Filósofos, científicos y escritores como Aristóteles, Shakespeare, Cervantes, Borges, Kundera, Saramago, García Márquez y Einstein pretendieron explicarla sin éxito. Para muchos es insoportable, para otros más, extraña. Esa, la memoria, un elemento que no podemos ver ni tocar, pero que nos trae a cada momento recuerdos que nos ayudan a actuar en el presente y el futuro. La memoria y los recuerdos se ligan siempre a sentimientos que conectamos con eventos luminosos, otras veces oscuros y frecuentemente recordamos sucesos que no queremos y algunas otras, como cito el científico Lewis Carroll, “¡Qué pobre memoria es aquella que sólo funciona hacia atrás!”, es decir, evocamos cosas que jamás sucedieron. Al recordar, traemos a nuestro presente imágenes y sonidos que se vuelven tan reales que nos causan felicidad y tristeza. Todo esto forma parte fundamental de nuestras vidas porque, como escribió José Saramago: “Somos la memoria que tenemos. Sin memoria no existimos”.
Para los científicos, la memoria ha sido siempre un enigma; algunos la definen como la capacidad que tenemos de pedir a los recuerdos del pasado, el actuar en el presente e imaginar el futuro, planificando posibles cursos de acción. La memoria es la capacidad del cerebro humano de codificar, almacenar, retener y recordar la información y las experiencias pasadas. Es la suma total de lo que recordamos, lo que nos da la oportunidad de aprender y adaptarnos, lo que nos da el poder de procesar y recordar hechos previos, experiencias, impresiones, habilidades y hábitos.
En términos fisiológicos o neurológicos, la memoria es un conjunto de conexiones neuronales codificadas en el cerebro. Es la recreación o reconstrucción de las experiencias pasadas con el disparo sincronizado de neuronas involucradas en la experiencia original. Se sabe que el hipocampo, pequeño órgano ubicado dentro del lóbulo temporal medio del cerebro y que forma una parte importante del sistema límbico, juega un rol fundamental en su funcionamiento, que este órgano regula las emociones y se asocia principalmente con la memoria a largo plazo y la memoria especial, esa que nos permite movernos en nuestro entorno. Este fenómeno lo explica de forma muy sencilla el físico español Jorge Wagensberg: “El cerebro se inventó para salir de casa y la memoria para volver a casa”.
En el 2014 se otorgó el Premio Nobel de Medicina a un trabajo científico relacionado con memoria. El investigador británico-estadounidense John O’Keefe y los noruegos May-Britt y Edvard I. Moser lo obtuvieron por haber descubierto un sistema de “GPS interno” en el cerebro que hace posible que nos orientemos usando la memoria espacial.
El Comité Nobel dijo que el descubrimiento de los laureados de este año tiene repercusiones desde filosóficas hasta médicas, y que estos hallazgos “han solucionado un problema planteado por filósofos y científicos durante siglos” sobre “cómo el cerebro crea un mapa del espacio a nuestro alrededor y cómo nos movemos en un entorno complejo”.
En 1971, O’Keefe descubrió el primer componente de este sistema de posicionamiento: un tipo de célula nerviosa situada en el hipocampo. Tres décadas después, May-Britt y Edvard Moser descubrieron una segunda clave de este “GPS” al identificar otro tipo de células nerviosas, de “red”, que generan un sistema coordinado para el posicionamiento preciso y el trazado de itinerarios. Por ahora, los resultados de estas investigaciones nos ayudan a entender cómo funciona el cerebro y no tienen implicaciones inmediatas para nuevos medicamentos. A pesar de eso, el conocimiento sobre el sistema de posicionamiento del cerebro puede ayudar a la comprensión de las causas de pérdida de la memoria en pacientes con enfermedades cerebrales devastadoras como el Alzheimer.
No sabemos, pero quizá en un futuro, la ciencia colabore en esta lucha contra el olvido, que en ocasiones puede ser colectivo. Esa lucha que pelearon escritores como el checo Milan Kundera, autor de “La Insoportable Levedad del Ser”, el mismo que fue expulsado del Partido Comunista por oponerse a los atropellos y actitudes totalitarias y que alguna vez escribiera: “La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”.