Madeira, vino único y añejo a la conquista del mundo

Vida
/ 29 agosto 2016

Elaborado en una pequeña isla en medio del Atlántico bajo unas singulares condiciones físicas, el vino del archipiélago luso de Madeira conquista los paladares de todo el mundo con su sabor único y su característica longevidad, ambos nacidos en alta mar.

La limitada capacidad de producción del vino de Madeira debido a las reducidas dimensiones de la isla no ha impedido que estos caldos hayan conseguido forjarse un nombre de prestigio en algunos de los mercados donde se consume más vino, como Estados Unidos o Francia.

De hecho, el vino es uno de los productos por los que históricamente se ha conocido a Madeira más allá de sus fronteras, junto a las flores y a frutas como la banana y la maracuyá, que aderezan los cultivos de una isla que guarda una tradición vinícola desde hace más de cinco siglos.

El vino de Madeira se destaca por su autenticidad, su longevidad y su resistencia (...) Al contrario de otros vinos, que tienen como enemigo al oxígeno, el de Madeira está habituado a lidiar con este condicionante en todo su proceso de producción"...

ORIGEN EN ALTA MAR
       
Las referencias históricas apuntan a que el primer vino de Madeira data de mediados del siglo XV, algunas décadas después de que los portugueses llegaran al archipiélago.

Situado a casi 1,000 kilómetros de la costa occidental europea, la localización estratégica de este conjunto de islas las convirtieron durante la época de los descubrimientos en una parada obligatoria para los barcos que viajaban hacia América.

Fueron precisamente esos largos viajes marítimos de exploradores los que dotaron al vino de Madeira de la longevidad, el frescor y la acidez característicos por los que se le conoce hoy en día, ya que los productores maderienses empezaron a añadir destilado de uvas para evitar que los caldos se estropearan durante la travesía.

Sin embargo, pronto descubrieron que el bamboleo y las altas temperaturas a las que estaba sometido durante el viaje dotaban al vino de un sabor único -que se empezó a conocer como "vinho da roda"- y decidieron recrear ese mismo proceso en tierra firme.

En la actualidad  son reconocidos por su sistema de  vinificación único en el mundo, en el que los caldos son calentados a altas temperaturas por grandes períodos de tiempo mediante un método conocido como "estufagem" y son sometidos a ciertos niveles de oxidación.

CALDOS ÚNICOS
       
Gracias a esta técnica, los vinos de Madeira están considerados uno de los más longevos que existen y pueden conservar intactas sus propiedades incluso meses después de abrir la botella.

"El vino de Madeira se destaca por su autenticidad, su longevidad y su resistencia (...) Al contrario de otros vinos, que tienen como enemigo al oxígeno, el de Madeira está habituado a lidiar con este condicionante en todo su proceso de producción", explicó a Efe un portavoz del Instituto del Vino, el Bordado y la Artesanía de Madeira (IVBAM).

Esta entidad pública, que se encarga de promocionar la tradición vinícola de la región, recuerda que "las condiciones particulares de la isla como la orografía, el suelo y el clima también tienen un gran impacto a la hora de definir los caldos que se elaboran”.

La orografía accidentada, el suelo de origen volcánico, la proximidad con el mar, y su clima suave y extremadamente húmedo marcan las peculiaridades de la isla, donde las viñas se sitúan en bancales regados por un impresionante sistema de canales de más de 2,000 kilómetros de longitud, denominados "levadas".

De la superficie total de 730 kilómetros cuadrados de la principal isla del archipiélago, la propia Madeira, 500 hectáreas están ocupadas por viñedos que producen castas como Sercial, Verdelho, Boal, Malvasia y Tinta Negra.

 "Es un vino que habla más de castas y menos de estilos, ya que su frescura procede de la acidez típica de las variedades de uvas y del clima suave de la isla", señaló a Efe Humberto Jardim, el director de una de las principales compañías vinícolas de Madeira, Henriques & Henriques.

Esta firma, afincada en el municipio de Câmara de Lobos, procede de una familia de latifundistas que tradicionalmente comercializaba las uvas producidas en sus tierras con clientes ingleses y, actualmente, es la única empresa del sector que tiene viñedos en propiedad, de los que procede una parte significativa de sus caldos.

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ORIENTADO A LA EXPORTACIÓN

Gran parte de los vinos de Henriques & Henriques abandonan el territorio de Portugal, como ocurre con cerca del 80 % de toda la producción vinícola de Madeira, que está destinada a la exportación.

Según datos del IVBAM, en 2015 la comercialización del vino de Madeira se aproximó a los 20.1 millones de dólares, el valor más alto desde 2001.

De la parte dedicada a la exportación, que supera los 15.6 millones, alrededor de dos tercios se dirigió a países de la Unión Europea (UE), especialmente a Francia y Reino Unido, aunque Estados Unidos y Japón también concentran gran parte de las ventas.

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"Es un producto con elevado prestigio en algunos mercados internacionales y parte de ellos se mantienen fieles desde los primeros años de exportación", explican desde el Instituto.

Los vinos maderienses acumulan año a año distinciones en galardones tan destacados como el International Wine Challenge de Londres, los Monde Selection de Bruselas o los premios que entrega la revista británica "Decanter".

"Ha recibido críticas muy positivas, tanto por parte de los periodistas como por expertos, blogueros y otras entidades del sector", destacó el portavoz del IVBAM, que añadió que también es muy bien recibido por el público internacional en el que el Instituto centra sus acciones de promoción.
   
PRESTIGIO DE SIGLOS

El prestigio de los Madeira no es nuevo. En 1766, la entonces recién creada casa Christie's realizó su primera subasta de la historia con varias botellas de vino de Madeira.

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Dos siglos y medio después, Christie's continúa contribuyendo a aumentar la notoriedad internacional de los Madeira y el pasado diciembre batió un récord al vender una botella de este caldo a cambio de 19.600 dólares.

El ejemplar, un Terrantez de 1715, está considerado el Madeira más antiguo que existe en la actualidad.

A una escala más asequible, los Madeiras añejos están generando cada vez más demanda en los mercados internacionales, donde hasta ahora la gran parte de las ventas estaba concentrada en los vinos más jóvenes, de tres y cinco años.

 "Se ha realizado un trabajo de promoción con todo el sector que cada vez ha proporcionado una mayor notoriedad a los Madeira y fruto de ello se ha producido un incremento en la comercialización de las categorías más antiguas, de diez, quince y más años", refirió Humberto Jardim, de Henriques & Henriques.

El sector vinícola maderiense quiere ahora afianzar su posición en los países en los que ya está presente y buscar nuevos mercados, tal y como explican desde el IVBAM, pero también reforzar su relación con el turismo que recibe la isla.

Más de cinco siglos después, el vino de Madeira vuelve a embarcarse en un viaje en alta mar para conquistar todos los rincones del mundo.

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DESTACADOS:

+ La sala de subastas Christie's continúa contribuyendo a aumentar la notoriedad internacional de los vinos de Madeira y el pasado diciembre batió un récord al vender una botella de este caldo a cambio de 19,600 dólares.

+ "El vino de Madeira se destaca por su autenticidad, su longevidad y su resistencia (...) Al contrario de otros vinos, que tienen como enemigo al oxígeno, el de Madeira está habituado a lidiar con este condicionante en todo su proceso de producción", explicó a Efe un portavoz del Instituto del Vino, el Bordado y la Artesanía de Madeira (IVBAM).

+ Según datos del IVBAM, en 2015 la comercialización del vino de Madeira se aproximó a los 20,1 millones de dólares, el valor más alto desde 2001. La parte dedicada a la exportación supera los 15.6 millones. Los países receptores son Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Japón.

Por Paula Fernández/EFE-Reportajes

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