‘Chronic’; poema a los cadáveres
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El mexicano Michel Franco nos lleva a explorar de forma cruda las enfermedades terminales, una capa más profunda en la psicología del dolor humano
Calificación: 8 de diez
Una vez un amigo me dijo, al preguntarle sobre su definición del séptimo arte, que el cine era poesía. Una respuesta que me pareció por demás pretenciosa, pero que sabía que escondía algún tipo de verdad. Octavio Paz intentó explicar la poesía en “El Arco y la Lira”, donde dijo, entre otras cosas, que el poema obedece a instintos mucho más primitivos y antiguos de nuestro inconsciente, un algo traducido en palabras que más que leerse se siente. Y sí, el cine puede llegar a ser así. Imágenes que dicen mucho sin hablar, que transmiten una emoción o un sentimiento más allá de una historia. Más allá del drama, de los personajes y de todo lo que se ve frente a nosotros, se encuentra un profundo sentir, una conexión entre la película y el espectador a través de algo que no se puede definir.
Más o menos así es “Chronic: El Último Paciente”, una película que pertenece a ese ámbito del cine que en muchas ocasiones se le llama “de arte”, lo que sea que eso signifique. Quiero decir, se trata de una cinta que busca decirnos algo sin valerse de los elementos narrativos tradicionales, precisamente como decía mi amigo, intentando hacer un poema en pantalla más que contar una historia. Este poema trata sobre un enfermero que cuida a personas con enfermedades delicadas en sus casas, personas que no se pueden valer por sí mismas a quienes alimenta, baña y facilita su día a día. Se trata de un hombre introvertido que esconde secretos, cosas que le pasaron y que lo llevan a comportarse de determinada forma, como a “stalkear” a una jovencita en Facebook cada noche.
Esta es sólo la sinopsis. No dice nada más que de qué trata la película y eso no es lo importante. Dirigida por el mexicano Michel Franco, esta es su primera cinta de habla inglesa y la tercera en su carrera. Anteriormente había realizado “Daniel y Ana” (2009) y “Después de Lucía” (2012), la cual se llevó el premio Un Certain Regard en el Festival de Cannes en 2012. Ahora con Tim Roth a la cabeza de su elenco, el cual cuenta con interpretaciones de Robin Bartlett, Michael Cristofer y la madre de la protagonista de su filme anterior, la mexicana Nailea Norvind, realizó una cinta que de nuevo se llevó un premio en Cannes, ahora el de Mejor Guion.
El guion de esta cinta es la columna de su poética estructura. Volviendo a lo mismo, un guion es la historia, lo que hacen los personajes, cómo lo hacen, qué les sucede y cómo lidian con sus diversas circunstancias. Pero también es algo más, eso que dice sin decirlo. Puedo comprender que alguien lea la historia, le llame la atención, entre a verla y salga decepcionada. Hay que entender el lenguaje de esta cinta, porque es muy particular y cintas de este tipo no suelen verse en la cartelera comercial. Algunas tienen un público muy específico, pero lo cierto es que si cualquiera está dispuesto puede disfrutarlas. Sólo deben estar abiertos a una experiencia mucho más introspectiva.
¿A qué me refiero con eso? Está todo en la forma. Aquí va a ver tomas muy largas fijas, largos silencios que parecen no decir nada y la cinta no tiene banda sonora. Es inquietante, molesto para un espectador que quiere ver un drama cotidiano, pero necesario para que Franco diga lo que quiere decir. Hay un tema claro que guía toda la cinta, ese es el deseo del ser humano por morir y cuándo la muerte puede ser necesaria, casi como una liberación. ¿La muerte es paz? ¿Venimos a este mundo a sufrir y la muerte por fin nos salva? Las enfermedades terminales son un infierno para el que la vive y la cinta alza esta cuestión al aire: ¿vale la pena vivir tratando de preservar una vida que ya sólo es sufrimiento, dolor y humillación?
El protagonista interpretado por Tim Roth es como un ángel salvador. Las escenas de él cuidando a sus pacientes son hermosas e impactantes. La manera en que los carga, casi como en un abrazo, el cuidado con el que pasa la esponja por su cuerpo en la regadera, la forma de vestirlos como si fueran casi cadáveres… El personaje se transforma en una extensión del cuerpo de sus clientes, es otro hombre pero es ellos mismos. Absorbe el dolor y eso se ve en cada una de sus palabras, sobre todo en los momentos donde miente a personas casuales y asume una personalidad que no es suya. Pudiera ser una técnica para generar empatía o pudiera ser una manía que no puede evitar. Está atado a esa rutina y la única forma en que puede lidiar con ella es entregándose por completo al enfermo.
Y para entender aquello está la poética de la cinta. Una poética profunda y compleja que a veces cuesta trabajo asimilar. Esta es una obra hecha para reflexionar, pero sus verdades quizá no son tan fáciles de comprender. Hasta cierto punto se trata de una película pesimista y eso se puede tomar como un defecto o una cualidad, según sea el caso. Me parece un ejercicio atrevido y un mensaje poderoso, que sea cual sea el caso, nos llega y nos hace pensar. Algunas cosas sí me parecen algo abruptas y hasta cierto punto rutinarias, pero no me refiero a las largas y silenciosas tomas antes mencionadas, sino a la historia en general, que quiere transmitir la rutina de este hombre, volviéndose algo tediosa a ratos. Pero las intenciones de un poema nunca son claras de inmediato.
El dato
> Director: Michel Franco
> Elenco: Tim Roth, Robin Bartlett, Michael Cristofer y Nailea Norvind.
> Género: Drama
> Clasificación: B15
> Duración: 93 minutos