Repaso de médicos y boticas en Saltillo/ 1
El directorio de profesionistas en Saltillo incluido por Esteban L. Portillo en su “Anuario Coahuilense” de 1886, registra 14 médicos en la ciudad y la población que atendían ascendía a 25 mil habitantes.
Entre los 14 había dos norteamericanos: Santiago Smith, llegado a la ciudad con las tropas norteamericanas durante la intervención en 1847 y desde entonces radicaba en Saltillo, y el doctor Ricardo H. L. Bibb, quien residió y practicó su profesión en la ciudad durante algún tiempo. Su esposa, la también norteamericana Fanny Chambers Gooch, regresó tiempo después a la Ciudad de México donde residió varios años, y de sus dos estancias en nuestro País resultó un precioso libro, “Los Mexicanos Vistos de Cerca”, publicado una sola vez en Estados Unidos en inglés. Posteriormente, el Banco de México hizo una edición en español con la traducción del cronista de Coyoacán, Luis Everaert Dubernard. Ambas ediciones, difíciles de conseguir.
La descripción que hace la señora Chambers de Saltillo, fresca, natural y en estilo muy ameno, se enfoca más a las costumbres y modos de vida cotidiana y a las personas de todas clases sociales que trató de cerca. En la parte que dedica a Saltillo narra un “viaje a Palomas”, antiguo nombre de la población de Arteaga, donde su marido y otro colega hicieron la extracción de amígdalas a un montón de chiquillos en la casa de “un rico hacendado”. Por su parte, el doctor Bibb escribió una larguísima carta con información sobre Saltillo y la envió al periódico estadounidense “Statesman”: su población, altura, temperatura, mortalidad, enfermedades endémicas, comodidades para visitantes, costos de la vida, posibilidades de hacer negocios y la supuesta influencia del clima sobre enfermedades como el asma y la tisis. Esta carta se publicó también en Saltillo, en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Coahuila los días 20 y 23 de octubre de 1882, y contribuyó en gran medida a la buena fama de que gozó nuestra ciudad en ese tiempo por su atmósfera y las bondades de su clima con poder curativo para algunas enfermedades.
De los otros 12 médicos registrados por Portillo, dos destacan como directores del Ateneo Fuente: Dionisio García Fuentes y Ramón Dávila de la Peña, quien también fuera fundador y primer director del primer Hospital Civil, y los demás eran: José María Barreda, Jesús García Fuentes, Mauricio G. Barreda, José I. Figueroa, Jesús María Gil, Fernando Mier, Francisco Cárdenas, Luis de la Garza Cárdenas, Fernando Villarreal y Jesús María Fuentes Peña.
El Anuario registra sólo dos farmacéuticos: Sóstenes de la Fuente y Juan D. Carothers, propietario este último de la Botica de San Luis, ubicada en el local M de los portales en la plaza de Armas. Los interesantes anuncios publicitarios de las boticas de aquellos años dejan ver que ya eran mucho más que depósitos de medicinas y que por ello podrían justificar ampliamente la antigua frase “De todo como en botica”. La Botica de San Luis, según su anuncio, era además de un almacén de medicinas, drogas, productos químicos, farmacéuticos y de perfumería, también de papelería y artículos de escritorio y, asimismo, de algunos artículos de ferretería. Juan D. Carothers vendía en su establecimiento una larga lista de productos: perfumería, jabones finos y polveras; cepillos para dientes, uñas, ropa y cabeza; peines, esponjas, aceites; colores, barnices, brochas, tintas, anilinas; mata-gusano; artículos para fotógrafos; máquinas eléctricas; medicinas de patente francesas, americanas e inglesas; papel rayado de todas clases, para cartas y facturas, libros en blanco, copiadores de cartas, sobres, plumas de acero, mangos, tinta fija y de copiar, tinteros, lápices, gomas, reglas, papel secante, tarjetas de todas clases y un surtido completo para el escritorio. Se anunciaba, además, como “único agente” de las medicinas caseras del doctor Jayne e Hijo, de Filadelfia; de las medicinas de patente del doctor J. C. Ayer, de Lowell, Massachusetts, y de los Fosfatos ácidos de Horsford, de Providence, R. I.