‘One Day at a Time’… o un capítulo a la vez
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¿Por qué me molesta “One Day at a Time” y por qué a los latinos en Estados Unidos (supongo que a ellos) les encanta? Hace unos días se estrenó la segunda temporada en Netflix de esta comedia de situación familiar, y de nuevo, tanto la crítica como la audiencia la han recibido de maravilla.
Me preocupa que tanta aceptación sea, simplemente, parte de esta necesidad de vernos políticamente correctos, pues de criticarla o llamarla “mala” –si no terrible, al menos del montón–, nos convertiría en unos ogros racistas estúpidos intolerantes amigos de Trump.
“One Day at a Time” es una sitcom tradicional protagonizada por Justina Machado (“Six Feet Under”), quien interpreta a una madre soltera de ascendencia cubana que debe sobrevivir, alcanzar sus sueños, educar a sus hijos, mantener vivas sus raíces y encontrar el amor en los Estados Unidos.
No estoy segura si los estereotipos de los que se burla, pero que también presenta, jueguen a favor de esta historia sobre superación personal. A mí, por lo pronto, me molestan. Lo que sí sé, es que al menos la serie habla directamente sobre el racismo en Estados Unidos y sobre cómo continúan batallando los latinos para abrirse camino en ese territorio.
Aunque de una manera algo dramática y cursilona, la serie le hace frente al problema de una forma directa: los insultos y frases ofensivas hacia el latino son el pan de cada día allá.
También hace una declaración abierta: no se deben ni soportar ni pasar por alto los comentarios o las acciones estúpidamente racistas. Pone de ejemplo frases como: “Vuelve a tu país”, “violador”, “frijolero” o “sudaca”. Intenta hacerlo parecer simpático, pero realmente hay demasiada seriedad a la hora de abordar estos temas.
Quizá ésta sea una virtud en “One Day at a Time”. Está lanzando un discurso sobre lo que significa ser latino en “Gringolandia” y lo está haciendo con toda la intención de provocar cierta tensión, porque, como sería muy incorrecto contradecirla, todo el mundo tendrá que alinearse a su idea.
Al menos el primer episodio de la segunda temporada me pareció un capítulo moralizador hasta el hartazgo, con un último discurso cansado y exagerado. NO digo lo que se plantea no sea cierto, pero la comedia evangelizadora puede agotar rápidamente. Tal vez los latinos que viven en el país vecino se sienten realmente identificados con los personajes y las situaciones que plantea y por eso la serie ha resultado exitosa… porque los latinos, como cualquiera, quieren consumir productos donde se vean reflejados con dignidad y respeto (aunque luego también hacen populares cosas tan ridículamente espantosas como “Caso Cerrado”).
Pero, aunque “One Day at a Time” posee estas características que algunos verán como cualidades, hay que reconocer que su sentido del humor es tan ñoño y básico como el de Capulina. Sus chistes son predecibles, los clichés sobre la cultura latina pueden llegar a molestar y utiliza algo de humor de pastelazo para rellenar puntos débiles en cada episodio. Qué bueno que la serie enfrenta a la sociedad estadounidense directamente, pero cuando se trata de ver una comedia divertida y propositiva, para algunos (como para mí) esto no será suficiente.