The Big Bang Theory, el bullying, gaslighting, la crítica, y el dolor que provocan. Bromas y burlas no son lo mismo

Opinión
/ 19 enero 2025

The Big Bang Theory es una serie que en su tiempo fue muy popular. No dudo que lo siga siendo. No había visto las últimas temporadas, y entre navidad y el comienzo del año me dediqué a ver la serie completa, en sus doce temporadas. Empecé tranquilamente, riéndome del talento sin cuestión de los escritores mordaces que elaboraron unos diálogos de movimiento intenso, otorgando a los personajes caracteres ácidos y puntuales. Cuatro científicos genios, uno de ellos una mezcla entre el espectro autista y un trastorno narcisista, más tres mujeres que se agregan al grupo de a poco. Una de ellas es una chica “americana” típica (fiestera, una mujer que llega a California con esperanzas de ser actriz, fallando y trabajando, como típicamente se dice que sucede, de mesera). Las otras son científicas. Ellas tres forman pareja a lo largo de la serie con tres de los hombres, dejando a uno soltero. Así transcurre la historia, con historias infantiles y familiares de cada personaje, y con la vida actual, a través de algunos diez años, terminando en las tres parejas casadas, una de ellas con dos hijos, una de ellas con un premio Nobel.

Durante doce temporadas, estas siete personas se tratan de la chingada. No hay otra manera de decirlo. Se critican, varios son expertos en gaslighting, todos, habiendo sido víctimas de bullying de niños (hasta de parte de sus padres), se han vuelto adictos a burlarse de las personas menos “inteligentes” y entre ellos mismos. Sus diálogos oscilan entre el amor que evidentemente se tienen y la dualidad de tolerancia-intolerancia, con palabras crueles y ardientes. Hubo un momento en mi maratón en que el trato que observaba me caló. Sé que en mi mente, yo trato a los demás, y a mi misma, de esa misma manera. Sí, cierto es que a veces mis juicios se vuelven audibles. Al ver capítulo tras capítulo, me cansé de tanta actitud grosera, egoísta, despreciativa, arrogante... Complejos de superioridad activados en la pantalla. Un reflejo de mí, ciertamente. Y a la vez algo que me caló. No quiero estar en una relación de ese tipo. A veces mis hijos me agarran del blanco de sus “bromas”. Aguanto, vaya que aguanto. Pero, de pronto dicen algo que me lastima. Se dan cuenta del cambio en mi manera de estar, me enojo y devuelvo la burla con reclamos. Ellos en coro me dicen, “Ay, Ma, no aguantas nada.” Es cierto que minutos antes lloraba de risa junto con ellos. Y luego algo duele.

Me gustaría jamás pasarme de lo que duele, aunque sé que es parte de la vida.

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