Sex and Religion, el legendario Steve Vai deleita a los regios

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/ 27 junio 2023

Steve Vai, el chamán de la guitarra, ofreció un concierto en Monterrey

Todos los viernes desquician. Es el telar de una araña. Caen los carros. Arrastra el pavimiento. Arde la calle. Del municipio laboral, la ciudad dormitorio. Te abraza la bilis. Carcome la dignidad. Prendes el aire acondicionado.

Compra la gasolina. El motor a un cuarto. Nadie llega en la víspera. En el downtown baja la cortina metálica. A los empleados solo el colectivo o el taxi de aplicación.

Toda el área metropolitana es zona de saqueo. Balas perdidas. Ajuste de cuentas y sinvergüenzas retóricos con hambre de notoriedad. Pasar a las doradas páginas contemporáneas.

Como nunca antes. Como siempre ahora.

Steve Vai, el chamán de la guitarra, en el Pabellón M. En las miasmas del antiguo mercado Colón. A donde deberías ir a cumplir con el deber constitucional del servicio militar masculino obligatorio.

En esa esquina neutralizada. Gone with the wind. Ricardo Canavati lo hizo posible. Los sucesores también se enriquecieron.

20 horas del viernes 23 de junio. El mercurio queda estático. Por encima de los 40 grados Celsius. La ocupación de la plaza trae graduados de bachilleres, universidad y hasta de escuelas básicas.

Las galas de sus padres contrastan con quienes van al Tim Hortons Scenario o al Pabellón M.

Steve Vai hace de las suyas. Las 17 melodías son pasajes de puntillismo en el decorado musical. Da el lujo de improvisar. Hasta su road manager inventa letra al clásico “For the love of god”.

Italiano masticado a granel. Con aroma a pasta densa. Mejor el regreso a la tramoya y Steve a pasar lista de sorprendidos.

Ya fueron Ciudad de México y Guadalajara. Con eso se cierra Latinoamérica. Steve ama a Vai. Lo acaricia. Lo reinventa. Ajusta la maquinaria de los doctorantes en el juicio sumario de la eternidad.

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Para las 22:18 Steve Vai asume la postrimería del descanso. Vuelve al mito. Al hombre retador vencido al diablo en la historia modernizada de Robert Johnson.

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Nosotros, sus puntuales Gonzo adictos, viajamos en la nube.

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