Con tecnología plantean preguntas sobre el destino del agua que usamos en MARCO
La exposición ‘El revés de la sombra no es el reflejo en el agua’ del colectivo panósmico reflexiona sobre uso y desecho de este líquido, así como de otros subproductos del consumo humano
El Espacio Uno del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO), nueva sala de exhibiciones, recibe como su segunda exposición al proyecto “El revés de la sombra no es el reflejo en el agua” del colectivo panósmico, que estará hasta el 30 de julio.
Integrado por los artistas Mariana Mañón y Manolo Larrosa, se trata de una propuesta que plantea preguntas sobre el uso y destino del agua, así como de nuestros desechos, y su impacto no solo en el medio ambiente, sino en toda la cultura y la sociedad a donde van a parar.
En la galería se encuentran los resultados de las dos líneas de investigación que conforman este proyecto. Por un lado está la instalación “Escritura del agua”, que con tecnología Arduino y sensores conectados a los baños de MARCO traducirá el movimiento y consumo del agua en esa zona del edificio a caligrafía y dibujo, con un sistema similar al del polígrafo o detector de mentiras, como una metáfora del movimiento de los ríos y la interconexión del vital líquido en el subsuelo, así como su recorrido luego de ser utilizado.
A esta obra se suma una serie de piezas de cerámicas con pedazos de plástico incrustados, las cuales integran el proyecto “Encuentros plásticos”, la cual explora la transformación del suelo y el paisaje al recibir los materiales de desecho que arroja la ciudad y las imagina como una reconstrucción futurista de la arqueología del presente.
Ambos se desarrollaron a partir de las dinámicas que ocurren en el Valle del Mezquital, en el estado de Hidalgo, donde convive la agricultura, la minería, la industria y los desperdicios de las metrópolis capitalina.
“La idea de trabajar con el Mezquital apareció hace tres años como un interés común, porque la investigación de Mariana tiene mucho que ver con la vida de los objetos después del uso y mi investigación tiene que ver con la importancia biocultural de las aguas”, explicó Manolo en entrevista con VANGUARDIA, “ahí se están dando las condiciones de saturación de la contaminación provocada por la Ciudad de México o de una especie de sostenibilidad extraña donde la catástrofe como que ya pasó y no estamos muertos”.
La exhibición, que se presentó en 2022 en el Vernacular Institute de la Ciudad de México, bajo la curaduría de Jo Ying Peng, llega a la capital de Nuevo León en medio de una crisis hídrica que vio su punto más álgido justo hace un año, pero que aún amenaza con afectar a millones de personas.
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“Justo creo que es un tema del que nadie se escapa”, dijo Mariana al respecto de la pertinencia de su obra en la ciudad, “el agua, siendo un fluido tan vital, toca muchas fibras muy incómodas y la vez muy importantes de mantener en la conversación activa que hay en Monterrey [...] La sequía pone en perspectiva el conocimiento que tenemos de esos sistemas, de dónde proviene nuestra agua, cómo la estamos usando, hacia dónde va una vez que se deja de tener contacto con ella y esta exhibición creo que pone eso en juego, esas preguntas, que uno normalmente no se plantea”.
Ambos coincidieron en que otro de los temas que plantea el proyecto es sobre el uso de los suelos y el territorio, empezando por la idea de que el agua, como otros recursos y ecosistema en general, no conoce de fronteras geopolíticas, pero también como la tierra, el suelo, no es inmóvil y está en constante construcción, destrucción, intervención y modificación, por la naturaleza o la mano humana.