Cómo identificar y lidiar con un mal terapeuta

COMPARTIR
El año pasado, The New York Times preguntó a sus lectores si habían tenido alguna vez una mala experiencia con un terapeuta, y recibimos más de 2700 respuestas.
Por: Christina Caron
¿Qué hacer si tu terapeuta es poco profesional, incompetente o incluso abusivo?
En su primera sesión con una nueva terapeuta en San Diego, Elise, de 37 años, se sintió abandonada de inmediato. No por algo que haya dicho la terapeuta, sino por el hecho de que estuviera montada en una bicicleta estática durante su conversación.
Maria Danna, de 35 años, se alarmó cuando su terapeuta en Portland, Oregón, le “sacudió vigorosamente una maraca en la cara” para “captar la energía que emitía en la sesión”.
Y Carson, que buscó la ayuda de un psiquiatra de Ohio por una depresión y una ansiedad posparto severas, se sintió afligida cuando el médico le envió miles de mensajes de texto y le reveló eventualmente sus sentimientos sexuales hacia ella.
La terapia es transformadora para muchas personas, independientemente de si padecen o no una enfermedad mental. Pero ¿qué hacer si tu terapeuta es poco profesional, incompetente o incluso abusivo?
El año pasado, The New York Times preguntó a sus lectores si habían tenido alguna vez una mala experiencia con un terapeuta, y recibimos más de 2700 respuestas.
Entre ellas había ejemplos de violaciones éticas, comportamientos poco profesionales e interacciones sencillamente extrañas. (Algunos lectores que compartieron sus historias pidieron que nos refiriéramos a ellos solo por su nombre de pila para proteger su privacidad).
Es difícil saber con qué frecuencia se producen este tipo de incidentes. Ningún organismo federal regula la psicoterapia. Y aunque se supone que las juntas estatales que conceden licencias exigen a los terapeutas que se hagan responsables, el proceso puede tener fallas, y existe un estándar muy alto para las medidas disciplinarias.
“En este campo existe el chiste de que en cada generación de graduados hay al menos uno o dos estudiantes sobre los que todos los demás tienen serias dudas o preocupaciones”, dijo Eric Jones, terapeuta de Santa Ana, California. “Estamos éticamente obligados a evitar que los malos obtengan una licencia, pero no es un sistema perfecto. Yo mismo he despedido o denunciado a varios por conducta problemática”.
Aunque, según la experiencia de Jones, los buenos terapeutas superan en número por mucho a los malos, él y otros expertos instan a los pacientes a confiar en su instinto si algo les parece raro.
Jonathan E. Alpert, jefe del departamento de psiquiatría en el centro médico Montefiore Einstein de Nueva York, afirma que la “estrella del norte” del terapeuta debe ser la salud y el crecimiento continuo del paciente o cliente. Si no es así, añade, entonces “algo está mal”.
Cuando un terapeuta se acerca demasiado
Se supone que los terapeutas deben mantener límites físicos y emocionales con los clientes. La violación de esos límites puede consistir en revelar con regularidad detalles personales íntimos, tocar a un cliente de forma inapropiada, coquetear, ofrecer regalos o intentar establecer una relación social fuera del consultorio.
Si un terapeuta ignora los límites profesionales y no estás seguro de qué hacer, un lugar donde puedes encontrar apoyo es la Línea de Enlace para la Explotación Terapéutica, o TELL por su sigla en inglés, una red de apoyo entre pares que ayuda a quienes han sufrido daño ocasionado por su terapeuta o están preocupados por su comportamiento.
Deborah A. Lott trabaja como voluntaria en TELL, ofreciendo una orientación que ella misma habría agradecido en la década de 1980. Entonces tenía 28 años y tuvo relaciones sexuales con su terapeuta, quien, según dijo, le había ofrecido vino y cannabis. Él le suplicó que volviera a la terapia, y ella lo hizo, temporalmente, antes de cortar por fin la comunicación.
“Una vez que eres emocionalmente dependiente, es muy difícil salir, aunque sepas que las cosas no van bien”, dijo Lott. “Esta persona tiene todos tus secretos. Has invertido tiempo, dinero, energía. Y te están diciendo que es tu problema. Hay mucho gaslighting”.
Lo que ahora sabe es que un terapeuta ético nunca tendría una aventura sexual o emocional con un paciente.
“El paciente podría estar desnudo y pidiendo sexo”, dijo Jan Wohlberg, uno de los fundadores de TELL, y “siempre es responsabilidad del terapeuta establecer y mantener unos límites seguros y terapéuticos”.
Cuando un terapeuta abandona el profesionalismo
Varios lectores que nos escribieron describían a terapeutas que llegaban tarde con frecuencia, comían durante la sesión, no les informaban de los honorarios, no acudían a las citas o se esfumaban. Y más de 130 personas dijeron que su terapeuta se quedaba dormido durante la terapia, llegando a veces a babear o roncar.
“Estaba explicando que me sentía invisible en mi familia”, escribió Melissa Petty, de 71 años, sobre un incidente ocurrido hace más de una década en Dallas. “¡Levanté la mirada y el terapeuta estaba dormido! Encontré un nuevo terapeuta inmediatamente”.
Algunos lectores compartieron historias sobre terapeutas que brindaban servicios innecesarios o tratamientos de moda para los que no parecían estar cualificados.
Erin, de 30 años, quien vive en la ciudad de Nueva York, dijo que se sorprendió cuando su terapeuta le indicó que observara unas luces que atravesaban un tubo estrecho.
Se trata de un tipo de estimulación que se utiliza durante la terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares, o EMDR por su sigla en inglés, un tratamiento que pretende aliviar la angustia que rodea a los recuerdos traumáticos.
Pero Erin estaba en terapia por ansiedad relacionada con la pandemia, no por un trauma.
El terapeuta le preguntaba repetidamente: “¿Está funcionando?”, recordó Erin, mientras su conexión de Zoom se entrecortaba. “Fue una experiencia disparatada, disparatada”.
Cuando al terapeuta nada parece importarle
Leah Odette, de 44 años, que vive en Long Beach, California, visitó a un nuevo terapeuta para que la ayudara con la ansiedad, e inesperadamente fue recibida por un perro. Para algunos clientes una mascota podría ser bienvenida, pero no para Odette.
Explicó a su terapeuta que le tenía un profundo miedo a los perros, pero Odette dijo que su preocupación fue rápidamente desestimada. “Fingí que me calmaba y me agaché para acariciarlo, pero intentó morderme”, dijo. “El terapeuta culpó a mi ansiedad de la reacción del perro”.
Otros lectores dijeron que sus terapeutas no parecían escucharlos en absoluto o no tenían nada útil que decir sobre las experiencias que les compartían.
“Durante mi última sesión, el terapeuta se limitó literalmente a mirar por la ventana, sin establecer contacto visual conmigo en toda la sesión”, dijo Emily, de 34 años, quien vive en Pittsburgh. “Esa misma noche puse fin a nuestra relación por correo electrónico”.
Cuando tu terapeuta te decepciona
Si ha ocurrido algo desagradable o simplemente tu terapeuta no es el adecuado, es importante que busques a otro; no te beneficiará permanecer en una situación que no es ni sana ni productiva, dijo Jessica M. Smedley, psicóloga clínica de Washington, D. C.
Y si te parece que se ha traspasado un límite ético, puedes denunciar a tu terapeuta ante su junta de concesión de licencias.
Sin embargo, hay algunas situaciones que pueden no ser tan blancas o negras. Digamos que normalmente sientes seguridad y apoyo por parte de tu terapeuta, pero hay algo que no deja de molestarte: una vez se quedó dormida en sesión. En ese caso, puedes intentar hablar de tus preocupaciones.
Luego toma nota de cómo responde.
“Un terapeuta que reacciona a la defensiva ante eso o que no es capaz de asimilar esa retroalimentación y cambiar es un terapeuta con el que no se debería seguir trabajando”, dijo Alpert.