Muros y tejidos: Laila Castillo expone un viaje de tres años entre el arte textil y el encuentro con la naturaleza
La exposición ‘Custodia a Través de la Membrana’ de la artista visual saltillense presenta una pieza de instalación y performance en Casa Purcell, que va acompañada por las huellas de un largo proceso personal y creativo
En su más reciente exposición la artista visual Laila Castillo continúa trabajando con el hilo y la aguja, pero ahora el tejido ha escalado a otros sitios, se encontró con el muro y durante tres años le ha permitido convivir con los cambios en su vida por medio del arte.
“Custodia a través de la membrana” es el nombre de la muestra que se inaugura este miércoles 15 de mayo en el Centro Cultural Casa Purcell. En ella, la artista presenta una instalación activada por medio de un performance en el que el arte textil que marcado su práctica desde hace años se fusiona con la presencia de la escalada deportiva en su rutina.
“Es la tercera vez que se activa la pieza, la primera fue en el Cañón de San Lorenzo, fue más íntima, nada más estuvo mi esposo, que es quien hizo la música, y yo y Criss Poulain me hizo el registro fotográfico”, compartió la creadora en entrevista con VANGUARDIA.
“La segunda activación fue en Uruguay, con una chica de allá. La instalación está formada por triángulos tejidos, que son articulables, y se adaptan al paisaje, al espacio y la idea que conforme vaya viajando la persona que la active, la mujer que la active, sea del territorio donde está instalada la pieza”, agregó.
La persona encargada de activarla en la inauguración, que se llevará a cabo en punto de las 19:00 horas, será Sofía López Siller. La instalación estará acompañada por el archivo de los “intentos” que realizó durante este tiempo antes de dar con la obra.
“El trabajo terminó muy vinculado con el tema de la escalada, porque empecé a enlazar mi trabajo en estudio y mis salidas a escalar durante esos tres años. El repertorio gestual, que marca la pauta para los movimientos de las chicas que activan, consta de nueve movimientos que abstraje del acto de tejer y del de escalar”, explicó.
Sobre los intentos previos, añadió que buscaba una rigidez a través del tejido, un sostén pero que “al final terminé por abandonarlo, pero me parecieron importantes y muy lindos, esos acercamientos con la tierra, con la naturaleza, mientras iba a escalar, fueron lo que al final ayudaron a la gestación de la pieza principal”.
Esta retrospectiva, por su parte, le permitió reconocer con mayor ahínco la catarsis que sintió en la primera presentación en el Cañón de San Lorenzo, así como la red de apoyos y vínculos con las artistas de Uruguay en la segunda, y la importancia de ahora llevar la pieza a un espacio museístico.
“Fue una buena cimbra”, comentó sobre lo que implicó para ella ver hacia el pasado, “para saber dónde estoy parada, qué fue lo pasó, qué fue lo que hice bien, cómo mejorar, para ya empezar con empezar con proyectos nuevos. La pieza va a seguir, mientras yo viaje se irá conmigo, y le buscaré nuevos espacios, pero creo que esta muestra en particular, esa retrospectiva fue un cierre de ese ciclo para abrir nuevos caminos”.
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“El triángulo, son triángulos tejidos, el número tres es super equilibrado, muy fuerte, como punta de lanza y algo que develó este proceso fue la fuerza de mi familia: somos tres. Creo que en estos tres años nos reforzamos un montón como punta de lanza, también, cada uno desde su rol. Porque paradójicamente han sido tres años en los que me he despegado del rol de mamá, dejar esta parte de la crianza que en los primeros años dedicas más tiempo y luego dedicarle más tiempo al negocio de mi marido, el de la escalada y luego este año, más metida en la parte artística y saber mediar esas tres cosas me ha dado mucha independencia pero al mismo tiempo reforzando el lazo fuerte”, concluyó.
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