Todos quieren un ‘cerdhijo’

Vida
/ 19 diciembre 2015

En México se venden 300 ‘minipigs’ al año, en promedio, y su popularidad va al alza; tienen ropa y cuarto propios, peluches y hasta suben sus fotos a Instagram

México, DF. Lucky es un cerdito mimado. Tiene un pequeño sillón azul en el que se sienta a tomar el sol, no le gustan los baños, su comida favorita son las uvas, ama las agujetas de los zapatos y arrastrar su cobija por toda la casa. Si no le hacen caso se hace del baño a los pies de sus dueños y después corre hasta su arenero para que no lo regañen. 

Cuando la familia García Díaz lo adoptó le compró un collar con su nombre, pechera, correa y ropa, pero Lucky es también un cerdito rebelde, no le gusta usar nada de lo que adquirieron para él. La primera vez que le pusieron la pechera se tiró al suelo y no quiso levantarse hasta que se la quitaron. Sus papás reconocen que es “El Rey de la Casa” y que está “muy consentido”. Invierten unos 300 pesos semanales en él, que se van en pañales, arena para sus necesidades y muchas uvas. 

Este “Cerdhijo” es de una raza conocida como minipig. Se caracteriza por alcanzar una altura máxima de 35 centímetros con la dieta adecuada y porque son criados para ser animales de compañía. Son originarios de Inglaterra y surgieron a partir de la cruza de los ejemplares más pequeños de diversas camadas de cerdos de producción. A nuestro país llegaron hace seis años gracias a la tienda Minipigs México y hace apenas tres la demanda comenzó a crecer. Un censo realizado con datos de distintos criaderos indica que en México se vende un promedio 300 cerditos al año y su popularidad crece. 

En Minipigs México el costo de un ejemplar va de los 20 mil hasta los 28 mil pesos, pero en los últimos dos años han aparecido nuevos criaderos con precios más accesibles, como Minipigs DF y Mini Puerquitos Pig, donde los costos van desde los seis hasta los nueve mil pesos. El costo de su manutención varía dependiendo del tipo de alimento y los cuidados que se le dé, pero puede ir desde los 500 hasta los mil 400 pesos mensuales. Sus parientes más cercanos son los cerdos vietnamitas, y aunque sus precios son más accesibles —entre 2 mil 500 y 5 mil pesos—, son menos recomendables para hogares pequeños, ya que llegan a medir entre 40 y 45 centímetros y alcanzan un peso de 50 kilogramos, en promedio, de acuerdo con Minipigs DF. 

Además de ser muy limpios —no tiran pelos, no tienen glándulas sudoríparas, sus heces no son olorosas, aprenden rápido a ir al baño donde deben— son hipoalergénicos, es decir, no producen alergias, debido a que sus “pelos” son en realidad cerdas como las de un cepillo. Por esta razón son la mascota ideal para quienes no pueden tener animales como perros o gatos. 

Sebastián y Santiago García, de 18 y 14 años, saben lo que eso significa. La alergia de su madre y del propio Santiago obligaron a estos hermanos a crecer sin el perro que tanto deseaban. “Tuvimos iguanas, peces, tortugas, todos los animales que se podían tener y que no afectaran a mi hermano y a mi mamá, pero queríamos un animal que nos quisiera”, dice Sebastián, quien vivió 18 años anhelando una mascota hasta que “Lucky” llegó, hace tres meses, a sus vidas. 

Los peligros de ser una moda 

Xhantal es especialista en cerdos por la UNAM, siempre había querido un puerquito como mascota, pero le era imposible adquirirlo por el alto precio, hasta que su búsqueda de una opción más económica la llevó a Minipigs DF, un criadero que apenas cumplió un año. “Terminé como la veterinaria del lugar y me encantó, porque los precios son más accesibles y la atención más personalizada. Minipigs México tenía el monopolio y se daban el lujo de venderlos a precios que muchos no pueden pagar”, dice la joven. 

Para Xhantal y Daniel es importante fomentar compras responsables y evitar situaciones de desamparo, como ha pasado en España, donde hay registro de más de 40 casos de cerdos vietnamitas abandonados, tras ponerse de moda en 2012, y en México ya hay una decena. 
Por otro lado, han detectado estafadores que venden supuestos minipigs en Mercado Libre. “Si son baratos es mejor desconfiar, porque al rato tienen un cerdo gigante en casa”, dice Xhantal. 
“Lucky” es muy inteligente, a la semana aprendió a ir al baño y sus papás rezan para que no logre abrir el refri. La familia García Díaz dice que no siente culpa cuando come carnitas, pero no le daría un trozo de jamón a su “cerdhijo”. 

Es la consentida

Ella es la sensación en la colonia Roma. Se pasea como una superestrella en el camellón de la avenida Álvaro Obregón, y las personas, incluso famosas, anhelan tomarse una foto con esta celebridad. Acaba de grabar un video para Disney promocionando una película, y un comercial para la Plaza de la Computación. Le dicen “La Chata”, es una cerdita vietnamita y tiene una cuenta en Instagram, @lachatapig, con 4 mil 616 seguidores. 

Su andar es pausado y lento a menos que su amo diga “vamos Chata” y le dé un ligero golpecito en sus carnes traseras. Entonces “La Chata” pega un gritito y corre a toda velocidad durante escasos segundos hasta que recupera su paso cansando. Porque como todo buen cerdo, ella es voluntariosa y testaruda, y a veces no quiere pasear sus 63 kilos de peso. “Órale, ‘Chata’, ya estuvo bueno, te voy a dar en tu traserito si sigues de maleducada”, le dice firme su papá. “Ahorita la voy a ignorar y va a venir a pedir perdón”. Y así es. Cuando ella nota que su padre está molesto, se acerca y talla su cuerpo en la pierna de Ángel. “Me está diciendo ‘ya papá, no te enojes’”, explica. 

Dar un paseo con esta cerdita es como ser amigo de una estrella de fama internacional. Quienes la conocen la saludan con efusividad: “¡Hola, Chata!”, “¿cómo estás, Chata?”, “¿Qué onda, Chata?”, le gritan sus decenas de fans. La gente la voltea a ver cuando pasa, la señalan, cuchichean, le piden fotos, decenas de fotos de “La Chata” en minutos. Se acercan con timidez a preguntar lo obvio ante la incredulidad de que ese animal camine por la acera como si le perteneciera: “¿Eso es un cerdo?” 

Hace unos días, Irán Castillo, conocida actriz en México, le pidió una foto. “Híjole, perdón, llevamos un poco de prisa, la están entrevistando”, contestó Ángel, apenado. “¡Por favor, déjame retratarme con ‘La Chata’!”, suplicó la actriz. “Yo ni sabía quién era hasta que una amiga me dijo que le estaba negando una foto a una famosa”. Pero es que en esta zona ninguna actriz es más célebre que “La Chata”. 

A pesar de ser asediada por sus fanáticos, esta vietnamita adicta a los jitomates igual se deja querer por la gente más fina de la colonia que por los rechazados sociales. Mientras todos lo ignoran, “La Chata” se acerca un joven de la calle con discapacidad y se deja acariciar. A pesar del gran esfuerzo que representa para este chico pronunciar palabras, grita con emoción: “¡La Cha-ta, la-Cha-ta”, mientras su cuerpo se sacude. “Es amigo de ella, siempre lo saluda y eso a él le da alegría”, dice Ángel. 

Pero detrás del glamour hay que saber que para tener un animal como “La Chata” “hay que ser valiente”, tal como asegura el hombre que tuvo que destruir una parte de su departamento para que su cerdita pudiera salir a su baño y hacer pipí sin que cayera como cascada desde el cuarto piso cuando su cuerpo se volvió demasiado grande para caber por la puertita del balcón y atinarle a su tapete. 

“La gente me gritaba ‘no echen agua, estamos pasando’, no sabían que era pipí de cerdo”, cuenta Ángel entre risas: “Tener un animal así no es fácil, yo estuve a punto de deshacerme de ella porque pensé que ya no podía, pero no pude dejarla ir”. 

Ángel narra que cuando su novia se la dio como regalo de cumpleaños lo primero que pensó fue devolverla, pero la cerdita se subió en su pecho y se quedó dormida. “Me enamoré de ella en ese instante”, dice. 

El papá de “La Chata” ya no come carne de cerdo, agradece que su casero, un judío ortodoxo que piensa que esos animales son del diablo, no lo haya corrido, y espera que “La Chata” ya no crezca ni un centímetro más.  

Delicada compañía

“La Chata”.  Es una cerdita vietnamita y tiene una cuenta en Instagram, @lachatapig, con 4 mil 616 seguidores.

Los “Minipigs” pesan de 10 a 20 kilogramos, miden de 30 a 35 centímetros de altura, en promedio, y viven de 12 a 15 años. 

Su precio va de los 6 mil hasta los 28 mil pesos y su manutención promedio es de 700 pesos al mes. 

Se ubican entre los 10 animales más inteligentes, sólo por debajo de los primates y los delfines. 

 Son hipoalergénicos, no provocan alergias a sus dueños. 

 No son animales destructivos. 

Su juguete favorito son las agujetas. 

Son sensibles de la piel, se les debe poner crema, bañar con champú para humanos y en ocasiones colocarles bloqueador para evitar lesiones. 

Su dieta principal consiste en verduras crudas y puede complementarse con croquetas especiales. 

Los retrasos en sus horas de comida les provocan estrés y éste les puede causar hipoglucemia y hacer que engorden. 

México es el único país de Latinoamérica donde es legal que un cerdito sea usado como animal de compañía.

‘SON MUY GLOTONES’

Ya sea “Minipig” o vietnamita, según revistas científicas como Animal behaviour, los puerquitos son animales muy inteligentes, incluso más que los perros o chimpancés. Debido a que tienen un instinto presa, son desconfiados al principio, pero una vez que se acostumbran a sus dueños son tan fieles como un perro. 

Son independientes y procuran tener su espacio. “Su forma de querer a su amo es estar a su lado y tocarlo con su trompa, a través de la cual perciben el mundo”, comentan los encargados de Minipigs DF. “Son muy activos, les gustan muchos los juguetes”, dice Xhantal Bobadilla, veterinaria del lugar. “Les encantan los paseos, son sumamente glotones”, explica Daniel Muñoz, coordinador del criadero. 

Ya sea vietnamita o minipig, los cerdos en versiones miniatura son una sensación entre estrellas de Hollywood.

Miley Cirus, Paris Hilton, George Clooney y Megan Fox tienen en sus casas.

Aunque muchos ven a estos animales como una cuestión de moda, esta peculiar mascota tiene más ventajas de las que podrían imaginarse.

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