- 26 septiembre 2024
Guayulera, Landín, Santa Anita y otras colonias y barrios que son patrimonio de Saltillo (mapa)
Uno de los barrios indispensables es el del Ojo de Agua, pues corresponde al terreno que formaba parte del camino de entrada natural de los viajeros
A través del Atlas de Patrimonio Cultural y Natural, el Instituto Municipal de Planeación de Saltillo (Implan) publicó los inmuebles, colonias, archivos, colecciones y hasta arroyos que están considerados dentro del patrimonio de la ciudad.
Particularmente en lo que se refiere al patrimonio cultural, incluye -además de colecciones de pinturas y museos- también colonias enteras por su historia, contexto histórico y relevancia en las costumbres de los ciudadanos.
En el documento se explica que el patrimonio cultural “es un conjunto determinado de bienes tangibles, intangibles y naturales que forman parte de prácticas sociales identitarias, a los que se les atribuyen valores a ser transmitidos y resignificados”.
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Además detalla --en la introducción firmada por la maestra Eréndira Herrejón Rentería, actual subcoordinadora de Patrimonio Cultural de la Coordinación General de Difusión y Patrimonio Cultural de la Universidad Autónoma de Coahuila-- que el patrimonio pueden ser varios elementos tangibles o intangibles.
“Es oportuno comenzar a pensar el patrimonio como un sistema constituido por lugares, objetos, memorias, prácticas, actividades, saberes, identidades, tradiciones”, expresa en el Atlas.
En entrevista para VANGUARDIA, Herrejón expresó que la cultura y particularmente la que se presenta en los barrios, está estrechamente ligada con la identidad que se genera en los mismos.
La funcionaria universitaria agregó que el sentido de pertenencia que puede tener una comunidad con su demarcación es clave para ser considerada como patrimonio.
“Muchas veces se reconocen de ese barrio, pero no consideran que eso sea un valor patrimonial y mucho menos cultural”, declaró.
En ese sentido, también explica que la conservación del patrimonio es un conjunto de acciones orientadas a documentar, preservar, salvaguardar y difundir los bienes y valores que integran al patrimonio.
Herrejón añadió que hay ocasiones en las que las personas necesitan un espejo y se les muestre que lo que tienen es valioso, por lo que no se puede cuidar aquello que se desconoce.
“Es como cuando te encuentras una piedra y alguien te dice que es algo que tiene valor. Si no hubiese habido quizá algún experto que te lo dijera, te habrías deshecho de ese objeto o esa piedra. En ocasiones, no siempre, necesitas de algún experto o experta que venga y te diga ‘tienes elementos de gran valía en tu colonia, cuídala, reconócela, acéptala”, agregó Herrejón.
Por lo anterior descrito, enumera a las colonias de Saltillo, principalmente al sur y centro de la ciudad que son consideradas dentro del patrimonio cultural de la capital coahuilense.
LAS COLONIAS PATRIMONIO
El Atlas documenta que hay 32 colonias, 26 barrios, seis fraccionamientos, dos zonas y dos mercados que considera patrimonio cultural de la ciudad, algunas por tener relevancia en la historia y otras por en algún punto ser incluso los límites de Saltillo.
La primera colonia que aparece en el Atlas es el Barrio del Águila de Oro, mismo que recibió el nombre por una tienda de abarrotes que estaba en la esquina de las calles Matamoros y Bolívar. El documento cuenta que anteriormente se llamaba “de Guanajuato” pues cuando comenzó a poblarse cerca de 1835, la calle de Matamoros llevaba por nombre “Real de Guanajuato”.
Uno de los barrios indispensables es el del Ojo de Agua, pues “corresponde al terreno que formaba parte del camino de entrada natural de los viajeros que provenían de México, San Luis Potosí o Zacatecas desde los tiempos coloniales”.
“De acuerdo a la tradición, la existencia de un manantial importante en ese sitio fue uno de los motivos por los que la fundación de Saltillo surgió”.
El barrio de la Guayulera en la colonia Rodríguez Guayulera es patrimonio cultural pues “en las primeras décadas del siglo XX existía una fábrica de Guayule propiedad de los ciudadanos alemanes, la cual estuvo en funciones entre 1901 y 1920. La fábrica fue reabierta por estadounidenses, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, en 1943. No obstante desde 1930 el espacio estaba ya previsto como colonia y era llamada Rodríguez Guayulera, en homenaje al industrial y empresario saltillense Crescencio Rodríguez”.
Cerca, el barrio de Landín también entró en la clasificación, pues según el Atlas “fue parte de la hacienda de la Purísima Concepción, propiedad del comerciante gallego Juan Landín, en el siglo XVIII, quien construyó en este terreno la capilla conocida popularmente como Landín”.
“Esta colonia inició cuando fue construida la fundición de plomo de Mazapil Cooper Company en el siglo XX. Cuando la compañía dejó de funcionar, la colonia interrumpió su crecimiento, pero reinició a partir de la década de 1950”.
Cercano a Landín se encuentra el barrio de las Ladrilleras, también conocido por sus habitantes como “Berros” y es patrimonio de la ciudad, pues “en los orígenes de Saltillo fue uno de los terrenos mercedados a los conquistadores y formaba parte de lo que se llamó San Nicolás de los Berros. Desde los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, el ladrillo fue utilizado para recubrir fachadas de las casas construidas con adobe en el centro histórico”.
Cabe mencionar que hay barrios que se mencionan en el documento pero no existen actualmente, sino que fueron parte importante de la ciudad al conformar lo que en su momento fue San Esteban de la Nueva Tlaxcala.
Por ejemplo, el de San Buenaventura entre los siglos XVII y XIX era uno de los cinco barrios del pueblo tlaxcalteca. Los otros cuatro eran el de San Esteban, de Santa Ana, de la Concepción, de la Purificación.
Otra colonia que no existe pero es llamativa en cuanto a la historia que cuenta es la de “los extranjeros”, sobre la calle Cuauhtémoc en la parte occidental de la Alameda Zaragoza.
El documento narra que a principios del siglo XX fue habitada por extranjeros con bellas casas, aunque no es posible verlas todas en la actualidad.
“Hacia la década de 1960 esas suntuosas viviendas fueron derribadas a fin de edificar nuevas residencias en base a estilos funcionalistas. Anteriormente en el siglo XIX en el lugar existían sencillas construcciones de adobe que pertenecían a los descendientes de los tlaxcaltecas. La calle frente a ellas era llamada de las Carreras, porque ahí se llevaban a cabo carreras de caballos en el siglo XIX”, explica el Atlas.
LAS ZONAS DE TOLERANCIA
Las zonas de tolerancia aparecen en el documento como parte del patrimonio cultural de la ciudad independientemente de dónde se han colocado, pues explica que ha sido desplazada hacia los márgenes de la ciudad conforme va creciendo.
“Entre 1846 y 1848 un cirujano norteamericano estuvo en la ciudad decía que había ‘muchas putas y ladrones’, por ello la sífilis en Saltillo era muy común y los integrantes de infantería habían sido infectados. Por esto la ciudadanía pidió que se construyera un barrio a la orilla de la población para llevar a cabo esta práctica”, declara el documento en la reseña histórica de las zonas de tolerancia.
Al respecto, Herrejón Rentería explicó que las zonas de comercio como lo son las zonas de tolerancia y el mercado de abastos --también incluido en el Atlas-- forman parte de la cultura.
“Es una forma en la que, sin darle yo un valor de juicio, hay finalmente una forma de comercio y hay una vida que responde también a las necesidades de una ciudad pujante, especialmente en una época en la que las industrias empiezan a llegar y es algo que se ha visto repetido en todas estas ciudades industriales donde estas zonas de tolerancia toman un auge”, explicó la académica.
Agregó que si bien no son espacios “estilizados, hablan de la ciudad misma expresada en otra de sus muchas facetas”.
En el Atlas aparece como una de las colonia patrimonio el “Barrio del Andrajo” en las actuales calles Dionisio García Fuentes y Arteaga, en su tiempo el norte de la ciudad. Se consideró como patrimonio, pues dentro de la primera mitad del siglo XX en ese punto se encontraba la zona de tolerancia, específicamente en las calles de Terán y Comandante Leza.
La localización de una zona de tolerancia en la colonia González Cepeda hacia la década de 1960 también abona al hecho de incluirla en el Atlas. “En la época de los años 70 la población de la colonia era proletaria y las casas eran de estilo antiguo. En esa época contaba con alrededor de 15 manzanas”, agrega el documento.
DISTANCIA ENTRE PATRIMONIO Y PLUSVALÍA
Eréndira Herrejón explicó para VANGUARDIA que los barrios o colonias que tienen riqueza cultural no necesariamente son los de mejor plusvalía debido a que no corresponden a una lógica de mercado por parte de las empresas inmobiliarias.
“Responde más a intereses financieros de altos corporativos. El valor que se le da a la tierra está totalmente desvinculado de los aspectos sociales”, agregó.
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Asimismo, mencionó que los intereses y las presiones inmobiliarias tienen como naturaleza estar desvinculados de lo social, pues en el momento en el que se empezarán realmente a vincular con lo social sería una pérdida para ellos porque entrarían entraría una variable que no les permitiría sacar ganancias.
Añadió que es llamativo que Saltillo esté tan dividida entre el norte y el sur en cuanto a valores inmobiliarios, pues en términos climáticos y en términos de la calidad de la tierra, es mejor la del sur que la del norte.
“Sin embargo las presiones inmobiliarias le han dado mayor plusvalía a otras zonas de la ciudad. Eso realmente queda totalmente fuera de los conceptos de patrimonio cultural pues están totalmente vinculados a lo social. Ahí está una total ruptura y no se logran comunicar,” detalló.
En ese sentido, relató que cuando la comunidad abraza un sentido de pertenencia hacia un determinado sitio, puede darle una revalorización incluso en el valor de la tierra.
Como ejemplo, puso la colonia Roma en la Ciudad de México, pues señaló que estuvo abandonada por años pero que tras un proceso de revalorización, hoy tiene una plusvalía mucho más alta.