Si eso hacen hoy en Morena con leña verde... Ya se adivina que harán en el 2024
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El domingo 11 del pasado mes de junio, justo una semana después de las elecciones locales de Coahuila y el Estado de México, por cierto, las únicas realizadas este año, se reunió de manera extraordinaria el consejo nacional del partido Morena. Sesionó para dar cumplimiento a órdenes precisas recibidas del titular del Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador.
De que efectivamente así ocurrió, es decir, de que fueron órdenes presidenciales terminantes y directas, lo conoció la opinión pública a través de lo informado por los diversos medios de comunicación desde la noche del 5 de junio. Es tal el cinismo al que ha llegado el oficialismo, que ya ni las apariencias guarda, como sí trataban de hacerlo sus antecesores priistas.
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Pues bien, en la fecha mencionada, como ya se dijo, sesionó el consejo nacional de Morena. Dictó al efecto un extraño documento. Este lleva el kilométrico título de: “Acuerdo del consejo nacional de Morena para que de manera imparcial, democrática, unitaria y transparente se logre profundizar y dar continuidad a la cuarta transformación de la vida pública de México”, contenido en 11 cuartillas.
¿Por qué lo extraño de ese documento? En primer lugar, porque en ninguna parte de los Estatutos de Morena se establece que el consejo nacional de ese partido esté facultado para dictar un Acuerdo como el mencionado.
Y en segundo término en razón de que dicho Acuerdo dispone la designación, mediante encuesta, de un “coordinador de los comités de defensa de la transformación”. Sobra decir que los Estatutos de Morena tampoco prevén la existencia de un órgano “coordinador” con tal denominación y menos aún de “comités de defensa”. Pura simulación pues, engaño y mentira, como corresponde a la naturaleza de ese partido.
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Sin embargo, la simulación mayor consiste en que el tal coordinador de la defensa de la transformación, a seleccionarse entre no más de “seis invitados”, que ni siquiera se aclara quién los invitó (aunque bien se sabe que fue AMLO) y cuyos nombres tampoco se mencionan expresamente (salvo de manera vergonzante sus siglas, eso sí, citadas en el documento por riguroso orden alfabético); en realidad no coordinará ni defenderá nada, sino que está llamado a ser –se supone, si todo les sale bien– el candidato de Morena y sus aliados en las elecciones presidenciales del 2024.
Y es probable que el magno ejercicio de simulación no salga bien porque ya empezaron los problemas fuertes entre los “invitados”, mejor conocidos bajo el mote de “corcholatas”, por cierto, nombre despectivo que curiosamente ellos aceptan con gusto. La ignominia no tiene límites.
Pues bien, una de las reglas establecidas por el consejo nacional de Morena (por cierto, reglas no registradas en el INE) para llevar a cabo ese juego de simulación, establece que las corcholatas “deben comportarse de manera austera, sin derroche de gastos publicitarios ni propagandísticos y rechazar toda práctica antidemocrática, como el acarreo, coerción y alianzas con grupos o personas a cambio de prebendas”.
Es exactamente lo contrario de lo que ha venido ocurriendo, en particular por lo que hace a la candidata preferida del Presidente, Claudia Sheinbaum. Molesto de seguir en ese juego tan disparejo, así lo señaló con vehemencia en días pasados otra de las corcholatas: Marcelo Ebrard. Pero no sólo eso, sino algo aún más grave. Denunció que los recursos con los que se está financiando ese derroche propagandístico proceden de las arcas públicas, concretamente del Gobierno de la Ciudad de México y de la Secretaría del Bienestar.
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El derroche es innegable. De él hemos sido testigos millones de mexicanos a lo largo y ancho del territorio nacional. Sin duda ha superado varias veces el tope de gastos fijado por el INE. Para que luego no se hagan las víctimas si la autoridad electoral rechaza el registro de la candidatura de Sheinbaum. Y más grave todavía si provienen del erario público.
De lo anterior algo adicional y que debe considerarse es lo siguiente: si eso hacen hoy entre ellos, ¿qué no estarán dispuestos a hacer después AMLO, Morena y aliados contra la oposición en la campaña del año entrante?
En otras palabras, si eso hacen ahora con leña verde, ¿qué no harán después con leña seca? Veremos, veremos, aunque desde ahora se adivina.