Casa Cubo en Saltillo: obra de Gerardo González Zozaya, un Airbnb acogedor y eficaz para huéspedes globales
Platicamos con el arquitecto Gerardo González Zozaya, creador de este proyecto arquitectónico que parte del concepto de una casa de huéspedes para crear un espacio eficaz, cómodo y cálido pensando en residentes de todas partes del mundo.
En medio del auge de Airbnb, donde cualquier cuarto desocupado, departamento medio acondicionado o casa habitación que se rentaba a la manera tradicional tiene potencial para recibir nuevos inquilinos, la Casa Cubo se alza entre las ofertas de alta gama como un espacio diseñado desde los cimientos para entregar la mayor comodidad, privacidad y eficiencia a sus huéspedes.
El proyecto del arquitecto Gerardo González Zozaya, que se encuentra en el fraccionamiento Los Silleres, en Saltillo, Coahuila, destaca desde la calle por su fachada blanca y sin ventanas o decoración alguna. Acostumbrados como nos tiene el mercado a querer demostrar el lujo por donde sea, esta propuesta arquitectónica se distancia de esa tendencia para ofrecer, en cambio, el confort y la calidez de un buen diseño en las áreas que serán habitadas.
“El edificio por fuera no es nada. Eso es algo común en mis construcciones. Yo no vivo enfrente, yo vivo de este lado, entonces por fuera solo hay muros blancos. Las ventanas las tiene hacia dentro... Saltillo no tiene vista al mar, la casa del vecino no te gusta, ¿para qué quieres ver al vecino o que el vecino te vea? Entonces prefiero lo interiorista”, explicó en entrevista su creador.
Una pizca del semidesierto
El acceso por la cochera, que puede albergar un auto por departamento, dirige a un jardín interior, diseñado por la arquitecta Isa Vera, el cual aprovecha la flora regional para recordarle a los inquilinos -en su mayoría extranjeros- cómo es el lugar que están visitando, con ocotillos comprados de viveros especializados y candelilla reproducida in situ, así como cactáceas y suculentas, con piezas de herrería fabricadas o diseñadas por González Zozaya, cuyo gusto por el acabado artesanal complementa el estilo contemporáneo de toda la casa.
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“Si tú ahorita le dices a alguien ‘hazme una casa moderna’, te va a hacer una casa con un IPR, un voladito forrado de madera por debajo, ¿sí me explico? Eso es lo que no quería, quería que fuera algo más expresivo”, dijo.
“Cuando diseñé este edificio en un principio tenía otra idea, algo más moderno, pero hice dos viajes en un plazo muy corto, uno fue a Las Vegas y otro fue a Xilitla. Me gustó más Xilitla, ahí sí volvería a ir, y cambió mi idea de la arquitectura, ahora juega un poco más la fantasía, de trabajar más con la imaginación”, compartió.
Calidez artesanal
La Casa Cubo mantiene un equilibrio en su eclecticismo. Mientras que en las zonas de tránsito, como pasillos o escaleras, dominan los acabados magistrales en estuco, iluminados en el día por luz natural, las áreas comunes y sobre todo los departamentos están salpicados por mosaicos, vitrales, piezas de herrería y hasta obras de arte que devuelven lo humano a espacios que podrían terminar siendo fríos.
“Somos albañiles y hay mucha gente con unas capacidades artesanales muy buenas”, señaló el arquitecto sobre su equipo de trabajo, “es algo que le da mucha calidez a un lugar como este. Sí tengo el gusto por las cosas modernas pero vivir en un museo no es tan cómodo”.
Esto se puede apreciar en el vestíbulo, que también está adornado con piezas de herrería originales -además de que contiene un mapamundi donde están marcados los cerca de 20 países de los cuales han llegado huéspedes, incluidos Brasil, Canadá, Francia, Colombia, Venezuela, Alemania, Suecia, Cuba e Indonesia-, pero sobre todo en su terraza, que conscientemente no utiliza toda la planta, y en cambio se diseñó con la intención de ser utilizada por no más de diez personas a la vez.
Tal decisión ha dado pie a la convivencia internacional, pues en el comedor techado o en la banca a cielo abierto decorada con mosaico fluorescente han llegado a pasar un buen rato inquilinos provenientes de distintos países, además de uno que otro chef que aprovechó el asador.
“La cultura de los huéspedes ha cambiado. Los colombianos son gente finísima, unos alemanes estaban muy apenados porque se quedaron hasta la una de la mañana, pero ellos no hacen ruido, es diferente a nosotros. Entonces la gente ya está mucho más acostumbrada a andar de viaje y ser buen huésped”, comentó.
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En la primera planta, al fondo, hay otra zona con asador, en la que además se encuentra un horno de barro, al lado de la cual el arquitecto tenía un taller personal de soldadura pero por petición de un cliente lo acondicionó en un departamento extra, no considerado en el proyecto original, pero que se rige por los mismos principios de diseño y eficacia.
Eficacia tecnológica
Además de contar con todas las comodidades que proveen los controles automatizados, muebles y electrodomésticos de calidad e incluso utensilios básicos de cocina, los departamentos de la Casa Cubo -siete en total, tres con dos recámaras, una con una recámara y dos más tipo loft, además del loft en niveles que reemplazó su taller de soldadura- están construidos pensando en conservar la inercia térmica, con aislamiento de los muros exteriores y el techo de poliuretano en placa, utilizando paneles solares para disminuir el consumo de energía al mínimo y un calentador de 28 tubos con recirculación de agua y sensores que permiten que se regule automáticamente dependiendo de su uso.
“El empezar a usar esas cosas en la arquitectura es muy importante. Lo ideal es que un edificio empiece a funcionar de manera geotérmica, es decir, tratar de que funcione sin climatizaciones”, declaró el arquitecto.
Asimismo, lo artesanal permea hasta el interior de cada habitación, con cobijas artesanales de Oaxaca, piezas de arte -obra gráfica original de González Zozaya o de otros artistas- para vestir los muros y acabados en amarillo, azul, lila u otros colores complementarios en baños y cocina, con materiales como aluminio, vidrio, mosaico veneciano, granito negro, madera, concreto, rocas y azulejos brillantes y opacos, sin mencionar que cada departamento está separado entre sí, lo que ofrece mayor privacidad a los huéspedes.
“La arquitectura está cambiando, ahorita la tendencia es adaptarse a espacios mejor hechos, más reducidos, donde hay más convivencia con la gente. Un edificio tiene que estar bien enfocado, eficiente, visual, de confort, económica, cultura, por eso tiene tantas aristas la arquitectura”, concluyó.
Arquitecto y artista
La obra creativa de González Zozaya se puede apreciar en las esculturas de metal y los vitrales que decoran la Casa Cubo, pero el arquitecto también conserva, en el segundo de los edificios del complejo, entre dos de los departamentos, un pequeño taller de gráfica, que pronto se mudará para dar espacio a oficinas donde trabajarán los arquitectos que colaboran con él.
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