberadamente un acuerdo de alto al fuego para entregar la victoria a Trump en un esfuerzo por doblegarse ante él.

Biden no dijo nada al respecto en sus declaraciones televisadas del miércoles. Pero tras 15 meses de intentar gestionar la crisis de Medio Oriente y evitar una guerra regional más amplia, pareció aliviado al ver que se acercaba el final.

“Estoy profundamente satisfecho de que haya llegado este día, por fin ha llegado, por el bien del pueblo de Israel y de las familias que esperan en agonía y por el bien de la gente inocente de Gaza que sufrió una devastación inimaginable a causa de la guerra”, dijo Biden.

Se refirió a la colaboración con Trump sin mencionarlo por su nombre. “También quiero señalar que este acuerdo se desarrolló y negoció bajo mi gobierno”, dijo Biden, flanqueado por la vicepresidenta Kamala Harris y el secretario de Estado Antony Blinken. “Pero sus términos serán aplicados en su mayor parte por el próximo gobierno. Estos últimos días, hemos hablado como un solo equipo”.

Cuando se le preguntó por el papel de Trump, Biden señaló que el alto al fuego era “el marco exacto del acuerdo que propuse en mayo” y se atribuyó el mérito de haber dado a Israel el respaldo que necesitaba para debilitar a Hamás, Hizbulá e Irán. “Sabía que este acuerdo tendría que ser aplicado por el próximo equipo”, añadió, “así que le dije a mi equipo que se coordinara estrechamente con el equipo entrante para asegurarnos de que todos hablemos con la misma voz, porque eso es lo que hacen los presidentes estadounidenses”.

Trump no mencionó el papel del equipo de su predecesor y dejó la impresión en sus publicaciones en las redes sociales de que había logrado el acuerdo él solo.

“Hemos conseguido tanto sin estar siquiera en la Casa Blanca”, escribió. “¡Imagínense todas las cosas maravillosas que ocurrirán cuando regrese a la Casa Blanca y mi gobierno esté plenamente confirmado, para que puedan conseguir más victorias para Estados Unidos!”.

c. 2025 The New York Times Company

COMENTARIOS

Selección de los editores