Hay quien dice que no lee nada porque no tiene tiempo: entre el trabajo, las clases de francés, los niños y las cañas de los jueves, ¿quién puede dedicar un rato a la lectura? Por suerte, hay escritores capaces de condensar toda una historia en apenas unas frases (o palabras). Puedes leer un microrrelato mientras se hace el café, durante los anuncios o incluso en el ascensor.