Tarjeta ‘Más Mejor’ (y otras ficciones)

Politicón
/ 5 febrero 2017

La búsqueda del voto se siente. Ya comenzó. Oficialmente se trata de campañas dirigidas a militantes y simpatizantes para ungir a uno de los precandidatos; en la realidad, sabemos, personeros fueron inscritos para simular competencia y avanzar en propaganda general. 

Encuestas comienzan a publicarse; las redes sociales se inundan. De lo recopilado entre la opinión pública, se recorta y comparte lo que mejor acomode al candidato afín. Todo es parte de la estrategia. Está en el ambiente.

Justo es decir que los proyectiles lanzados desde las trincheras no son iguales. Matices que pueden sorprender. Algunos sacrificarán perfiles menores para hacer campañas o jugarán con las encuestas… pero hay otros más creativos.

Por los tiempos, hubo hasta quien le invirtió unos dos mil dólares al pago de un par de boletos para el Super Bowl y, así, invitar a un exgobernador que, se sabe, no aceptará. La publicidad es buena, no importa cómo. En fin.

En este contexto, el recuerdo. La esperanza de muchos que sepultó la realidad o, para ser más precisos, el plástico cargado de promesas que no se cumplieron: la tarjeta “Más Mejor”.

Fue presentada en mayo de 2011 en Abasolo frente a unas 800 personas, según la crónica. Después, hasta sonido había: “Señora, usted que nos está escuchando, usted señor, el del puestecito, acérquese a este carro de sonido, aquí tenemos la única tarjeta con beneficios hasta un equivalente de cinco mil pesos y más apoyos permanentes… este 3 de julio vota por el PRI” (VANGUARDIA, 21 junio 2011). 

El candado estuvo en que la tarjeta sólo funcionaría a partir del 1 de diciembre, siempre y cuando saliera ganador su promotor.

Pues bien: salió ganador, y lo de la tarjeta se fue sepultando.

Cuidado. El panorama no se agotó en la tarjeta del eslogan terrible. El entonces candidato del PAN-UDC respondió con “La Cumplidora”, otra tarjeta con mecanismos más o menos iguales. Pero aquí, frente a los cinco mil pesos mensuales y una larga lista de beneficios adicionales que ofrecía el blasón priísta, la oposición se detuvo en una cantidad cinco veces menor.

Ficciones. Es difícil, pero hay que aprender. 

Las campañas son tierra fértil para las promesas. Pero, queda claro, no hay mecanismos formales para hacerlas cumplir.

Quien todavía despacha como Gobernador emprendió, en su campaña, el llamado programa “Juego Limpio, Papelito Habla y Soluciones”.

Firmó ante notario. Hizo lo de la tarjeta. Firmó en grandes mantas los compromisos… pero jurar el encargo con la mano izquierda no puede ser bueno.

La situación de los jubilados, los beneficios a los jóvenes, la obra pública… ya usted dirá si se cumplió. 

A toro pasado, las inconsistencias en la presente administración han sido rescatadas en una narrativa que las colocan como cálculos y estrategias: si lo de la tenencia no fue antes, ejemplo, es porque la sabiduría y el cálculo del líder encontró que blablablá. El estilo. 
Creo que el mensaje es que debe votarse menos por las promesas y las siglas y más por las personas y los equipos que pueden formarse.

En esto último, claro está para una de las opciones, si se llega a votar por el candidato postulado se vota también por el “combo”; es decir,  por todos y cada uno de los que se la han pasado unos 12 ó 15 años en un jugoso juego de las sillas. Pero cada quien su interés. 

Prometer no empobrece, dicen. Lo que empobrece es creer en las promesas.

@victorspena

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