Creó el portugués Herberto Helder una obra austera pero exigente
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“El Observador” y distintos medios portugueses lo consideran como “el poeta de poetas” y una figura totémica de la cultura nacional de la posguerra.
Considerado como uno de los más importantes autores portugueses de mediados del siglo XX, el poeta Herberto Helder Luís Bernardes de Oliveira es recordado a un año de su muerte, ocurrida el 23 de marzo del 2015.
Herberto Helder nació el 23 de noviembre de 1930, en Funchal, Madeira, en el seno de una familia judía. En Lisboa se licenció en Derecho a los 18 años de edad y un año después ingresó a la Facultad de Artes, a un curso de Filología Romántica.
Al regresar de la capital lusitana tuvo una variada serie de modestos trabajos con los que apenas sobrevivió su juventud. Fue vendedor de publicidad, meteorólogo, propagandista de productos farmacéuticos y redactor de publicidad.
Su primer poema “Coimbra” data de 1954, escrito cuando regresó a su ciudad natal, aunque el diario Portugués “Punto” apunta que su debut literario fue en 1958 con la publicación de “El amor en la visita”.
De acuerdo con el portal “rtp.com”, el autor pasó algunos años vagando por Europa, ejerciendo profesionales marginales y pobres hasta que fue repatriado en 1960 y obtuvo la responsabilidad de dirigir las bibliotecas móviles de la Fundación Calouste Gulbenkian.
Fue en este periodo cuando se publicaron las obras “Cuchara en la boca”, “Poemacto” y “Place”.
En 1963, mismo año que comenzó a trabajar en la Radio Nacional como editor de noticias nacionales, salió al público “Los pasos en Volta”.
Desde 1968, cuando se ocupaba de la publicación de “Filosofía de alcoba” del Marqués de Sade, la dictadura portuguesa inició un proceso de censura que culminó con su expulsión del aire y la prohibición de su autobiografía “Introducción a la cara”.
Después del golpe, se refugió en la publicidad y a partir de 1969, dirigió la Editorial Estampa, hasta que comenzó a reportear la guerra desde Angola en correspondencia para la izquierda de Estados Unidos.
El mismo año recopiló toda su obra prosística bajo el nombre de “Toda la poesía” y falló en la publicación de “Toda la prosa”.
“El Observador” y distintos medios portugueses lo consideran como “el poeta de poetas” y una figura totémica de la cultura nacional de la posguerra, pese a que siempre rechazó toda manifestación de admiración y reconocimiento público.
Herberto Helder no hablaba con la presa, en lugar de eso, hablaba a través de la prosa y los versos, configurando un discurso propio, diferenciado del tradicional europeo que superó los cánones de su tiempo.
En rechazo a toda actividad capitalista, ávida de ganancias, dinero y espectáculos que alimentaban la superficialidad, el autor defendía la autonomía de la individualidad frente a la dinámica social de la homogeneidad oportunista.
Según John Peter George, Herberto Helder “era un poeta sin vanidad, un asceta que escribió una obra austera con estándares exigentes; un hombre que tuvo el valor y la audacia para refugiarse en la soledad, para romper con la sociedad y apagando el mercado de bienes culturales”. Murió el 23 de marzo del 2015.