Recordar para no repetir: Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto
COMPARTIR
Este 27 de enero se recuerda la liberación de Auschwitz en 1945, como un llamado a la reflexión sobre las consecuencias del odio y la indiferencia. A través de una experiencia personal en el Museo del Holocausto en Washington D.C., ilustro el impacto humano detrás de las cifras y la importancia de actuar con humanidad, justicia y respeto, reafirmando el compromiso con el “nunca más”
Hoy, 27 de Enero, el mundo observa el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto. En un día como hoy, en 1945, las fuerzas armadas de la Unión Soviética liberaron el campo de concentración de Auschwitz, uno de los más grandes. Hoy es un día para reflexionar, y quiero comenzar esta reflexión compartiendo una anécdota.
En diciembre tuve la oportunidad de visitar el Museo del Holocausto en Washington D.C. El museo tiene una exhibición que nunca olvidaré: un cuarto lleno de zapatos. Miles de ellos. Eran todo lo que quedaba de miles de personas cuyos nombres se han perdido en la historia. Mientras estaba ahí, mirando esos zapatos, me di cuenta de lo fácil que es reducir estas tragedias a números. Pero detrás de cada par de zapatos había una vida, una historia, una familia que ya no está con nosotros. Esas vidas fueron silenciadas no solo por el odio, sino también por la indiferencia del mundo. Hoy estamos aquí para recordar y reflexionar sobre ese pasado, y para preguntarnos: ¿cómo podemos asegurarnos de que nunca vuelva a suceder?”
Durante la Segunda Guerra Mundial, mientras millones de judíos buscaban refugio, México abrió sus puertas a tan solo dos mil refugiados. Esto, en un país que se enorgullece de ser fundado sobre los valores de la libertad y la justicia, y que se describe como una nación humana y generosa. Sin embargo, tras la Conferencia de Evian en 1938, donde los países del mundo decidieron no actuar, México también cerró sus puertas.
TE PUEDE INTERESAR: Los residentes de Gaza comienzan a regresar a sus hogares en el norte tras la liberación de rehenes
Es fácil excusarnos diciendo que el mundo no sabía lo que estaba pasando. Pero la verdad es que sí sabíamos. Simplemente no actuamos. Esa inacción costó la vida de seis millones de judíos y otros cinco millones de personas de diferentes contextos religiosos, políticos y raciales.
El escritor y sobreviviente del Holocausto, Elie Wiesel, lo dijo mejor: “El opuesto del amor no es el odio, es la indiferencia”. Esa indiferencia permitió que estas atrocidades ocurrieran. Y aunque como humanidad juramos que “nunca más”. la historia nos muestra lo contrario.
Desde entonces, hemos sido testigos de genocidios en Ruanda, Camboya, Bosnia, Sudán, Myanmar, Palestina y China. Cada uno de ellos nos recuerda que seguimos repitiendo los mismos errores. Ignoramos el sufrimiento de los demás, pensando que nunca nos podría pasar a nosotros. Pero como dijo alguien alguna vez: “Ignorar la historia es hacerlo bajo nuestro propio riesgo”.
Y no tenemos que mirar muy lejos para ver cómo la intolerancia y el odio siguen presentes. Pensemos en lo que ocurre con los migrantes mexicanos y latinoamericanos en Estados Unidos. Casos de mujeres mexicanas forzosamente esterilizadas, niños enfermos abandonados en cuartos de concreto sin ventilación ni atención médica. Estas violaciones a los derechos humanos no son historias lejanas. Las está sufriendo nuestra gente, nuestro pueblo. Personas como tú y como yo.
Entonces, debemos preguntarnos: ¿realmente somos una nación humana y generosa? ¿Realmente valoramos la justicia y la libertad? Porque no basta con recordar estos valores, debemos vivirlos todos los días.
TE PUEDE INTERESAR: Hamás libera a cuatro mujeres soldado israelíes en la Franja de Gaza
Hoy, al recordar a las millones de personas que murieron en el Holocausto, también reafirmamos nuestro compromiso con los valores que nos definen como país: humanidad, generosidad, justicia y libertad. Debemos ser personas instruidas, conscientes de la historia y de las consecuencias de nuestra inacción.
Los invito a comprometerse a ser tolerantes y respetuosos con los demás. A no caer en la trampa de minimizar historias de odio y racismo. Porque, como dijo Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Esa paz empieza con cada uno de nosotros.
Que el “nunca más” sea un compromiso real, no solo conmemorativo. Que vivamos en un mundo donde todos podamos construir vidas plenas, libres de odio y llenas de respeto.