“Es una oda a la escritura como un refugio”, Agustina Bazterrica presenta su novela ‘Las Indignas’

La autora de ‘Cadáver Exquisito’ presenta ahora un mundo distópico, contado desde dentro de un opresivo claustro, donde la palabra se convierte en una suerte de escape para su protagonista

Artes
/ 30 enero 2025
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Un futuro distópico, que sobrevivió a duras apenas a guerras y catástrofes ambientales, ahora es el lugar donde un culto religioso surge para oprimir y sacrificar a las mujeres. Pero entre los muros de la Casa de la Hermandad Sagrada una mujer escribe, cuando puede, todo lo que ocurre en este lugar.

La más reciente novela de la escritora Agustina Bazterrica “Las indignas” (Alfaguara, 2023) llega con una propuesta que busca cuestionar al patriarcado y las instituciones opresivas, desde la iglesia hasta los cultos y las sectas, complejizando su estructura y cómo se perpetúan.

“Las personas somos responsables del patriarcado, entre las cuales hay mujeres, a pesar de que las mujeres y las minorías son las que están oprimidas”, compartió la autora en entrevista con VANGUARDIA, “a mí no me interesa escribir libros panfletarios, que el lector piense como yo pienso ni que tenga mis ideas, ni querer imponerlas. Me interesa en cada libro ir por una búsqueda y lo que en general hermana a mis libros o donde hay una columna vertebral es la pregunta de ¿por qué creemos en las cosas que creemos? A partir de ahí voy abordando distintos temas”.

La premisa surgió luego de un viaje que hizo al norte de Argentina y Perú, donde existe una iconografía particular y que encuentra fascinante: los ángeles arcabuceros. Un encuentro en una de las iglesias donde se ubican estas imágenes la hizo recordar su infancia en un estricto colegio de monjas alemanas, disparando la idea que se convirtió en esta novela.

“No podías cuestionar nada en el colegio, porque claro, el tema con la fe y las religiones es que están construidas para que no cuestiones, que sea un misterio y cuanto más misterio más sumisión además. En la época que yo iba, en los 80, no se hablaba de feminismo y las mujeres estábamos siendo educadas para ser obedientes, sumisas, siempre estaba la amenaza de qué ibas a hacer con tus genitales, del embarazo no deseado y el varón siempre era una misma y tú sospechosa de puta”, señaló.

Recordó cómo el ambiente de este lugar era como el de un panóptico: “No había ningún tipo de sororidad y el control, si no venía de las compañeras, venía de las profesoras, o las monjas o el sacerdote o sino dios. No tenías escapatoria bajo ningún concepto”.

Este clima opresivo y de sospecha permanente permea a la obra, que se narra desde la perspectiva anónima de una de las mujeres que ahí residen, un punto de vista que surgió de forma natural al escribir el libro.

Esta novela hubiese sido muy diferente narrada en tercera omnisciente. A mí me interesaba esta cuestión del diario clandestino y la protagonista sin nombre. Entonces lo que me permite es esta cuestión de la urgencia, de no dar toda la información, sino que el lector tenga que ir completando la información del libro y este desafío de un narrador que no puede escribir los actos mientras sucede”, mencionó.

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“Ese libro es una oda a la escritura como un refugio, la escritura como una salvación, por todo eso me interesaba ese tipo de narrador”, concluyó.

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