Botaneros de Saltillo, una ‘terapia’ costosa contra la soledad masculina
Hombres de Saltillo gastan más de mil pesos por compañía femenina en bares llamados “botaneros”, cada vez más comunes en la ciudad
En los últimos años, han florecido en Saltillo negocios comúnmente llamados “botaneros”, bares donde se dan servicios de acompañamiento por parte de mujeres a hombres fuera de la zona de tolerancia.
En ellos, los clientes principalmente del género masculino, pagan sus tragos y otros más caros para mujeres que, en minifalda, tacones y escotes coquetean, platican y acarician de forma no sexual a sus clientes.
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Según un recorrido hecho por VANGUARDIA, cuando un cliente llega a uno de estos establecimientos, cada una de las empleadas lo saludan hasta que elige a una para acompañarlo e invitarle una de las famosas “copas dama” que puede ir de los 110 a los 250 pesos.
A diferencia de otros establecimientos, en la publicidad de estos lugares que se encuentra en redes sociales pueden verse promociones como “jueves de lencería negra” y aclaran cuánto cuesta una copa dama. Además señalan tanto en redes como en el propio establecimiento que no se puede tomar fotos ni video en el interior de locales sin ventanas.
Aunque en el área común de consumo de bebidas no se apreciaron desnudos, tocamientos ni relaciones sexuales, se sabe que en la mayoría de estos establecimientos hay un servicio “privado” que puede costar desde 4 mil a 10 mil pesos de consumo en el establecimiento.
‘NO ESTOY OBLIGADA A HACER NADA QUE NO QUIERA’
De acuerdo con una empleada que pidió ocultar su identidad por seguridad -pero para términos de redacción se llama “Natalia”- y la del lugar en el que trabaja, el servicio privado se utiliza para mayor privacidad de los clientes y no necesariamente hay tocamientos o desnudos, aunque aseguró que pasadas las copas puede llegar a darse.
Declaró que el contacto físico entre clientes y empleadas es mínimo, pues por ejemplo les multan en caso de que su “coordinadora” les vea besando a alguno, aunque señaló que sí tiene compañeras “desmadrocillas”.
“Natalia” señaló que tiene como sueldo aproximado entre 6 mil ó 7 mil pesos semanales por jornadas de martes a viernes, aunque aclaró que la cifra puede variar mucho entre las empleadas, pues hay veces que los clientes dejan hasta mil pesos de propina.
La empleada afirmó tener 23 años y agregó que no está obligada “a hacer nada que no quiera”, situación por la que algunas veces ha optado por retirarse de alguna mesa o incluso simplemente no sentarse, pues algunos clientes “piensan que por pagar una copa tienen derecho a tocarte”.
En ese sentido, agregó que la seguridad del lugar en el que labora cumple con la función de cuidarlas y asegura que si se siente incómoda o en peligro puede pedir al personal que saque a los clientes.
“Natalia” cuenta en la entrevista que los botaneros son un buen negocio, pues se han llegado a vender entre 70 y 100 copas por mesa.
Además, narró los mecanismos que tienen las empleadas para mantener la privacidad del lugar como lo estricto que es el uso de las cámaras de los celulares, no usar ropa con brillo ni labial que pueda manchar la ropa de los clientes, pues aseguró que han habido casos en los que las esposas de los mismos llegan a agredir o buscar a sus maridos en estos establecimientos.
Afirmó que las edades de los clientes varían mucho, pues van desde los 18 años y hasta señores de la tercera edad, siendo estos últimos los más respetuosos y los que más gastan.
“Natalia” señaló que si bien a veces ella y sus compañeras pueden ser víctimas de acoso, le deja tranquila que “no dejan que se propasen contigo”, además de ayudarle con su autoestima pues su trabajo es “arreglarme, ser bonita y salir de fiesta”.
Agregó que “todos los días es una telenovela nueva” por las historias que los clientes le cuentan respecto a sus parejas y “es como estar en clases de actuación” además de que el dinero que gana le ayuda mucho para ahorrar, pues quiere irse de vacaciones en verano.
Además, declaró que el modelo de negocio ha ayudado a algunas de sus compañeras para tener mayor estabilidad económica, conseguir favores o contactos e incluso declaró que “ha habido colombianas que han salido casadas de aquí y ahora son ‘señoras de las Lomas’”.
‘ES UNA CONSTANTE PELEA DE EGOS’
VANGUARDIA pudo entrevistar con un cliente que también pidió el anonimato pero que para términos de redacción se llama “Raúl”, quien cuenta que ha asistido dos veces a los botaneros, “la primera por desconocimiento y la segunda por insistencia”.
Aseguró que fueron sus amigos quienes le convencieron de ir pero que definitivamente no es un lugar al que iría solo. “Es como el beisbol, tampoco me gusta pero voy porque me gusta la compañía de mis amigos, aunque en el caso de los botaneros es mucho más incómodo”, declara “Raúl”.
Agregó que la incomodidad se debe a que el ofrecimiento de las empleadas “es disfrazado o se siente artificial” y que él se ha llegado a gastar mil pesos por visita, aunque otros más “faroleros” declaran haber pagado cuentas de 15 mil.
“Raúl”, de 25 años cree que los hombres acuden a este tipo de establecimientos por “una pelea de ego”, aunque aclaró que a diferencia de lo que ha escuchado de servicios que se dan en la zona de tolerancia, se recibe un trato “más personal o natural”.
Señaló que muchas veces necesitan atención o mostrar el lado de “yo puedo hacer esto o lo otro”, por lo que si bien no se llega al contacto físico, necesitan que les acaricien el oído o que les digan cosas bonitas.
Añadió que sí considera que se ha vuelto una tendencia y que son negocios que están empezando a “proliferar bastante”, pues además sirven para hacer reuniones entre hombres más privadas “y pues de meterte a una cantina del centro a un botanero que está poquito menos feo pues mejor un lugarcito de estos”.
En cuanto al servicio privado, “Raúl” declaró que en el privado “se puede hacer lo que quieras” pero que “depende 100 por ciento de las empleadas”, pues aunque él no los ha contratado, ha escuchado que si la empleada no quiere hacer algo o simplemente no quiere dar el servicio, el personal del lugar coopera para que no se dé.
‘ES UN PALIATIVO A LAS CARENCIAS EMOCIONALES’
En entrevista para VANGUARDIA, la catedrática de la Facultad de Psicología de la UAdeC, Karla Valdés, señaló que los hombres suelen buscar este tipo de servicios por distintas razones personales, aunque principalmente por un tema de “carencia de contacto” y buscan cubrirlo con alguien a quien se le paga.
Aseguró que si bien es un fenómeno que se da a menudo por presión social, también corresponde a carencias emocionales.
La investigadora agregó que los clientes de este tipo de establecimientos pueden revisar cómo viven su masculinidad y el manejo de sus emociones, pues los botaneros pueden brindarles la sensación de que tienen el dominio de las situaciones.
Valdés señaló que el consumo en este tipo de establecimientos pueden generar un “hábito nocivo” al provocar un uso negativo del poder o el control, además de crear dificultades para establecer relaciones interpersonales en un futuro.
Señaló que a diferencia de lo que algunos clientes pueden llegar a gastarse en botaneros para platicar con mujeres, las consultas psicológicas en terapia conductual varían entre los 300 y los 800 pesos por sesión, aunque con la diferencia de que sus colegas “garantizan el desarrollo de habilidades”.
Puntualizó que la asistencia a este tipo de establecimientos “es un paliativo” que utilizan sus clientes para subsanar o no querer tratar sus problemas.
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